He estado del 21 al 28 en Estambul, teóricamente de vacaciones como cada año que aprovecho para poder visitar mi Icono personal, la llamada tumba de Alejandro, en realidad sepulcro de Abdalonides Rey de Sidón, nombrado por el gran caudillo Rey por haber impedido el paso de sus generales al jardín del palacio real para que no patearan con sus caballos las flores y los parterres que había cuidado con tanto esmero.
A la pregunta de Alejandro, ¿Quién os lo impide, el Rey?, le respondieron no es el jardinero, le mando llamar y le hizo Rey, por lo que su tumba, un importantísimo Mausoleo en forma de templo griego con los laterales esculpidos con escenas de caza y guerra de Alejandro Magno componen el conjunto escultórico más admirable de toda la Grecia Clásica del S.V A.C. Solo es comparable al Laoconte del Museo de Nápoles, ni Fidias, ni Mirón ni Praxisteles fueron capaces de semejante maravilla de autor desconocido.
La tumba autentica de Alejandro, disputada por sus generales herederos, fue llevada a Egipto por Ptolomeo I vencedor del resto, para luego perderse en el olvido, pero no así su fama que entre otras maravillas, contadas por el cine, conserva esas escenas del Mausoleo de Abadalonides en el Museo arqueológico de Estambul, escasamente visitado por los turistas de Topkapi y Santa Sofia, tan vivas como si el tiempo se hubiera detenido en ellas, fiereza y lucha magnificas que hacen honor al gran caudillo.
Teóricamente, no debía haberme enterado de gran cosa de los que pasaba en España y en el Mundo, pero no puedes huir de la tecnología que te pone los telediarios y las radios de España todos los días a tu disposición sea por el I-phone o por la TV del hotel y lamentablemente no ha habido ni creo que haya, un nuevo Alejandro pues a pesar de que Obama ha reunido a los líderes europeos conminándoles a tomar medidas anticrisis “decididas y conclusivas” más me ha parecido una reunión del “Si de las niñas” de nuestro genial Leandro Fernandez de Moratín.
Tienen que actuar con decisión y contundencia para resolverlo, en particular con los nuevos gobiernos en Italia, Grecia y España”. Al mismo tiempo, ofreció su colaboración a los europeos para salir de la crisis, aunque no precisó cómo. En el comunicado final de la cumbre, Estados Unidos “aplaude las acciones de la UE y la decisión a la hora de dar los pasos necesarios para garantizar la estabilidad financiera de la eurozona y resolver esta crisis”.
Los europeos, por su parte, aplaudiendo con las orejas piden a EE. UU. que aborde “a medio plazo” la reducción de su deuda. La verdad es que lo que ha hecho hasta ahora es el chocolatito del loro. Concretamente el ahorro decidido por Obama sobre su generación de deuda en este año es el 2. 38 % y sobre su deuda total menos de 0.02 %. Es decir nada, el nuevo Alejandro nos ha salido rana.
“Estados Unidos está dispuesto a hacer lo que le toca para ayudarles”, dijo Obama al término de la cumbre en la Casa Blanca, flanqueado por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. La afirmación, viniendo del presidente de EE. UU., es novedosa. “Si Europa se contrae, si Europa pasa por dificultades, a nosotros nos costará más crear empleo porque les vendemos muchas cosas. Tenemos interés en su éxito”, añadió.EE. UU. Teme que un agravamiento de las turbulencias europeas dañe las exportaciones a Europa y contamine a los bancos norteamericanos, como si no tuvieran nada que ver con las crisis de la que fueron origen. Lo cierto es que los Occidentales acostumbrados a vivir a cuerpo de rey haciendo deuda, no quieren renunciar a seguir viviendo igual y para ello hacen cromos que se llaman dólares o euros que les dan a los incautos chinos, indios turcos o brasileños que pronto no podrán comprar nada con ellos.
El sí de las niñas, obra teatral de Leandro Fernández de Moratín ,estrenada el 24 de enero de 1806 en Madrid, que no fue solamente un sonoro éxito de público: fue la obra de mayor aceptación de su tiempo y casi con seguridad el mayor acontecimiento teatral de todo el siglo. El sí de las niñas, sin embargo, seguía levantando odios y entusiasmos por su mensaje claramente inspirado en la Ilustración y en un llamado a que la autoridad actúe conforme a los dictados racionalistas. En 1815, con la restauración del rey Fernando VII, la Inquisición española encontró motivos suficientes para prohibir esta comedia. La prohibición se renovó en 1823, de modo que durante cerca de veinte años los españoles se vieron privados de ver en escena la obra maestra de Moratín que narra las peripecias de la madre de Francisca prometida en matrimonio al casi sexagenario don Diego, pero enamorada en realidad de Carlos, sobrino de don Diego, que al final renuncia y ambos jóvenes reciben su consentimiento para casarse.
