La Ley de Costas, la isla de Arosa y el PSOE
En mis trabajos de topografía tuve que llevar a cabo la delimitación de algunas Líneas de Dominio Público Marítimo Terrestre (LDPMT). No era trabajo habitual en mí, que fundamentalmente, con independencia del específicamente de origen militar, consistía en planos para proyectos de carreteras, replanteos de éstas, regadíos y embalses. Pero no pude negarme a hacerlo y la realidad es que me produjo más sinsabores que satisfacciones.
Satisfacciones que recibí en la casi totalidad de los otros trabajos, a los que dedique 30 años de mi vida, con verdadero entusiasmo y que su desarrollo significó para mí un placer y no un castigo bíblico. Y algunas de las misiones de origen militar se desarrollaron en terrenos de tremenda dureza y en condiciones de peligro evidente, como, por ejemplo, fue el levantamiento del mapa a escala 1:25.000 del Riff (Marruecos), de orografía muy dura, cuando ya esta nación era independiente y los marroquíes, tras largos años de paz, estaban entregados fervorosamente a machacarse en luchas intestinas a tiro limpio por los montes del Riff.
La razón de las luchas las desconocía el pueblo marroquí, del que tengo un maravilloso recuerdo y un excelente concepto. Tal desconocimiento es compartido con frecuencia por los habitantes de las naciones que están en guerra, secuela lógica cuando la política interviene en una nación.
Otro fue el levantamiento del mapa a lo largo del paralelo de 27º40’, que marcaba la frontera entre nuestra provincia de Sahara Español y el reino de Marruecos, cuando éste empezó a emular la actuación de las naciones "civilizadas".
Levanté también las LDPMTs de las islas Canarias, de la isla de Menorca y de la provincia de Cádiz, y en todas esas zonas hubo lugar al derribo de edificios y a acciones en que se perjudicaba a particulares. En su mayor parte, algunos eran unos frescos que habían construido o tomado posesión del terreno con posterioridad a la promulgación de la Ley de Costas. Pero se dio más de un caso, sangrante, que podría ser todo lo legal que se quisiera, pero moralmente un atropello.
El más aberrante tuvo lugar en la provincia de Cádiz, donde la LDPMT afectaba a unas salinas, explotadas, según los propietarios, desde la época árabe. No supe si por la misma familia a través de los tiempos. Indudablemente, las salinas estaban en el interior delimitado por la LDPMT. Pero, en todo caso, su explotación era anterior a la promulgación de la Ley de Costas vigente en aquellas fechas, que sin contemplaciones barría derechos y medios de vida adquiridos ancestralmente.
Mi papel era meramente auxiliar: hacía el plano, sobre el que se marcaba por donde iba la LDFPMT con arreglo a la Ley y las características del terreno; relacionaba las edificaciones o terrenos afectados por dicha Ley, se publicaban en un periódico local y ahí acababa mi actuación. Comentando el hecho con los ingenieros de caminos que dirigían los trabajos, a los que correspondía la aplicación efectiva de los resultados manifiestos por los planos, estaban de acuerdo en lo inmoral que podía resultar la aplicación de la Ley, pero que nada podían hacer.
Pues ya veis: los ingenieros de caminos y yo estábamos equivocados. Bastaba que hubieran aconsejado a los propietarios o usufructuarios afectados que se afiliasen al partido político felizmente dominante (ya teníamos democracia en España), para que se acabaran sus cuitas. El mejor y más concluyente ejemplo, de claridad diáfana, puede encontrarse en lo que sucede en la isla de Arosa (Pontevedra), con la edificación conocida como "Villa Psoe" que se observa en la imagen.
Rogelio Latorre Silva
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