Campaña de sensibilización 'Somos docentes, nos gusta serlo'
Aurora Campuzano No son tiempos fáciles para los docentes. Campañas como “Me gusta ser docente, me gusta enseñar”, de CC.OO., promueven un reconocimiento social del colectivo y el apoyo de las familias y la sociedad.
Las campañas e iniciativas destinadas a apoyar y reconocer la tarea docente proliferan. No son ninguna novedad, aunque en este momento resultan especialmente necesarias ante el panorama que ofrece la escuela actual. No en vano, los estudios internacionales nos dicen que aproximadamente un 20% de los profesores del mundo sufre algún tipo de problema psicológico a causa de su profesión. El estrés, la ansiedad o el temido “Síndrome del Quemado” se están instalando en el colectivo; son las consecuencias de un contexto laboral cada vez más difícil.
No siempre es fácil |
Y a pesar de todo, siempre aparece una razón para seguir adelante. La campaña de la Federación de Enseñaza de Comisiones Obreras incluye mensajes como “Somos docentes. Nos gusta serlo”, que parecen traslucir cierto optimismo. Lo explica José Campos, secretario general del sindicato: “Más que del optimismo, la campaña pretende partir de la realidad de nuestros centros educativos. Somos conscientes de la importancia de nuestra labor y de su dimensión ética y nos sentimos responsables con nosotros mismos, con los alumnos, con los compañeros, con la comunidad educativa y con el momento histórico en que vivimos”.
Claro que esa responsabilidad es compartida. La idea de esta campaña (y de la mayoría de las iniciativas de este estilo) es insistir en que educar es una tarea social: “Lo que estamos reclamando es algo tan elemental como que si queremos educar bien tenemos que arrimar todos el hombro. No nos parece justo exigir sin la contrapartida del esfuerzo por parte de todos; nosotros los primeros, eso por supuesto; pero también los padres y los propios alumnos”.
Y en ese contexto aparecen fenómenos como el acoso escolar entre alumnos y hacia profesores, que son el lado más oscuro de nuestro panorama educativo. Desde CC.OO. se asegura que los docentes están soportando “con valentía y tenacidad “las consecuencias de los cambios sociales. Aunque “se trata de un trabajo casi siempre silencioso y poco visible, que la sociedad no siempre sabe apreciar. Por desgracia, la escuela se ha convertido en objeto noticiable, más por los escasos incidentes de violencia que golpean a algunos centros que por la lluvia fina de la labor que día a día desempeñan los profesionales de la enseñanza”.
Apoyo de las familias |
En cuanto al papel de las familias también hay asuntos pendientes. Estudios como el realizado por la Fundación Hogar del Empleado demuestran que los docentes sienten que los padres no están comprometidos con la educación de los hijos. Y los datos cantan: la participación de los padres y madres en las AMPA es minoritaria en nuestro país, como lo es la asistencia a las convocatorias de los tutores o a las reuniones programadas por los centros. Pero no sólo eso, la difícil conciliación entre la vida laboral y familiar impide que muchos menores reciban el apoyo educativo necesario. Para José Campos este es uno de los grandes problemas actuales: “Es imprescindible concienciar a los padres y madres de que su colaboración en la tarea educativa es fundamental. Es obvio que se necesita un cambio de mentalidad y que los padres deben tomar conciencia de la necesidad de involucrarse en la educación escolar de sus hijos. Ya no nos valen las buenas intenciones ni las palabras que sólo prometen. No nos cansaremos de repetir que la educación es un asunto de todos, y que todos estamos citados. Tampoco valen las disculpas ni los pretextos”.
Por otro lado, las exigencias y responsabilidades de la escuela han aumentado y el papel del profesor ha cambiado. No basta con transmitir conocimientos y hacerlo bien y para todos. Los profesores han de ser expertos en valores, en nuevas tecnologías, en gestión de recursos y en tareas administrativas. “A menudo nos sentimos como una pared contra la que se estrellan buena parte de los problemas sociales y carencias del entorno. En ocasiones nos vemos afectados por el desánimo cuando observamos que el entorno social no valora suficientemente nuestro trabajo, o cuando no sentimos el aliento del reconocimiento”, señala Campos.
Y como colofón del año, los recortes salariales. Unos recortes que afectarán también al profesorado de la enseñanza concertada y que han generado el rechazo de las organizaciones sindicales: “No creo que nadie acuda a su trabajo con el mismo estado de ánimo antes de recortarle su sueldo que después. La medida decretada por el Gobierno ha desconcertado mucho a los funcionarios y a los docentes en particular, que se sienten impotentes ante esta medida que les ha caído encima sin saber por qué ni cómo”.
Mejorar la situación global de la profesión es el objetivo de esta campaña. ¿Cómo se consigue? “Me gusta ser docente, me gusta enseñar”, incluye algunas propuestas destinadas a mantener ilusionados a nuestros profesores. Para empezar, una adecuada inversión económica por parte de las administraciones educativas, que permita incentivar y apoyar la labor docente; que la sociedad y sus gobernantes no regateen apoyos ni recursos materiales y humanos para la educación, y en especial para el profesorado; y que se apueste por un modelo de escuela que facilite la formación integral de nuestros alumnos dentro y fuera del aula, para que todos puedan alcanzar el éxito, independientemente de su origen social.
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