El último enredo del Gobierno deja aún más magullada su credibilidad
No contaban con que una portada de "La Vanguardia" les iba a hacer meterse en una espiral de confirmaciones y desmentidos que, además, ha hecho peligrar sus negociaciones con los sindicatos.
El último charco en el que se ha metido el Gobierno tiene nombre de central nuclear: Garoña. El enredo comenzó el jueves a cuenta de este titular en la portada de La Vanguardia: Zapatero dispuesto a ceder en la que ha sido su bandera, la política nuclear a cambio del beneplácito de los sindicatos a la jubilación a los 67 años. En la información se decía que el Ejecutivo estaría dispuesto a alargar la vida útil de las ocho centrales nucleares en funcionamiento, como piden los sindicatos, si estos pasan por el aro de retrasar la edad de jubilación a los 67 años.
A partir de ahí se produjo un cruce de declaraciones, de confirmaciones y desmentidos, que ha provocado un hondo malestar en las altas esferas del Ejecutivo por lo que se considera un grave fallo de comunicación. Otro más.
A primera hora de la mañana, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, se mostraba dispuesto en los micrófonos de la SER a ampliar la vida útil de las nucleares. Eso sí, desvinculando de tal medida a Garoña, cuyo cierre -previsto para 2013- es "una decisión firme", aclaró. Y reconocía así, implícitamente, que el Gobierno quería usar las nucleares como moneda de cambio para lograr un acuerdo en la reforma del sistema de pensiones con UGT y CCOO.
Ya por la tarde, fuentes del Gobierno confirmaban a Efe y a Europa Press que Garoña también iba en el lote y que el acuerdo estaba cerca. Y, por si esto fuera poco, a última hora de la tarde el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, reconocía en TVE que la política nuclear del Ejecutivo "está formando parte de las conversaciones". "Si implica alguna modificación a lo que el Gobierno había podido hacer, bienvenido sea (...) todo sea por alcanzar un acuerdo", según él.
En paralelo, los sindicatos montaron en cólera y desmintieron haber sido ellos quienes propusieron el extraño trueque nucleares-pensiones en las negociaciones con el Gobierno, sino que fueron los interlocutores de este último.
Con esos mimbres, la palabra "confusión" era la más repetida en todos los medios que este jueves se hacían eco de este rocambolesco episodio. Y aún quedaba el desenlace, con el ministro de Trabajo como actor principal.
Éste compareció este jueves en rueda de prensa para avanzar los resultados de la aplicación de la reforma laboral, y zanjó el asunto después de más de 24 horas de dimes y diretes. Valeriano Gómez aseguró que ni Gobierno ni sindicatos han planteado "en ningún momento" el cierre de Garoña como moneda de cambio para alcanzar un acuerdo en materia de pensiones, ni siquiera la reconsideración de la estrategia del Gobierno en materia de energía nuclear.
El ministro mostró su "rechazo frontal" a cualquier especulación al respecto y aseguró que sería "absurdo" plantear algo así. "No sería un buen asunto mezclar estos asuntos", añadió. "En ningún momento de la negociación se ha planteado nada que tenga que ver con el cierre o reapertura de una u otra central, ni siquiera respecto al papel de la política energética y dentro de la estrategia pública en matera de energía", aseveró.
"Como coordinador de las negociaciones debo decir que evidentemente es absurdo plantear, ni siquiera imaginar la posibilidad de hacer reformas en pensiones que sean intercambiables con la política energética o industrial", concluyó. Pero a su pesar y al de todo el Gobierno, las declaraciones de un día antes quedan para la hemeroteca. Á. Tejedor