El partido soy yo’
Carlos Sánchez -
Nassin Nicholas Tale, el célebre autor de El Cisne Negro, tiene una frase memorable que el economista José Manuel Pazos utiliza para arrancar su blog. Sostiene el escritor de origen libanés que los seres humanos son víctimas de una asimetría en la percepción de los sucesos aleatorios. Atribuyen los éxitos a sus destrezas y los fracasos a sucesos externos que son incapaces de controlar.
Sólo en estos términos puede explicarse el comportamiento bipolar del presidente Zapatero y de su ministra Salgado con los mercados. Cuando los inversores compran la deuda soberana del Reino de España, sostienen que el éxito de la colocación tiene que ver con la fortaleza de la economía. Pero cuando Moody`s rebaja el rating de España (y los mercados aumentan la prima de riesgo) perciben un análisis equivocado de la realidad. Zapatero, al menos, ha dejado de hablar de especuladores, probablemente porque alguien le ha recordado que cuando se deben 548.602 millones de euros (sólo el Estado) es una calamidad morder la mano de quien te da de comer.
Ese comportamiento asimétrico respecto de unas mismas circunstancias no es, desde luego, patrimonio exclusivo del inquilino de la Moncloa. Su propio partido zigzaguea al sol que más calienta. Y si hace tan sólo unos meses Rodríguez Zapatero era el líder indiscutible, ahora los movimientos para adelantar su jubilación se han acelerado a la vista de que el presidente es lo más parecido a un zombi político.
Como sostiene un dirigente socialista, si Zapatero dice ahora que no se presenta, se acaba la legislatura, lo que dice muy poco en favor de la capacidad del PSOE para fabricar un relevo natural sin que el cambio afecte a la estabilidad del Gobierno. Sobre todo en un contexto macroeconómico como el actual. Por el contrario, si dice que se presenta, convierte en irrespirable el clima político con una oposición envalentonada ante los últimos estertores del presidente.
Culto a la personalidad
Se trata de un problema estratégico que revela la debilidad de los aparatos de los grandes partidos ante el líder. Cuando las cosas van bien, aflora el espíritu del ínclito camarada Kim II-sung a través de un comportamiento rayano en el culto a la personalidad; pero cuando el viento cambia de dirección, los aparatos de los partidos rozan la insumisión. Haciendo bueno aquello que decía Michels de la democracia: cada militante de un partido político lleva dentro de su mochila el bastón de mariscal.
La condición humana es así. Ahí está, por ejemplo, el caso de Guillermo Fernández Vara, el parlanchín presidente extremeño que quería ser ministro con Zapatero y ahora es el portavoz oficioso de Rubalcaba , a quien en realidad ve como una aduana política para llegar a Ferraz: su objetivo final.
Lo que está en juego ahora en el PSOE –se presente o no Zapatero- no es realmente quién será el cabeza de cartel -se da por segura la derrota-, sino quién gestionará la travesía en el desierto. Y eso explica algunos movimientos curiosos. Por ejemplo, la alianza táctica entre Rubalcaba, Blanco y Chaves para evitar que un intruso/a se haga cargo del aparato de Ferraz en la era post Zapatero.
Lo que está en juego ahora en el PSOE –se presente o no Zapatero- no es realmente quién será el cabeza de cartel -se da por segura la derrota-, sino quién gestionará la travesía en el desierto
La transición hubiera sido suave o incluso dulce si la candidatura del vicepresidente -“solo lee libros de vaqueros, dicen de él sus allegados”- hubiera servido al menos para alcanzar unos resultados dignos en las generales del 2012 -entre 155 y 165 diputados-, pero ahora hay fundadas sospechas de que el correctivo puede ser mayor tras haberse pinchado el efecto Rubalcaba. Con su apoyo ciego al ubicuo ministro del Interior (que no controla el partido), Blanco pretende garantizarse que él será el futuro secretario general (ya veremos para qué). Los dos se necesitan y de ahí el pacto de sangre.
El caso de Manuel Chaves es distinto. El vicepresidente tercero está a muerte con Griñán. Y lo que en realidad quiere es volver a mandar en Andalucía colocando a Gaspar Zarrías al frente del partido. Pero para eso necesita el respaldo de Ferraz. Aunque sea a costa de dejar sin contenido real el Ministerio de Política Territorial, convertido ahora en un fantasma político pero que chupa de los presupuestos del Estado.
