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miércoles, 5 de octubre de 2011

Nunca seremos cómplices

Nunca seremos cómplices


Nos piden que convivamos con las alimañas, que celebremos que ya no nos van a devorar. Quieren que consideremos un triunfo que su hambre haya sido saciada porque quienes nos gobiernan han decidido olvidar que han asesinado a ciudadanos inocentes que defendían, en nuestro nombre, la libertad y la ley.

Nos piden que nos acostumbremos a compartir espacio con esas garrapatas infectas que no nos han dejado vivir, que han esperado agazapadas para atacarnos, que han ido achicando nuestro espacio, que han obligado a marcharse a quienes ya no podían soportar el miedo y el asco.

Nos hablan de convivencia; a nosotros, que nunca hemos hecho otra cosa que tratar de sobrevivir al drama.

Nos dicen que ETA ya no existe; y que por eso hay que acercar al País Vasco a los verdugos terroristas, para que estén cerca de sus víctimas y nos perdonen por nuestra inquebrantable incomprensión y rechazo hacia ellos y hacia toda su historia.

Nos piden que les aplaudamos por habernos salvado la vida permitiendo que los testaferros de ETA gobiernen las instituciones democráticas en cuyo nombre han instaurado casi mil víctimas.

Nos exigen que perdonemos a quien no nos ha pedido perdón; nos critican que nos neguemos a olvidar. Nos consideran un estorbo para su plan de reconciliación porque les decimos que ese plan nos recuerda demasiado a una rendición.

Están orgullosos de que los testaferros de ETA les aplaudan cuando hablan en el Parlamento y les lanzan ofertas a quienes están en la cárcel por sus crímenes y su crueldad. Son felices cuando el demonio les dice que van por el buen camino.

Otorgan premios literarios a un terrorista fugado de la cárcel en 1985, que sigue en paradero desconocido. Dicen que el Jurado, -nombrado por ellos, nuestros gobernantes- es independiente. Hacen gala de su neutralidad, como si se pudiera ser neutral entre el violador y la víctima, entre el pederasta y el niño, entre el maltratador y el vejado. ¿Cómo un jurado nombrado por el Gobierno socialista vasco, sostenido por el Partido Popular, pudo siquiera evaluar la “obra” de un terrorista huido de la justicia sin que se les encendiera la luz de alarma?

¿Cómo hemos podido llegar a esto? Demasiada cobardía, demasiada indignidad. Demasiado silencio, demasiado cálculo político, por activa y por pasiva. Ellos, nuestros gobernantes, han perdido hasta la piedad.

No nos dejaremos arrastrar. Nunca seremos cómplices de esa rendición, de esta traición. Nunca aceptaremos la equiparación entre víctimas y verdugos; nunca aceptaremos a las alimañas como animales de compañía. Nunca olvidaremos quién las metió en nuestra casa. Nunca descansaremos hasta que toda la historia del terror y todos sus protagonistas sean juzgados y condenados; por nosotros y para la historia

 
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