Cuando el FMI miraba con buenos ojos a Gadafi
Autor: Spartacus
Un par de semanas antes de que el líder libio, Muamar el Gadafi, ordenase bombardear a su población para sofocar sus protestas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) "felicitó" su "ambiciosa agenda de reformas" y le "alentó" a seguir por este camino en el futuro.
El informe, fechado el 15 de febrero, hablaba de macroeconomía, de apertura al sector privado y del "limitado impacto económico" que tuvieron las revueltas de Egipto y Túnez, países en los que el organismo tampoco analizó el estado de bienestar de su población en los informes que publicó en los últimos meses.
"Las perspectivas para la economía de Libia siguen siendo favorables", decía la misión del FMI, que "agradecía" el "fuerte desarrollo macroeconómico de Libia" y "el apoyo al crecimiento de la economía no petrolera".
Preocupados por la sostenibilidad fiscal, la dirección del FMI "enfatizó la contención del gasto público corriente y su calidad", y pidió una estrategia a medio plazo que "minimice el impacto de la volatilidad de los precios del petróleo".
Respecto a las peticiones hechas a las autoridades libias, ninguna hablaba sobre su población. Sólo mencionaban más reformas estructurales para desarrollar el sector privado, "mejores estadísticas financieras" y "la adaptación de su fuerza laboral a la transformación económica".
Nunca hablaron del pan
Antes de que estallase la rebelión de los hambrientos en Túnez y se propagase por todo el norte de África, el FMI nunca habló en sus informes de que faltase pan y azucar en esos países.
Túnez fue elogiado el pasado septiembre por sus "reformas estructurales de amplio rango" y una "prudente administración macroeconómica". Bahréin recibió el diciembre el crédito de tener "un panorama favorable en el corto plazo" después que la economía "enfrentó bien la crisis global".
En tanto, las "políticas macroeconómicos prudentes de Argelia alcanzadas en el pasado (la ayudaron) a construir una sólida posición financiera con un nivel de deuda muy bajo". Y en El Cairo, el pasado abril los directores del FMI "alabaron la respuesta de las autoridades (egipcias) a la crisis, así como su "sólida administración macroeconómica".
Las cifras macroeconómicas y los indicadores que los enviados del Fondo examinaron eras genuinos. Simplemente fracasaron en evaluar si las reformas, estructurales o no, podrían sostenerse en países gobernados por potentados sin un legítimo mandato democrático. En el futuro, el FMI quizá quiera agregar otra casilla para chequear en su lista de criterios: apoyo democrático.
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