Se sabía pero existía poca evidencia al respecto: la experiencia de jugar a
videojuegos deforma la percepción de lo real y lo virtual también en un sentido
positivo. Por eso me ha parecido interesante un estudio en NewScientist:
Psicólogos de distintas Universidad denominan al fenómeno “fenómeno de
transferencia del juego” (GTP) y se demuestra en el hecho de que existen
momentos en la vida real en los que reaccionamos del mismo modo en que lo
haríamos en un juego.
No se trata de algo sorprendente, según muchos neuropsicólogos: el cerebro
está reconfigurándose de forma constante a sí mismo, creando esquemas y reglas
de la repetición que se utilizarán más tarde para optimizar la forma en que nos
manejamos en el mundo.
Además, el tema es más importante en la medida en que mejores tarjetas
gráficas y pantallas más grandes, así como tecnologías tan realistas como Kinect
convierten las experiencias en más inmersivas.
Así, parece que como venimos diciendo desde hace unos años, los videojuegos,
como cualquier otra experiencia online (hemos hablado aquí mucho de ello en
cuanto a la participación), parecen ejercer efectos demostrables sobre sus
jugadores. Personas que juegan a menudo juegos de acción, por ejemplo, superan a
los no-jugadores en mediciones relativas percepción y cognición asociadas a
estos, así como en tareas complejas de coordinación ojo-mano y mayor
sensibilidad al contraste.
En todo caso son datos interesantes, más si tenemos en cuenta el perfil
demográfico de los gamers, cómo ha cambiado desde minorías jóvenes y aisladas
hacia una media actual mucho más mayoritaria. El gamer actual tiene 34 años de
edad de media y en el 40% de los casos es mujer, juega unas 8 horas a la semana
y no sólo lo hace en consolas sino también, en un 50%, desde Smartphones.
Más gente y más tiempo conectados, en gran medida a través de dispositivos
móviles, está claro que cuando hablamos de sociedad postdigital lo hacemos no
solo una internet a imagen y semejanza de la realidad sino también viceversa.
En cuestiones cognitivas, de enriquecimiento de estímulos en cuanto a multimedia
pero también de más y mejores oportunidades para
la participación y el empoderamiento que nos están haciendo mejores.
De nuevo, los movimientos
sociales del año que acabamos de cerrar han sido solamente el
principio.
Creo adecuado este vídeo, para no perder la costumbre, para terminar:
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