Foto: propiedad
del Ayuntamiento de Leganés.
Tras 37 años de la mal llamada
democracia he convenido conmigo mismo que, en los consistorios se trabaja más
para las conveniencias de los partidos, que para las reivindicaciones de los
vecinos.
Éstos últimos se manifiestan. Y
sí consiguen lo solicitado en alguna ocasión, más las mayorías de las veces
hacen de su noble intención más mal de tripas que gozo del corazón.
Los
poetas aficionados, no sentimos el pesimismo, son los políticos los que nos hacen verlo, los que nos sirven paja, tras habernos
ofrecido el trigo. Y en mi larga vida, jamás he visto la harina de la paja con
la que hacer un mísero pan democrático y participativo.
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