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domingo, 4 de septiembre de 2011

El desprestigio de la Justicia

El desprestigio de la Justicia


La Justicia española, desde hace ya mucho tiempo, es una de las instituciones del Estado más desprestigiadas. Cada vez son más los ciudadanos que piensan que funciona mal, e incluso muy mal. La principal causa de esa creciente desconfianza hacia la Administración de Justicia está en la falta manifiesta de independencia. Con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, llevada a cabo por el PSOE en 1985, se puso fin a la división clásica de poderes y comenzó la mediatización de la misma por parte del Gobierno y de los partidos políticos. Alfonso Guerra anunció gráficamente este hecho, diciendo que “Montesquieu ha muerto”.

Esta reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que no deja de ser una modificación encubierta de nuestra Constitución, ha servido lamentablemente para que los partidos políticos puedan controlar al Poder Judicial, rompiendo así las normas más elementales de una auténtica democracia liberal. Como consecuencia de esto, los jueces difícilmente administraran justicia sin mirar de soslayo al Gobierno de turno. Pues saben muy bien que es el Ejecutivo el que les nombra para esos cargos de prestigio que mejoran su carrera judicial, y también el que los destituye, si su sumisión al poder político no es efectiva.

A esta falta de independencia de los diferentes órganos judiciales, que tanto influye en el desprestigio actual de la Justicia, se une la actuación irresponsable de algunos miembros, jueces o fiscales, que pertenecen al entramado de ese mundo judicial. Es muy conocido el comportamiento deshonesto del hoy ex juez Pascual Estevill, tan dado a las extorsiones y a las denuncias falsas. No menos llamativo, aunque en otro orden, es el caso de Baltasar Garzón, el famoso juez estrella que, en todas sus actuaciones, buscaba afanosamente el espectáculo y la notoriedad, y no siempre cumpliendo de manera escrupulosa con la legalidad vigente. Además de Garzón, hay otros jueces y otros fiscales igualmente responsables de que los ciudadanos pierdan su confianza en la justicia.

Para acabar de desprestigiar a la Justicia, hasta hay policías que se prestan voluntariamente a los torpes enjuagues del Gobierno. Y, en consecuencia, tratan de manera mucho más benevolente a los presuntos corruptos que son afines o pertenecientes al partido del Gobierno que si son de la oposición. Cuando se trata de miembros del Partido Popular, se les esposa a las primeras de cambio y se avisa a las cámaras de televisión para mostrarlos públicamente a los televidentes. Y después se filtran a la prensa datos pertenecientes al secreto del sumario, sometiéndoles así a un juicio paralelo., Si es verdad lo que contó La Gaceta hace ya tiempo, es extremadamente grave el caso de una sobrina segunda del Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, por su posible implicación en el caso “Malaya”. Después de consultar al Ministerio de Interior, la policía abandona una línea de investigación para evitar que dicha sobrina apareciera en las diligencias del caso.

El Gobierno actual, con su manera de administrar los nombramientos y los ascensos de jueces y fiscales, ahonda esa desconfianza que los ciudadanos sienten hacia la Justicia. El Tribunal Constitucional, por ejemplo, es ya irrecuperable. Es verdad que hay muchos jueces y fiscales, la inmensa mayoría, que administran justicia responsablemente. Pero el daño que hacen esos pocos, que evitan encausar a ciertas personas porque se las estigmatiza, invalida la labor callada y comedida de los que prescinden de politiquerías y procuran hacer su labor lo mejor que saben, de acuerdo con los escasos medios de que disponen.

Para recuperar credibilidad entre los ciudadanos, es preciso que los partidos políticos renuncien, de manera inmediata, al sistema actual de cuotas en los diferentes órganos judiciales. Solamente así, con la recuperación de su independencia, volverían los ciudadanos a creer plenamente en la Justicia. Si se restituyera la separación de poderes, el prestigio de la Justicia volvería de nuevo y podría volver a contar con toda seguridad con la confianza de los ciudadanos. Necesita recuperar de nuevo la famosa venda que tapaba sus ojos, para no tener más datos de referencia que el fiel de la consabida balanza.

Barrillos de las Arrimadas 13 de agosto de 2011 José Luis Valladares Fernández Criterio Liberal. Diario de opinión Libre

 
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