10 ideas para los políticos que tanto nos aman La única fuerza que tenemos los ciudadanos frente a los descontentos políticos y sociales en una democracia es El VOTO. En los últimos años, hemos comprobado que el número de personas que se abstienen a la hora de ejercer su derecho a votar iguala casi la totalidad de los que sí lo ejercen. Con lo que llegamos a la conclusión de que el descontento general y la desconfianza hacia la mayoría de la clase política ha llegado a un punto sin retorno y que hay que tomar una iniciativa que, cuantos menos, cambie de una vez por todas las cosas. Si todos los que no votan votaran al Pato Donald, nos gobernaría un Pato. Ahí van las primeras 10 ideas, que de ponerse en marcha, veremos cuantos políticos quedan que procesan amor sincero a un pueblo aburrido de ellos… 1.- Equiparar el sueldo de los políticos al de los trabajadores que les votan y les pagan. Desde el presidente al último concejal de España. Un alcalde hoy por hoy no puede cobrar una cifra superior a los 2.000 euros mensuales. Un ministro no puede superar los 2.500. De esta forma aquel que se dedique a la política lo hará por vocación realmente. 2.- Anular jubilaciones / bonificaciones y cualquier otra modalidad de financiación vitalícias a expolíticos, marqueses, condes, duques etc. y cualquier gasto innecesario que llene más las arcas del que ya vive comodamente. Revisar las cantidades destinadas a la Casa Real y adaptarlas a la realidad social. 3.- Modernizar de una vez la justicia para agilizarla y mejorarla reformando, a su vez, las leyes de manera que el que la haga la pague con todas sus consecuencias y en su totalidad sea de la edad que sea. 4.- Actualizar, reforzar y mejorar a las fuerzas de seguridad del estado para que puedan trabajar mucho mejor y garantizar una seguridad real y efectiva, un respeto y una tranquilidad que se ha perdido tanto en nuestras calles, casas, carreteras… 5.- Con lo que hemos ahorrado en el ajuste de sueldos y otros menesteres del punto 1, equiparar las jubilaciones de nuestros ancianos a la realidad de los costes de la vida. Hoy, un jubilado no puede cobrar menos de 1.000 euros al mes. 6.- Organizar de manera eficiente el control de inmigración ilegal y sus consecuencias y poner un poco de orden. 7.- Organizar las cárceles para que se evite la masificación y haya distintos niveles de cárceles segun los delitos, de manera que aquellos delitos leves no estén mezclados con los más graves, y la reinserción pueda ser posible aunque sea en un 1%? 8.- Organizar las escuelas en general para que sean centros de enseñanza donde el profesor sea una autoridad a respetar y se garantice un mínimo de disciplina, educación y aprendizaje imprescindibles para la convivencia. 9.- Organizar mejor las subvenciones de manera que se destinen a lo que realmente merece la pena, a empresas medianas, pequeñas y autónomos que tengan viabilidad y puedan aportar trabajo. 10.- Dejar de echarse las culpas los unos a los otros y unir esfuerzos y conocimientos para una mejora real, notable y común. Si pueden con estos diez puntos tenemos algunos más. Vereis que pronto salimos de la crisis sin tanto miting y tanta parafernalia barata. Si eso se pusiera en marcha en todo el mundo, se acababa la crisi y el hambre. Criterio Liberal. Diario de opinión Libre. |
NO SABEN QUÉ HACER …Revolución de 1789 Posted: 14 Nov 2011 11:07 PM PST Un debate televisivo que ha demostrado claramente que no tienen ni idea de Economía, que no saben qué hacer para solucionar el mayor volumen de parados de toda la UE, y que, a corto plazo, la vida sigue igual… Mark de Zabaleta |
Los votantes abandonan al PSOE Posted: 14 Nov 2011 04:48 PM PST Se acercan las elecciones generales y todas las encuestas dan ganador al Partido Popular de Mariano Rajoy. Reconozco que el primer sorprendido soy yo aunque solo relativamente. Hace tiempo vengo recordando eso de que “¡Con Rajoy es imposible!”. Pero dejemos que pase el tiempo y comprobarán la razón de ello, aunque ahora parezca que la derecha barre sin remisión, a pesar de la imagen política de don Mariano. Recuerden que en las votaciones al Congreso de los Diputados no hay democracia directa sino ‘partitocracia’ apoyada por la Ley D’Ont. Una ley que hay que modificar cuanto antes, con el fin no seguir generando más fraude social y engaño distendido. La situación de caos causada por el PSOE y el Gobierno al que apoya, precisa con urgencia seriedad y trabajo. Va siendo el momento de impedir que se beneficie a unos pocos a pesar de muchos. Hace unos días nos llamaba la atención una escena de González y Guerra con Griñán y Rubalcaba en una localidad sevillana. Con ella el PSOE pretendía capturar votos y hacer olvidar el daño y las miserias a los que ha condenado a la ciudadanía. Esa apertura de campaña se ha convertido en un chasco