LOS PRESUPUESTOS DEL HUNDIMIENTO DEL TITANIC
Autor Rosa Diéz
Los Presupuestos para el ejercicio 2011 pueden ser catalogados sin faltar a la verdad como los de un Estado residual. Un Estado que no tiene ya instrumentos para poner en marcha políticas comunes en defensa del interés general, que impulsen la recuperación económica y las grandes reformas estructurales, que garanticen la igualdad, la cohesión y la seguridad jurídica.
Son, además, unos Presupuestos que ven la luz gracias a que se han pactado con un partido político, el Partido Nacionalista Vasco, que ha aprovechado la debilidad del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero para darle una bofetada al Gobierno de Patxi López y demostrar en Euskadi que no hay alternativa posible al dominio y al mando del Partido Nacionalista Vasco.
Ese y no otro ha sido el objetivo de la negociación del partido de Urkullu: demostrar quien manda en el País Vasco. Lo demás (las transferencias, el autogobierno, más dinero…) son sólo adornos necesarios para que la tarta resulte vistosa y llamativa. Pero lo verdaderamente trascendente para la estrategia de los nacionalistas vascos es que todo el mundo se entere que en Euskadi no hay nada que hacer si no lo bendicen ellos. Así ha quedado meridianamente claro para todos los que vivimos aquí; tan claro que la humillación perpetrada a López por su compañero Zapatero merece una inscripción a la entrada de todas las Casas del Pueblo del PSE. “Líbrenos Dios de los compañeros de partido de los enemigos ya me libro yo.”
Que la ley de Presupuestos llegue al Congreso sin que se hayan negociado con nadie ninguna de sus partidas es una demostración más de hasta que punto este Presidente y este Gobierno han perdido la vergüenza. Las instituciones y las leyes son utilizadas para cualquier cosa menos para aquellas para las que fueron concebidas. Esta Ley es ejemplo de la excepción vasca y del tutelaje exterior. Pero es también un ejemplo de cómo quien más obligación tiene de mantener el respeto a las instituciones, el Gobierno, las utilice para mantener un año más el poder. Que el PNV se ha convertido en el casero de Zapatero ya está dicho; que Zapatero paga el alquiler de la Moncloa ( el más caro de la historia de España, al menos 472 millones de euros por un año) con el dinero de los parados españoles, también.
Este tipo de negociaciones devalúa la calidad de la democracia. Justo lo que nos faltaba en un momento en el que los políticos estamos considerados uno de los problemas más importantes de los españoles. Y justo, también, en el momento en el que el paro llega en España al 20,5 por ciento; en el que hay más de millón y medio de hogares en los que ni uno sólo de sus miembros tiene un trabajo; en el que más de un millón de personas no cobra ya ningún tipo de ayuda. Este es el momento en el que el Presidente del Gobierno, llevado por su infinito afán de supervivencia, decide mantenerse en el cargo como sea y con quien sea.
Antes de presentar la enmienda a la totalidad un amigo me decía que este era el Presupuesto del hundimiento del Titanic. De inmediato pensé que había muchas coincidencias entre el Capitán de ese navío y el “capitán” de esta nave llamada España. Dicen de aquel que le dio por pedir a la orquesta que siguiera tocando mientras el barco se hundía; el nuestro manda sacar brillo a los dorados y repintar los botes salvavidas (420 euros, Plan E, 1.500 euros bebé, nuevo sistema de financiación autonómica, nuevos estatutos de autonomía…) mientras la nave choca irremediablemente contra un iceberg que no sabe que ha de orillarse para dejar pasar al de la baraka.
De vuelta al hotel me puse a mirar en Google datos sobre tan infausto suceso, Y, mira por donde, encontré una noticia que parece escrita para nosotros y nuestras calamitosas circunstancias. Resulta que en setiembre de este mismo año se ha presentado un libro escrito por Louise Patten, nieta de uno de los oficiales del Titanic, Charles Lighteller, que resultó superviviente.
La nieta del oficial revela en un libro titulado “Good as Gold” lo ocurrido en aquella fatídica noche (todo según el relato de su abuelo): el Titanic se hundió por una confusión del timonel.
Cuenta que en el buque había dos sistemas de gobierno sometidos a dos mandos distintos, uno situado en frente del otro. Era la época de transición de la vela al motor y muchos de los navegantes de entonces, incluidos muchos oficiales del Titanic, habían estado antes al mando de buques de vela, de ahí que estuvieran acostumbrados a dar órdenes según el viejo sistema, lo que significa que si uno quería que el barco fuese en una dirección, había que girar el timón a la opuesta. El nuevo sistema era, por el contrario, como conducir un automóvil: uno mueve el volante en la misma dirección en la que quiere que vaya el coche. La orden de girar a babor significaba pues que había que girar la rueda a la derecha bajo el viejo sistema y a la izquierda según el nuevo sistema.
Así las cosas, cuando el primer oficial, William Murdoch, avistó el iceberg a dos millas de distancia, dio la orden de “fuerte a estribor”; pero su subordinado, Robert Hitchings, lo malinterpretó y giró el buque a la derecha en vez de a la izquierda.
Cuenta la autora del libro -que pretende ser un cuaderno de viaje fidedigno, no publicado hasta pasados años de la muerte de su abuelo para no arruinar su reputación- que aunque se dieron cuenta inmediatamente el error se agravó cuando subió al puesto de mando Bruce Ismay, presidente de la compañía propietaria del buque, la White Star Line, y convenció al capitán de que siguiera navegando de frente -en lugar de virar o frenarlo- en falsa creencia de que el buque era insumergible.
Lo que ocurrió después es conocido por todos: el buque invistió el iceberg y ¡¡zapatrasta !!, se hundió. Ignoro si la versión es exacta o la autora la ha novelado, aunque no se me ocurre ningún motivo para que eche por tierra la reputación de au abuelo que mintió en vida durante toda la investigación sobre el accidente. Las similitudes del relato sobre el hundimiento del Titanic y el hundimiento de nuestro país ponen lo pelos de punta: dos gobiernos enfrentados, virar a derecha o izquierda según que tipo de “gobierno” elijas, no modificar el rumbo aunque te vayas a estrellar, fiarlo todo a la propia suerte, no asumir el riesgo de cada una de las decisiones, ignorar el peligro, utilizar el barco para presumir en vez de garantizar una buena singladura y buscar un puerto seguro… Todo me suena a deja vu…
El relato concluye con algunos datos confirmados y conocidos por todos: el presidente de la compañía se salvó (dicen pudo subir a uno de los botes salvavidas disfrazado de mujer); el barco tardó mucho en hundirse pero muchos pasajeros, los de los camarotes más baratos, murieron ahogados a pesar de que había botes vacíos y sitios libres en los que zarparon: no les dejaron subir en ellos.
Quizá sirva el relato para extraer alguna moraleja. Quizá es todo fantasía; pero lo que no es un cuento es que esto se hunde mientras nuestro “capitán” manda pasar la fregona por la cubierta.
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