Identidad aumentada y madurez como internautas: somos auténticos en las redes sociales
El Caparazón
Escribiendo sobre autenticidad encuentro la investigación que os presento hoy.
Se supone muchas veces que los perfiles en redes sociales crean y comunican una imagen idealizada de nosotros mismos (Manago, Graham, Greenfield, & Salimkhan, 2008), que de algún modo fingimos en internet lo que no somos. De acuerdo con esta hipótesis sobre la identidad virtual idealizada, los propietarios de perfiles reflejan características idealizadas, que no reflejarían sus personalidades reales.
La visión alternativa defiende que sí reflejamos nuestras verdaderas identidades en internet, que las redes sociales constituyen ya parte de nuestro contexto social extendido en el que expresar características de personalidad reales, capaces de transmitir percepciones interpersonales que lo que menos queremos es que lleven a cualquier tipo de engaño.
De hecho, lo que se transmite en redes sociales es una integración de varias fuentes de información personal similares (o incluso más reveladoras) a las que compartimos en el mundo no virtual: pensamientos privados, imágenes de la cara, relatos de nuestro comportamiento social, cosas que contienen información válida acerca de nuestra personalidad. (Ambady & Skowronski, 2008; Funder, 1999; Hall & Bernieri, 2001; Kenny, 1994; Vazire & Gosling, 2004).
Esta sería la conclusión del estudio, lógica y que concuerda con algunas intuiciones al respecto:
-Es difícil crear identidades idealizadas en el estado actual de la web social, sobre todo si recordamos que no somos los dueños exclusivos de esta, que como dice Bauman, «La construcción de identidad implica el triple desafío (y riesgo) de confiar en uno mismo, en otros y también en la sociedad.».
-La propia relación que establecemos en internet, donde no nos vemos las caras, donde la confianza, elemento esencial en el que basar nuestros juicios y decisiones debe traducirse a lo virtual, provoca que exijamos responsabilidad sobre sus perfiles a nuestros contactos, que además pueden conversar, interactuar con nuestras auto-definiciones para también ajustarlas a la realidad.
Como escribía hace un tiempo en Cyborgs en Las Ramblas:
“el carácter textual de la comunicación en red aporta sentimientos de seguridad, de palabras que no se lleva el viento. En este tipo de interacciones, dadas las posibilidades para registrar conversaciones, se activan en mayor medida expectativas y auto exigencias de temas como la coherencia o la autenticidad de lo comunicado.
El hecho de comunicar por escrito nos confronta con cosas de nosotros mismos que no conocíamos, nos obliga y facilita (sobretodo en la comunicación asíncrona) la introspección, otra vez la coherencia, facilitando la resolución de distorsiones cognitivas (Meichenbaum y psicólogos cognitivos en general).”
Volviendo al estudio en cuestión, de Back et al (2010), pone a prueba ambas hipótesis, confirmando la de la extensión vital. Los investigadores del estudio plantean que si esta es cierta, los contactos en redes sociales, observadores en el experimento, deberían ser capaces de inferir de forma precisa las características de las personalidades reales de los propietarios de perfiles en redes sociales.
Y los resultados son claros: se percibe la personalidad real e incluso cuando se introducen autovaloraciones de forma controlada, el efecto de la personalidad real es elevado. No nos es fácil (ni nos gusta), ni en la vida offline ni en redes sociales virtuales, librarnos de nosotros mismos , sobre todo, como apuntan algunas peculiaridades del estudio, si somos extrovertidos (los resultados son similares para encuentros cara a cara) y abiertos (también con resultados similares en los entornos reales).
La precisión fue algo más baja en el caso de existir elementos de neuroticismo, lo cual es consistente con investigaciones previas, que muestran cómo el neuroticismo es difícil de detectar en todos los contextos (Funder, 1999; Kenny, 1994).
Quería dejar estos datos pero también recordar que tal vez lo que estemos observando sea efecto de la madurez, tanto de la web social, como de nuestra condición de internautas. Ya sabéis que me siento y os siento más grandes gracias a la web social.
Del obscurantismo a una Identidad madura, transparente y aumentada
Cabe recuperar, en este sentido, la imagen que acompaña este post y que me sirve para explicar cómo vamos evolucionando hacia la sociedad de la transparencia: la parte izquierda, cuando el perro le decía al otro perro que “nadie sabe que eres un perro en internet”, es propia de finales de los 90, de un primer momento de internet en el que percibíamos sus chats, sus mundos virtuales como juego, como mundo paralelo, como teatro (diría Goffman) y por tanto lugar seguro en el que podíamos experimentar roles o identidades ficticias.
Lo escribía en Cyborgs en las Ramblas (segunda parte del ebook que os enlazo):
Centrándonos ya en los IRC (similares a los chats) y similares, internet se convierte en un entorno de potencial liberación, en una plataforma, sociedad o escenario (Goffman) que contiene, dentro de su complejidad, tanto los deseos como las satisfacciones idóneas para tipos múltiples de individuos. Así, valiéndome de la metáfora psicoanalítica, la red resulta un lugar de ensueño, de alucinación colectiva y no consensual (STONE, 1992), donde el yo auténtico o esencial tiene la ocasión de desarrollarse sin la amenaza de un superego que en la red es débil y difuso (el anonimato era, sin metáfora psicoanalítica, una forma de escapar al control social).