con una dimensión inimaginable, porque los contribuyentes han vuelto a recordar que la última legislatura de Felipe González fue la de la corrupción, la ruina de la Seguridad Social, la sanción a los jubilados que cobraban el complemento de “cónyuge a cargo”, el hundimiento de la Sanidad, el incumplimiento de los criterios de convergencia con Europa y el afianzamiento de la enseñanza concertada, restando fondos a la enseñanza pública. Precisamente, esos daños (hay muchos más, no lo duden) han hecho que la ciudadanía se espante de miedo, cierre los ojos y enfoque su voto hacia donde se difunde serenidad, tranquilidad, trabajo, buenos modos, fin del terrorismo sin negociación, fomento de la educación y reconversión ordenada de la sanidad. Las mentiras del PSOE en campaña y la no explicación de su programa oculto, apenas han cambiado las expectativas del partido que ha arruinado a tres generaciones, como consecuencia de la LOGSE del año 1990, la negociación con ETA durante los últimos siete años y la desestructuración del tejido empresarial español. A ello habría que añadir otras medidas de dudosa integridad moral, ética, política, económica y comercial. ¡Que son muchas y muy graves! Ahora mismo se precisa que alguien afiance con fuerza el timón e iniciemos la salida de la crisis. No creo que Rajoy sea el más indicado pero, si gana, está obligado a intentarlo. No nos cansaremos de repetirlo. Y así venimos anunciándolo desde la celebración del Congreso a la búlgara que el PP celebró en Valencia. El PSOE precisa prescindir del dañino Rubalcaba y, aunque sigan las peleas internas entre Patxi López, Carmen Chacón y el extremeño Vara, comenzar una renovación que no puede esperar. Lo que está claro es que España no puede perder más tiempo y cuanto antes tenga una oposición fuerte, antes podrá iniciar el equilibrio que requiere, prescindiendo de los desmanes de mediocres como los que ha apoyado el PSOE, incluso en sede ministerial, así como precisa con urgencia redefinir el concepto de igualdad, justicia social y apoyo a los más desfavorecidos. A pesar de las necesidades urgentes que requiere nuestra España, troceada y despreciada por la despendolada ignorancia de quienes han dirigido el PSOE en los últimos años, las elecciones están a la vuelta de la esquina y, de la misma forma que hubo un 11-M, aún persiste nuestro temor a que Rubalcaba saque de la chistera un conejo desorejado que vuelva a llevar a España al sufrimiento permanente, fruto del engaño teñido de fraude político y de sus ilimitadas ambiciones. ¡Que nadie cierre los ojos por si intentan volver a engañarnos por el camino de la sorpresa y de lo impredecible! Criterio Liberal. Diario de opinión Libre. |
Posted: 14 Nov 2011 11:04 AM PST El tan esperado debate entre los candidatos a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, no creo que tenga reflejo alguno en las encuestas, ni que pueda servir para modificar la intención de voto de los ciudadanos. Pero ha servido, eso sí, para saber ciertamente quién es Rubalcaba y lo que puede dar de sí. Hasta ahora, a pesar de tratarse de un hombre público nada menos que desde 1992, era un perfecto desconocido hasta para muchos de sus más directos colaboradores. Estamos ante un personaje sumamente complicado, muy calculador y distante, que disfruta como nadie manipulando la realidad social y política y ejerciendo un enorme poder a través de terceras personas. Pero siempre, eso sí, sin dar directamente la cara. Detrás de todas y cada una de las acciones ejecutadas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se adivina la malévola mano y la rúbrica de Rubalcaba. Ninguno de los demás miembros del Ejecutivo se atrevió jamás a discutirle su poder de decisión, aunque a veces lo ejercía desproporcionadamente tanto en el Gobierno como dentro del propio partido socialista. Fue él el que impuso su nombramiento como único candidato a la Presidencia del Gobierno, obviando el tan traído y llevado como impredecible sistema de elecciones primarias. Quizás no pensó detenidamente que, para aspirar a la Presidencia del Gobierno, tenía que salir de detrás de las bambalinas, actuar a cara descubierta y comenzar a ser otro Rubalcaba. Y sin pensar demasiado en los riesgos que corría, Pérez Rubalcaba se lanzó a la arena dispuesto a la lucha política en vivo y en directo para ejercer por sí mismo el poder y no a través de personas interpuestas. Desde ese momento, se dedicó a preparar un programa electoral que, según dijo, servirá “para ganar y gobernar”. Estaba plenamente convencido de que su partido sería “capaz de recuperar la confianza” de la mayoría ciudadana, para así “construir una España distinta y mejor”, según su interesada apreciación. Y con aires de profesor de otra época, comienza a explicar que hay dos categorías de políticos: los que buscan