Obama, nos quiere casar con sus políticas de mal Zapatero, de forma que nuestros tecnócratas Van Rompuy y Durao Barrroso, en realidad son los casamenteros, que pretenden arrastrarnos al matrimonio como a Francisca, mientras Rajoy deshoja la margarita apremiando a Sindicatos y CEOE a aceptar la reforma laboral, que consiste o mejor dicho debe consistir en el despido libre con contrato único, y por acuerdo de las partes, menos subvenciones y convenios y cuentos pues jamás se creará empleo si no se facilita a los nuevos empresarios la creación de empresas, pero como están mal acostumbrados, me parece que nos espera un invierno “caliente”.
Mientras los zopencos del PSOE culpan a la crisis de su pérdida electoral, y todavía no ha dimitido el principal causante el proto-candidato Rubalcaba, es más parece que va a seguir. Aviados estamos los españoles, si el nuevo Gobierno no decide otra cosa que aceptar la sumisión del Si de las Niñas, ¿Dónde andas Alejandro Magno?
Bernardo Rabassa Asenjo.
Presidente de Honor y de Relaciones Exteriores del Club Liberal Español
El negocio bancario exige que los bancos no sólo puedan hacer frente a sus obligaciones de corto plazo, es decir, que dispongan de capacidad para responder a la retirada de depósitos por parte de sus clientes convirtiéndolos en dinero cuando estos lo soliciten, sino también de todas sus obligaciones, por lo que deben procurar mantener siempre a mediano y largo plazo un conjunto de activos (bienes y derechos) suficientes para cubrir sus pasivos (deudas), lo que se conoce como solvencia bancaria.
En épocas de abundancia de liquidez internacional y bajos tipos de interés, ante la falta de ahorro de nuestra economía (bajo ahorro privado), los bancos, con el propósito de conseguir maximizar sus beneficios se vieron tentados a obtener la mayor cantidad de dinero o liquidez. Incluso, sin ninguna precaución y a pesar de lo que ocurría en los EE.UU. los bancos continuaron endeudándose para colocar créditos a sus clientes.
Cuando la crisis financiera toca de lleno a la economía española, los bancos ya no pueden seguir con su política crediticia y la liquidez del sistema desaparece. La crisis llega a las empresas y esa falta de liquidez estrangula a nuestra economía, todo ello acompañado de una burbuja inmobiliaria y financiera que se había ido formando gracias a una política monetaria expansiva y a unos bajos tipos de interés, que estalló y extendió la crisis al resto de la economía, elevando la morosidad y los problemas de muchas empresas, sobre todo aquellas relacionadas con la construcción y a particulares que se quedaron sin empleo.
Para tratar de cubrirse y asegurar su solvencia, los bancos empezaron a cuidarse de la exposición al riesgo de insolvencia de las empresas, restringiendo el crédito bancario; además, porque los bancos tenían que empezar a devolver sus propias deudas que habían contraído con en los mercados de dinero extranjeros. La posición deudora de los bancos respecto al exterior por el endeudamiento a gran escala que acometieron y la mala situación del país impidió su refinanciación en condiciones normales, teniendo que pagar cada vez más intereses si querían hacerse con el dinero, lo que terminó por apalancar a los bancos que tenían que conseguir recursos para refinanciar sus propias deudas con los proveedores de dinero, y, con un mercado interno que iba cada día a menos, con empresas muy tocadas por la crisis, con unas exigencias de recapitalización impulsadas por algunos responsables económicos e Instituciones Internacionales, los bancos no tuvieron más remedio que lanzarse a buscar capital para garantizar su solvencia.
La capitalización de muchos bancos se hizo en buena parte mediante recursos de particulares y el sector se lanzó a comercializar la llamadas «participaciones preferentes». A finales de 2008 más de 20 bancos y cajas emitieron más de 12.000 millones de euros en participaciones preferentes que colocaron entre sus clientes, con unas rentabilidades que llegaban al 8% anual y con la “garantía” de que el banco no tendría problemas para devolver el nominal de la inversión al cliente, pues encontraría entre sus propios clientes nuevos compradores de dichas participaciones. Lo cierto es que algunos bancos a día de hoy ya no garantizan la devolución de las aportaciones y los clientes ya no pueden rescatar su aportación inicial, porque los bancos establecieron cláusulas donde no están obligados a la devolución de la inversión, dado que estos activos al ser perpetuos no tenían fecha de amortización.
Lo cierto es que estas participaciones preferentes se hubieran podido vender en el mercado de valores secundario, también conocido como de negociación, que es donde se negocian títulos y valores de reventa, tal vez los clientes no habrían tenido este problema, aunque con toda probabilidad hubieran perdido parte de su aportación inicial, probablemente un 40%, pues las últimas operaciones de preferentes, muchas de estas cotizaron un 40% por debajo del precio al que se lanzaron. Lo que no se entiende es que el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores no hayan hecho nada para impedir este tipo de operaciones.
La venta de las participaciones preferentes, así como de otros productos sofisticados y de elevado riesgo para el contratante, generalmente con escasa cultura financiera; la forma de comercialización de las preferentes, en algunos casos se llegaron a comercializar como si fueran depósitos, han conseguido que actualmente 480.000 clientes de bancos y cajas, estén atrapados en este producto con una inversión media que ronda los 25.000 euros.
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