El ego, o aquella fracción inconsciente y vencida por la sociedad en la que todos nos hemos socializado, se despereza y desmarca ahora desde el espacio de los sueños al que venía estando relegado, al nuevo territorio que la tecnología le ofrece. Así, la interacción en red se relatará en muchas ocasiones como una experiencia de Flujo (en el sentido de CSIKSZENTMUHALY, M, 1996), de estado alterado de conciencia, de fase REM (SULER y cols. 1996), de espacio lúdico-terapéutico en el que expresar y satisfacer tanto las viejas necesidades creadas durante la socialización primaria como las nuevas (Teorías sobre economía del deseo, VAN DER LEUN, 1996), surgidas en ocasiones en la propia red.
Nos situamos hoy en la parte derecha de la imagen, en la que también podríamos dibujar al perro que encabeza el post, con ropajes humanos y que ha decidido ser persona, que se ha atrevido a ser quien quiere ser en el mundo “real”.
Y es que hay mucho de empoderamiento, de aprendizaje de la diversidad, de liberación favorable a la autoexpresión, de acercamiento entre lo que queremos ser y lo que somos en realidad en el viaje que hacemos a través de la red hacia nosotros mismos, en el proceso de madurez que intento describir. Dicho en otras palabras, la identidad del individuo conectado es aumentada, mucho más potente, como decíamos al hablar del 15M, que antes del ejercicio de auto-conocimiento, auto-expresión y auto-realización que supone una interacción en redes sociales bien aprovechada.
Nunca me atrevo a decirlo, nunca lo tengo claro pero creo que sí, que las revoluciones sociales que vivimos eran previsibles, que sintiéndonos más grandes en la web teníamos que, necesariamente, terminar por reflejarlo en el exterior. Escribía en la prehistoria de 2003:
Cada cyborg será, una vez que se integre en la nueva sociedad, mejor. ¿Control Social? ¿Reproducción de jerarquías y normas? No niego sus manifestaciones, como reproducción de los que se producen en la sociedad real y con tendencia a aumentar, conforme a la propia madurez de la red, pero lo que no puede negarse es que para entonces habremos tenido ocasión, gracias a ella, de ampliar nuestro sentido democrático, nuestro ejercicio del derecho a la libertad de expresión, de una forma a la que será difícil que podamos renunciar.
Artículo en Público: ¿Demasiadas redes sociales ya?
Posted: 22 Jul 2011 03:09 AM PDT
Os dejo la interesante entrevista que me havía ayer Blanca Salvatierra para Publico.es, con las correspondientes respuestas.
Las mias han salido hoy publicada junto a otras opiniones en un artículo llamado La maraña de las redes sociales que dejo enlazado aquí.
Con la aparición de Google+ y los rumores sobre que Microsoft está planificando su propia red social, la pregunta es ¿cuántas redes sociales puede manejar una persona sin volverse loco (Google+, Facebook, Twitter, Linkedin, etc)?
No sé si hay respuesta a cuántas redes sociales podemos manejar, más cuando evolucionarán las herramientas que unifiquen la experiencia de usuario, que permitan manejarlas todas a la vez. Lo que sí parece, según algunos estudios, es que existe un número, el denominado número de Dunbar en honor al antropólogo que lo formuló, máximo de contactos con los que podemos manejar, a nivel cognitivo, una relación significativa.
Quizás sea un número conservador y nuestros cerebros estén evolucionando con las posibilidades que van apareciendo, es pronto para medirlo, pero está claro que sí existe un límite para las relaciones más tradicionales. Otro tema es que estemos ampliando el tipo de relaciones que podemos establecer. No tiene porqué ser menos importante un contacto débil en red social virtual pero que me informa magníficamente que un vecino físico, por ejemplo.
¿Hay sitio para todas ellas o el lanzamiento de una nueva con éxito implica el comienzo del declive de otra (como en el caso de MySpace)?
Hemos pensado muchas veces que había límite pero nos han ido sorprendiendo. La sociabilidad del ser humano parece ilimitada, en número de redes y tipos de relaciones que somos capaces de establecer, inventar o reinventar.
¿Los 18 millones de usuarios que ha conseguido Google+ en tres semanas y las buenas críticas recibidas pueden hacer temblar los cimientos de la tan asentada Facebook?
Evidentemente le robarán cuota de mercado pero creo que iniciamos un largo periodo de convivencia, al estilo de lo que ocurre con los sistemas operativos (Microsoft, Apple, Linux, etc.) entre Facebook, Twitter y Plus como principales agentes mundiales.
¿Crees que es el lanzamiento definitivo para Google en cuanto a redes sociales tras el fiasco de Buzz?
Creo que es un intento fuerte, trabajado, con mayor inversión que los de Buzz o Wave pero internet es un buen lugar para el ensayo error y Google tiene muy clara la importancia del grafo social, no va a dejar de intentar conquistarlo porque sabe que es el el filtro natural de la información para el ser humano.
Otro de sus puntos fuertes de Plus que no quería dejar de observar es la polivalencia, la flexibilidad con que parece poder adaptarse a los muchos tipos de relación que podemos preferir. Pero una vez más, cada usuario decide, incluso si prefiere o se siente más seguro en redes sociales menos versátiles.
En fin… dejo contacto en Google Plus, por si os animáis.
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