Chaves y Zarrías tienen su mesa de trabajo limpia como la patena por inasistencia de sus ocupantes y ausencia de iniciativas. La pareja está metida de hoz y coz en cómo descabalgar a Griñán de la Junta y han dejado el ministerio hecho un erial, dando la razón a quienes han observado en algunos líderes políticos un comportamiento peculiar. El burócrata se identifica completamente con la organización y confunde sus propios intereses con los de ella. Le parti c`est moi, que diría Michels.
Lo más curioso del caso, con todo, es que en los últimos meses ha aflorado en el PSOE una idea sin duda a tener en cuenta. Y que viene a decir que si Zapatero llegó a secretario general por qué no va serlo cualquiera.
Sangre anarquista
Y en verdad que hay razones fundadas para creer que eso puede ocurrir en un partido como el socialista, que, como decía hace muchos años Pablo Castellano, tiene en su ADN un cuarto de litro de sangre anarquista. Ahí está el caso de las primarias de Madrid y Barcelona para justificarlo. O la propia elección de Borrell como candidato contra las tesis del aparato.
Ese cualquiera podría ser la ministra Chacón, pacifista reconvertida ahora en el halcón del Gobierno para intervenir en Libia, lo que sin duda esconde un movimiento oportunista que tiene bastante de mercadotecnia política. Su imagen blanda y un tanto ñoña ante la opinión pública sólo puede combatirse con un discurso políticamente más agresivo.
La Chacón, sin embargo, tiene una ventaja (y políticamente tiene razón en sus planteamientos sobre Libia). Representa una línea de continuidad respecto del cambio generacional -y de aire fresco- que supuso la llegada de Zapatero a la secretaría general del PSOE; y ese es un argumento de peso para una parte de la militancia que hoy por hoy se niega a aceptar que Rubalcaba -o incluso Bono- sean el futuro del Partido Socialista.
"Sería un paso atrás", se dice en el PSOE con rotundidad. Y Chacón tiene todo el tiempo del mundo para construir a su alrededor un ropaje intelectual del que hoy todavía carece. Pero está sola y ni siquiera puede apoyarse con firmeza en un PSC descabezado que fue, precisamente, quien hizo posible que Zapatero conquistara Ferraz.
La salida más razonable del PSOE pasa, por lo tanto, por construir una nueva mayoría basada en los programas y no en los nombres; pero probablemente sea mucho pedir en un país -y un partido- que desprecia el debate sobre asuntos de fondo
Algo parecido le sucede a Bono, que no tiene quien le quiera en el partido, aunque es hoy por hoy el candidato con mayor tirón electoral. Incluso por encima del Rubalcaba. El ex alcalde de La Coruña, Paco Vázquez –nunca se supo si era el embajador de España en el Vaticano o del Vaticano en España- es actualmente su principal aliado, pero este respaldo es muy pobre. El problema de Bono (techo de cristal donde los haya) es que está por ver si está dispuesto a aguantar cuatro años en la oposición con un partido jibarizado electoralmente y con escasa presencia territorial, y que en última instancia es lo que garantiza la cohesión interna vía colocaciones. Le apoya Pedro J., y eso no se sabe nunca si es bueno o malo. Mientras que en el caso de Rubalcaba sólo El País saca la cara por él. Blanco, al menos, controla el partido.
La salida más razonable pasa, por lo tanto, por construir una nueva mayoría basada en los programas y no en los nombres; pero probablemente sea mucho pedir en un país -y un partido- que desprecia el debate sobre asuntos de fondo. Y que se mueve sólo por figuras mediáticas, lo que convierte la sucesión de Zapatero en una simple guerra de poder. ¿Conoce alguien la ideología de Rubalcaba? ¿Y la de Blanco?, que ha defendido con igual ardor guerrero la necesidad de aumentar la inversión en infraestructuras como el drástico recorte que han sufrido. ¿Y Chacón? ¿Es Carme o Carmen?, o lo es en función de la plaza en la que toree.
Todavía tiene tiempo el PSOE de elegir a su candidato -para las elecciones de 2012 o 2016- pensando en el país y no sólo en clave de lucha interna para garantizarse un reparto de cargos que sólo empobrece a la izquierda. De lo contrario es probable que los socialistas estén en la oposición durante años y años, como sucedió en Suecia, donde tras el asesinato de Olof Palme los socialdemócratas no supieron entender el mundo que se les venía encima. Hoy Suecia crece un estratosférico 7,2% y nada indica una vuelta al pasado. De la derecha otro día hablamos.
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