la bronca y la crispación cuando hay dificultades y los más sensatos que se dedican afanosamente a buscar soluciones. Pérez Rubalcaba, claro está, se incluye entre estos últimos. Como por otra parte, según dice, sus ambiciones y proyectos son plenamente coincidentes con la mayoría ciudadana, pensaba que le resultaría fácil “conectar” con la sociedad y dar lugar al denominado “efecto Rubalcaba”, provocando así ese ansiado vuelco en las encuestas. De ahí que, olvidándose de lo que realmente han hecho desde el Gobierno, comenzara de inmediato con su torpe cantinela de que tiene la solución para dar paso a una economía sana y competitiva, con garantías de futuro y, por consiguiente, para crear empleo. Y por si esto fuera poco, se compromete firmemente a reforzar la igualdad de oportunidades y, faltaría más, a poner en marcha las distintas reformas democráticas que piden los ciudadanos. Comenzaron los mítines y con ellos llegó la desilusión. Se desmoralizaron los suyos porque, a la vista de los resultados, el “efecto Rubalcaba” parecía cada vez más inalcanzable. Se desalentó el propio Rubalcaba al constatar lo difícil que resultaba sintonizar con la audiencia. Se dio cuenta, aunque demasiado tarde, que no era tan fácil como esperaba. Y es que resulta harto difícil vender que uno sabe cómo salir de la crisis económica y cómo crear empleo, si no solucionó el problema cuando pudo hacerlo personalmente mientras ocupo un puesto relevante en el Gobierno. Los ciudadanos piensan, siendo extremadamente benévolos, o que esas medidas no valen o que Rubalcaba no sabe aplicarlas. Y esto sin contar que, de alguna manera, ha estado involucrado en todos los asuntos turbios que, desde 1982, han afectado al PSOE, como es el caso de los GAL, las negociaciones con ETA y, para rematar, el chivatazo del bar Faisán. Que descomponga palpablemente su figura y se muestre crispado, balbuceante y agresivo, cuando está en el centro del escenario y le enfocan las cámaras, demuestra palpablemente que ha perdido hasta la confianza en sí mismo. De ahí que busque desesperadamente una mano amiga que le ayude a salir del atolladero. No le vale José Luis Rodríguez Zapatero, ya que actualmente o es un apestado político o un cadáver ambulante, y le haría aún bastante más daño. Por eso decide renovarse acudiendo a un pasado remoto, sin pensar que eso pueda ser un simple disparate o el origen de un mayor desastre. Así que acude al baúl de los recuerdos y rescata a dos viejas momias, Alfonso Guerra y Felipe González, no se si con la sana intención de no naufragar o para bajar aún más en las encuestas. Piensa Rubalcaba que es muy posible que los votantes se hayan olvidado ya de las graves implicaciones de Guerra y de González en aquellos famosos casos de corrupción y en el terrorismo de Estado. Pero es difícil que los ciudadanos, a pesar del tiempo transcurrido, se olviden de Filesa, Malesa, Time Sport, el BOE y del cargo de “conseguidor” de Juan Guerra. Tampoco es posible olvidarse de los GAL y de los fondos reservados. Tanto Felipe González como Alfonso Guerra simulan estar ellos limpios de toda culpa y despotrican ardorosamente contra el Partido Popular y, sobre todo, contra Mariano Rajoy. El protagonista en el mitin de Dos Hermanas fue Alfonso Guerra y, como en sus mejores tiempos, no dejó títere con cabeza. La emprendió contra los banqueros, los obispos y hasta contra los guerrilleros de Cristo Rey. Felipe González tampoco se queda atrás. Se emplea con tanto ardor, que hay veces que parece ser él el candidato. Afirma que los demás no saben qué es “lo que hay que hacer” y pide sin más el voto a los “cabreados” para impedir que los especuladores no se adueñen de España. Tanto Guerra como Felipe González señalan que ha sido Rubalcaba el que ha puesto punto final al terrorismo de ETA, como si esta banda criminal hubiera entregado ya las armas y se hubiera disuelto definitivamente. El discurso de Alfredo Pérez Rubalcaba, por el contrario, es un tanto displicente, demasiado desdibujado, como si hubiera perdido la confianza en sí mismo y en los votantes de la izquierda. Por eso repite constantemente, de manera un tanto cansina, que de momento son los mercados financieros los que van ganando la batalla a los ciudadanos, pero aún así no está todo perdido y que es factible invertir esa situación con los votos. “Nunca han sido tan importantes los votos. Nunca ha sido tan importante la política para parar esta marea”. Dice además que ir a votar el próximo día 20 es “más importante que nunca” para mantener el Estado del bienestar. Son los votos los que hacen “definitivamente iguales” a los ciudadanos y los que, por otra parte, construyen hospitales y escuelas. Aunque sin mucha convicción, Rubalcaba culpa a la derecha de la crisis económica que padecemos y repite machaconamente que ésta “no es