Zygmunt Bauman y la educación en un mundo de diásporas
La educación en un mundo de diásporas, es el título de la
conferencia que impartió Zygmunt Bauman en Barcelona,
hace una semana, en el marco de los Debates de educación que organiza
conjuntamente la Fundació Jaume Bofill y la Universitat Oberta de Catalunya. Una
espléndida conferencia de un hombre aparentemente frágil físicamente por su
edad, pero con una potente mente que iba hilvanado conceptos como si se tratase
de una jazz session.
Bauman es un sociólogo de 83 años que ha
analizado y está analizando, con lucidez, las transformaciones de nuestro mundo
y el tránsito de una modernidad sólida, fundamentada en la estabilidad y la
monotonía, a una modernidad líquida donde se impone lo voluble y la diversidad,
donde las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para
solidificarse y, por tanto, nos vamos quedando sin patrones de referencia para
nuestros actos humanos.
Bauman es un defensor de la esperanza frente al
optimismo. Tiene esperanza en la razón y la consciencia humana, en la decencia.
Según él, la humanidad ha estado muchas veces en crisis, pero siempre se han
resuelto los problemas, la única preocupación verdadera es cuántas víctimas
caerán antes. Su pensamiento es riguroso y, a la vez, ameno, observa y analiza,
pero no busca respuestas definitivas, porque a lo mejor no existen.
En mi opinión, para entender la crisis actual en
la que estamos inmersos, hay que recurrir a Bauman, porque la incertidumbre en
la que vivimos se debe a todas estas transformaciones de nuestro mundo. Por
ejemplo, en la conferencia, en la ronda de preguntas, nos habló de que estamos
inmersos en una globalización mala, la buena está por venir. Globalización mala
porque el poder se ha globalizado (financiero, terrorismo, mafias) pero la
política sigue siendo local y no puede dar respuestas globales por esta
separación entre el poder y la política.
Volviendo a su conferencia sobre la educación en
un mundo de diáspora, desarrolló tres ideas básicas. Resumo lo que capte de
Bauman y, por tanto, no es una transcripción literal de sus palabras.
La primera idea se centraba en el concepto de la
diáspora, un modelo social de asimilación y adaptación que nos lleva a vivir
permanentemente con la diferencia. Un modelo que es la contraposición del modelo
de integración/asimilación, “el conviértete o muere de los conquistadores” de la
modernidad precedente. Diáspora que nos lleva a una transición de modelo que
lleva al mundo actual a unas dimensiones sin precedentes. Un mundo donde las
lealtades pueden ser duales, hasta múltiples, que hace difícil discernir la
pertenencia y que conlleva un combate y una negociación permanente para el
reconocimiento de la propia identidad como individuo. Un modelo que implica
sustituir las raíces por el ancla que nos permite estar fondeado en un “puerto”,
pero, en cualquier momento, podemos levar el ancla y transportarnos a otro
puerto.
La segunda idea abordaba su concepto de la
cultura en la modernidad líquida. Un modelo actual fundamentado en las
elecciones individuales que se mueven por la seducción, los deseos y las
relaciones públicas. Un modelo que se contrapone al concepto de una cultura de
normas fundamentada en la producción por parte de una élite del conocimiento y
las artes que se debe cultivar para el resto de las personas. Hoy hay que
seducir a los otros, los “clientes” y la cultura, en este contexto, es como una
especie de producto básico para este proceso de seducción. Además, con la
diáspora, se dispone de una variedad de opciones en la elección cultural y esto
colisiona con la idea de integración cultural, aspecto crucial porque cuestiona
cualquier modelo educativo fundamentado en un único patrón.
Por último, la tercera idea trató sobre la
comunicación intergeneracional. En este punto Bauman señala la ambivalencia de
un mundo online (virtualizado) y un mundo offline (real), con reglas diferentes.
Para Bauman, en el mundo virtualizado se tiene la posibilidad de recrear nuevas
identidades, por ejemplo SecondLife, y vivir en un mundo de identidades
múltiples. Otras de las características es la velocidad con lo que todo
transcurre devaluando el concepto de largo plazo y la reinvención constante.
Estos aspectos que caracterizan el mundo online,
transforma conceptos de comunidad y relación, difumina el compromiso. ¿Por qué?:
Porque las redes sociales online se fundamentan por la frecuencia y la
intensidad de participación de sus individuos que pueden, al mismo tiempo, estar
presentes en distintas redes sin generar conflictos. Y porque disponen de la
tecla “Suprimir” que permite romper, sin esfuerzos, cualquier vínculo con
cualquier individuo o comunidad. Y estas características del mundo virtual junto
con la atracción por la facilidad de romper relaciones y compromisos se
traspasan al mundo real cuestionando los conceptos solidamente asentados de
comunidad y relación, pero con el contratiempo de que en el mundo real no existe
dicha tecla y, por tanto, los procesos de ruptura son más engorrosos con una
gran carga emocional en el relación cara a cara.
Cuando Internet empezó a socializarse Bauman ya
tenía más de 70 años y, sin ser un geek, es uno de los pensadores
que mejor ha entendido el componente de socialización que conlleva la Red y el
impacto en nuestras vidas, como individuos y como seres sociales.
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