Acaba de ser noticia que el Tribunal Constitucional
ha declarado la inconstitucionalidad de la inhabilitacion por diez años,
del tristemente célebre juez Serrano por haberse extralimitado el Tribunal
Supremo sobre la extensión de la condena de inhabilitación, y que determinó
la fulminante pérdida de su condición de juez.
Recordemos que el crimen fue adoptar la medida de otorgar un
permiso al abuelo de un niño para que el niño pudiera salir en una
procesión de Semana Santa pese a la oposicion de su madre, en situación de
divorcio ( "caso del niño cofrade").
Mas allá de la, a mi juicio, ostensible desproporción
entre gravamen ( pérdida de la condicion de juez) por el auto dictado
( recuerda el dicho de "matar pájaros a cañonazos"),lo que
me preocupa lisa y llanamente es: ¿ como podemos aceptar una demora de
nada menos que cinco años en reconocer un derecho fundamental?,¿ como
podrán devolverse al juez esos años de vida profesional y de honor e imagen
mancillados?... y ello de igual modo que muchísimas otras personas no
jueces, o bien ven que se les niega el derecho al amparo institucional por
carencia de interés (?), o bien se admite pero se resolverá cuando ya está
enterrada la reputacion del afectado.
Creo que en palabras del propio
Constitucional, del Tribunal europeo de derechos humanos y del carnicero de
mi barrio ( que sabe mucho derecho sin ser graduado), la justicia que
llega tarde no es justicia: es un aullido de lobo a la luna.
Curiosa es la celeridad en promover en su día la reforma de
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para frenar la avalancha de
recursos de amparo, o la ulterior reforma para impedir la crítica a sus
sentencias por otras instancias judiciales.
¿ acaso no urge reformar algo para que la labor del Tribunal
Constitucional pase a ser forense ( del foro jurídico que da la vida) en
vez de "forense" ( del mundo médico que certifica muertes)?
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