Impuestos que se pierden por el camino
by Ramón
Cerdá
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Los impuestos que se pierden por el camino son sin duda
incontables, generando una mayor necesidad de recaudación que, a su vez,
produce mayores costes de gestión. Y es que recaudar es caro. Pero si la
recaudación está externalizada, entonces todavía resulta más caro.
La externalización provoca que haya más impuestos que se
pierden por el camino
Si ya resulta molesto y gravoso pagar impuestos, más molesto
resulta ver que una buena parte de la recaudación se evapora o se pierde, como
ocurre con el agua de las acequias.
Buena parte de la externalización en el cobro de los impuestos
está centralizada en los registros de la propiedad que cobran (ahora parece ser
que ya bastante menos) a precio de oro su gestión.
En Catalunya, por ejemplo, sigue completamente externalizada en
beneficio de los señores registradores de la propiedad, la gestión del Impuesto
de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, además del Impuesto
de Sucesiones y Donaciones. Se calcula que en 2015, los registradores (solo
Catalunya) se embolsaron alrededor de veintidós millones de euros. En 2014
fueron cerca de veinte millones.
En Valencia parece ser que han estado haciendo reducciones en
los últimos años, pero aun así, todavía cuesta mucho dinero tener externalizada
esta gestión que resultaría más económica en el caso de que contrataran más
funcionarios. No he encontrado cifras fiables, pero resulta llamativo que en el
plan que pusieron en marcha en 2013, se preveía un ahorro durante cuatro años
de 17,3 millones de euros. ¿Qué estarían cobrando para que con ese descuento
sigan siendo viables las oficinas externalizadas de recaudación?
En Madrid se han estado firmando convenios de este tipo desde
1996. En 2010 se acordó una cifra anual de casi treinta y nueve millones de
euros hasta 2015.
Y todo esto es solo una pequeña parte porque no tiene nada que
ver con el ingente coste que supondrá mantener a nuestra sacrosanta Agencia
Tributaria.
¿Si alguien se preocupara de gestionar, ya no la recaudación,
sino los costes de recaudar impuestos, no se conseguiría un sustancial ahorro
que se podría repercutir en una bajada de impuestos? Parece ser que el criterio
es pensar que se recauda todo lo que se quiere para luego dilapidarlo a manos
llenas sin ningún control. Y todo ello sin meternos en corruptelas.
Otra pregunta añadida sobre costes de gestión:
Ya hace años que las ampliaciones de capital y las
constituciones están exentas de impuestos, pero sigue siendo obligado presentar
el modelo 600 como exento. Ese modelo se «gestiona» no sé muy bien para qué,
en las oficinas liquidadoras y supongo que alguien cobrará también por
ese trabajo inútil. ¿Alguien conoce la respuesta de esta insensatez?
Ramón Cerdá
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