Diez dudas sobre la responsabilidad de la Casa Real en el 'caso Urdangarín'
Carlos Fonseca.- 24/12/2011
Llevo semanas dándole vueltas al 'caso Urdangarín', y cuanto
más pienso más dudas tengo. En estos casos lo mejor es ponerlas por escrito para
que no se enreden unas con otras y, de paso, pedir a los demás que te echen una
mano para resolver las incógnitas. Es lo que hago este sábado con ustedes. Vamos
allá.
1) Aún no sabemos si Iñaki Urdangarín se ha forrado con
negocios de dudosa legalidad, pero una de las primeras medidas que se han
adoptado ha sido retirar su imagen de cera del lugar que ocupaba junto a la
Familia Real, para trasladarla a la sección de deportes
¡vestido de paisano! Francamente, no me imagino al director del Museo de
Cera removiendo, motu propio, la efigie del yerno de los Reyes,
aunque experiencia no le falta.
¿Se acuerdan del otro yernísimo? A Jaime de Marichalar,
marido de la Infanta Elena, le llevaron al Salón del Ruedo del
museo y le colocaron detrás de un burladero cuando se anunció el “cese temporal
de la convivencia” del matrimonio, y una vez divorciados salió por la puerta
grande, pero en carretilla.
Mi impresión es que la Casa Real ordenó o autorizó la
“mudanza” para evitar que la compañía del sospechoso dañara la imagen de los
Monarcas. A esta gente no se le pasa un detalle. ¿Qué les parece?
2) Rafael Spottorno, jefe de la Casa del
Rey, anunció el pasado día 12 que ésta apartaba a Urdangarín de los
actos oficiales de la Corona porque su comportamiento
no había sido “ejemplar”. El adjetivo es un reconocimiento tácito de la
culpabilidad del marido de la Infanta Cristina. ¿De qué datos disponen para
afirmar tal cosa? ¿Se limitan a leer los periódicos? ¿Tal vez de las
conversaciones del Monarca con su yerno?, ¿Tiene el Rey
conocimiento directo de la investigación? No sé la respuesta, pero en
La Zarzuela tiran con bala.
3) Iñaki Urdangarin no está imputado, señal
de que el juez instructor carece, al menos de momento, de pruebas suficientes
para citarle como tal. Imagínense que el magistrado concluye que no está
implicado en el caso y le exonera de cualquier responsabilidad, ¿qué diría
entonces la Casa Real? ¿Cómo repararía el honor mancillado de su
yerno?
4) Si es cierto que los Reyes “recomendaron” en 2009 a
Urdangarín y a su esposa que pusieran tierra de por medio y se marcharan a
Washington, es que algo sabían de sus andanzas poco ejemplares
y esperaban que la distancia fuera el olvido. No sé cómo definir a quienes,
conocedores de una conducta impropia, como el cohecho de Francisco Camps,
intentan ocultarla. Si me echan una mano, se lo agradezco.
5) Desconozco el sueldo que cobraba Urdangarín por su
trabajo, pero seguro que estaba más cerca del de un alto ejecutivo que de un
minijobs. También ignoro el salario de la Infanta
Cristina, pero seguro que tampoco es malo. Me tengo, pues, que dejar
llevar por estas vagas deducciones para intentar llegar a alguna conclusión.
El matrimonio compró un palacete en el barrio de Pedralbes de
Barcelona por 6 millones de euros, que no es poca cosa. Puede que
tuvieran unos ahorrillos y pagaran cash, o que fueran víctimas de
la burbuja inmobiliaria y se hipotecaran hasta las cejas como muchos
otros españoles, culpables en última instancia de la crisis económica por haber
vivido por encima de sus posibilidades.
Esta última hipótesis me parece poco creíble porque el marido de la Infanta
Cristina tenía una inmobiliaria, Aizoon, y seguro que conocía
cómo estaba el percal. El matrimonio tiene cinco pisos más en Palma y otro en
Terrasa, prueba de su olfato para los negocios y de su austeridad. Me inclino
más por pensar que tenían ahorros.
6) La infanta Cristina era ajena a los rentables
negocios de su marido. Esta es la versión oficial y me la tengo que
creer porque carezco de pruebas de lo contrario. El único dato objetivo es que
la hija de los Reyes figuraba entre los vocales de la junta directiva del
Instituto Nóos que presidía su marido, pero bueno, hay muchos
empresarios que incluyen a esposa e hijos en los órganos de representación de
sus compañías para que figuren sin más y no pasa nada.
7) Expuesto lo anterior, me imagino llegando a casa y
diciéndole a mi mujer que nos mudamos del “acosado” en el que vivimos a
una mansión. ¿Me preguntaría dé dónde he sacado el dinero? No. Me daría
un beso y me diría que ya era hora de que en el trabajo reconocieran mi valía y
me pagaran como merezco. El amor es ciego. Seríamos felices y comeríamos
perdices, como en los cuentos.
8) Tampoco entiendo que todo el quipo de gestión del
Instituto Nóos esté imputado y su administrador y presidente
entre 2003 y 2006 no haya dicho aún ni pio. El juez instructor no le ha citado
como imputado ni como testigo, y digo yo que algo tendrá que decir Urdangarín,
aunque sea que desconocía que la fundación sin ánimo de lucro que dirigía era
la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones.
9) Si su señoría tiene pruebas contra Urdangarín debe
imputarlo ya, y si no las tiene debe exonerarlo para que el yerno de los Reyes
deje de ser vapuleado en la plaza pública. No puede demorar por más tiempo la
decisión diciendo que aún no ha concluido la investigación, cuando ya ha
imputado a ocho personas, entre ellas un ex presidente autonómico,
Jaume Matas, y tres ex directores generales de los gobiernos
balear y valenciano.
10) Que Urdangarín sea yerno de los Reyes no le
exime de responsabilidades penales, un privilegio del que solo
disfrutan los monarcas. Como dice un aforismo británico: “The King can do not
wrong” (El rey no puede hacer mal). Estar casada con la hija del Monarca solo da
derecho a tratamiento de “excelentísimo señor”.
Posdata: Este año no me pierdo el discurso de Navidad de Su Majestad.
Hasta el próximo sábado.
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