nuestra crisis. Esta es la crisis de la derecha”. Pero que la derecha no se siente responsable de nada y que lo único que defiende, es nuestro derecho a arruinarnos. Desde que saltó a la palestra como candidato, sigue con su ya gastado mantra de que el Partido Popular se presenta a las elecciones con un programa oculto o, por lo menos, con un programa “calculadamente ambiguo” para ocultar sus aviesas intenciones de recortar las prestaciones por desempleo, privatizar ciertos servicios sanitarios y primar la educación privada a costa de la educación pública. A estas alturas de la política y después de lo que ha dado de sí la torpe actuación del Gobierno del que ha sido vicepresidente, sigue reiterando que gastará dinero público para abaratar la contratación de nuevos trabajadores. Para que estas subvenciones no aumenten aún más el ya elevado déficit, anuncia una medida un tanto demagógica, pero que sabe que va a ser aplaudida por la izquierda: impondrá unos impuestos especiales a los grandes patrimonios y a los más ricos y establecerá una nueva tasa para obligar a las entidades bancarias a destinar parte de sus beneficios a crear empleo. Para completar el cuadro, pedirá a la Unión Europea que retrase dos años los planes de ajuste fiscal para que la austeridad en el gasto público no siga frenando el crecimiento. Está claro que Alfredo Pérez Rubalcaba aún no se ha enterado de la fiesta, ya que sigue insistiendo en aplicar la política de gastos y de endeudamiento que puso en marcha el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Y una de dos, o cambiamos radicalmente esa política suicida que aplican los socialistas o terminamos, por la vía rápida, acompañando a los griegos en su inevitable camino hacia la quiebra segura y la miseria más absoluta. Y para que no falte nada y a pesar de las evidencias, nos dice ahora que su modelo de política y de presupuestos es precisamente el desarrollado por José Antonio Griñán en Andalucía. No se cómo puede decir esto, sabiendo que esa política ha llevado a la Comunidad andaluza a superar el 30% de paro. La inconsistencia de Rubalcaba quedó prácticamente al descubierto en el pasado debate con Rajoy, donde se comportó como un inexperto y torpe becario. En vez de explicar su programa, malgastó miserablemente el tiempo con sus acostumbradas marrullerías, preguntando y repreguntando por aspectos secundarios del programa electoral del Partido Popular. Aunque los datos cantan y evidencian un peligro manifiesto de seguir el camino de los griegos, Rubalcaba sigue con su rancio discurso. Y termina sus peroratas electorales repitiendo, una y otra vez, su eslogan de campaña: “Pelea por lo que quieres”. Claro que, en vista de que los responsables del PSOE no son precisamente “parias de la Tierra”, sería bastante más acertado sustituir ese eslogan por este otro: “Pelea por lo que tienes”, la poltrona, el coche oficial y otras muchas prebendas. Gijón, 14 de noviembre de 2011 José Luis Valladares Fernández Criterio Liberal. Diario de opinión Libre. |
Posted: 14 Nov 2011 06:42 AM PST Circulan por la red diversos informes, algunos de prestigiosos economistas y analistas, en los que nos dicen que los perversos privilegios de los partidos políticos nos cuesta el 18% del PIB; si nuestro PIB pasado se sitúa en 1.47 Billones de euros, quiere esto decir que el sistema vía de los que viven y se reparten los PGE se nos llevan la friolera de unos 190 Mil millones de euros… ¿crisis? ¿Se imaginan lo que podría hacerse en bien social, un reparto más justo y equitativo de esos 190 Mil millones? Para muestra un botón, solo de esa perversidad del uso de los PGE entre partidos y sindicatos se han repartido de lo conocido unos 600 millones de euros, si este dinero se destinara a pagar la seguridad social de las empresas se podrían financiar 1.467.000 empleos; o, si se aumentara en 200 € las pensiones más bajas, habría tres millones de jubilados que mejorarían su situación. Actualmente, de los casi cinco millones de parados hay tres millones y medio que perciben subsidio, la media de estas percepciones se sitúa en 698 €, la media de coste empresarial a la seguridad social es de 348 €, quiere ello decir que, si de las personas que están percibiendo paro se repartiera por los que no perciben y al empresario se le quitara sus aportaciones a la seguridad, NO habría paro en España, todos trabajaríamos. En estas elecciones ningún partido habla de quitar según qué subvenciones, menos las de ellos, pero aquí está la realidad, hablan de ajustes, pues les diría que vivan ellos tres meses con mil euros o un matrimonio con 752 € de pensión y que sigan revindicando “ajustes” de la misma manera que esos otros “voceros” que perciben 100 mil euros/año. Criterio Liberal. Diario de opinión Libre. |
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