TECNOLOGÍA vs PODER POLÍTICO OLIGÁRQUICO
Que vamos a tener que hacer grandes recortes que
afectarán de una forma u otra a la ciudadanía es algo evidente. Muchos más de
los que anuncian. Y si no salimos pronto de la crisis, en muy buena medida será
porque no se van a tomar las medidas radicales que las circunstancias no
aconsejan sino que obligan. Falta valor para poner negro sobre blanco lo que
este país necesita para no caer en el abismo. Y falta, sobre todo,
generosidad.
Porque no se puede predicar sin dar ejemplo. No
se pueden elevar los impuestos sangrando a la sociedad civil mientras quedan
prácticamente intactos los beneficios de la sociedad política, dígase aquellas
organizaciones que viven a expensas del presupuesto público mientras intentan
convencernos de que representan al ciudadano. ¿Cómo se puede no representar a
alguien que te financia? ¿Cómo se puede representar a alguien que no te
financia? Este sofisma ha funcionado durante 30 años. Pero probablemente no va a
durar mucho. La sociedad civil de hoy es muy diferente de la de hace tres
décadas. Contamos con un aliado excepcional, la tecnología que nos permite
unirnos desde nuestros domicilios, sin tener que salir a buscar apoyos
recorriendo el territorio nacional. Eso sólo lo podían hacer aquellos que
contaban con la financiación del Estado. No sé tiempo que le va a costar a esta
revolución pacífica llevarse por delante el sistema de falsa representación y
mínima participación actual. Es la única duda. Porque quien piense que estas
estructuras van a aguantar el embate de la ciudadanía, no ha entrado todavía en
el siglo XXI. Bienvenido.
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