EL PRÓXIMO PUERTO
(Escrito
para la Fundación Civil) por mando a distancia
Tras treinta y siete años al frente de la nave
del Estado español en los que pese a que el pasaje al cargo del cual se
encuentra ha sufrido las graves consecuencias de haber surcado todo tipo de
aguas (fétidas y pantanosas, vertiginosos rápidos que anticipaban cataratas,
meandros interminables, gélidos líquidos que anunciaban ocultos icebergs) Juan
Carlos I ha podido gobernar el navío desde el puente de mano con gran soltura,
permitiendo, eso sí, que la tripulación haya organizado en cubierta la mayor
bacanal de la historia mientras todo el pasaje, arrinconado y a veces hacinado
en los camarotes y en galeras, se encargaba de pagar ese gran festín que ha sido
la modélica Transición.
Viento en popa a toda vela, no surca el mar
sino vuela, un velero bergantín.
José de Espronceda
Como no podía ser de otra manera, tras tantos
años de hedonismo orgiástico y dejación de funciones, la nave del Estado,
auténtico barco sin gobierno en diversas ocasiones, está a punto de naufragar en
la mar crispada que ha dejado el maremoto internacional de la crisis financiera.
Hasta ahora, la solución a nuestros problemas consistía en encontrar culpables
en la tripulación y sustituirlos por otros que adecentasen la cubierta y
rehiciesen la carta de navegación. Del capitán no se hablaba y, si se hacía,
siempre era para aludir a sus virtudes, aunque muy poco a poco y a medida que
algunos pasajeros se han ido incorporando a la fiesta, los haces solares de los
escasos días sin bruma han ido perfilando tímidamente las circunstancias
políticas que envuelven el puente de mando, descubriéndolas ante sus ojos.
Todo parece haber cambiado últimamente. Algunos
de los pasajeros que subieron a la intemperie, han contado al resto de los suyos
que hay cosas en el puente de mando que no les terminan de gustar. La mayoría de
los pasajeros no les han creído. Pero muchos sí. Y lo más llamativo es que éstos
últimos forman parte de un número sustancialmente mayor que el registrado la
última vez que alguien bajó contando cosas de cubierta.
2011 ha sido un año convulso y peligroso para el
gran patrón y ha podido marcar, quizá, un punto de inflexión aunque nada se haya
resquebrajado todavía en el puente de mando. En su transcurso, tres grandes
tempestades se han desatado y amenazan con cernirse sobre sus intereses de
permanencia.
En orden inverso de importancia, la primera es el
caso Urdangarín. Sólo en la medida en que el capitán, de momento muy bien
asistido por el sistema de megafonía del barco, sea capaz de generar
estanqueidead entre las actividades del yerno y las suyas propias, evitará que
el ciclón arroje aguas sobre su impoluto uniforme. Probablemente a estas alturas
de la ruta, dado que la megafonía sigue ejerciendo su labor, el mayor peligro se
encuentre en las posibles fisuras en la unidad del propio puente de mando.
La segunda amenaza son los fantasmas de la mal
contada historia sobre el fallido golpe de timón sufrido un lejano 23 de
febrero. Este año pasado ha comenzado a circular información que asegura que
dicho golpe se concibió desde los servicios de policía del barco y se acusa al
patrón por acción u omisión. Este sábado mismo, uno de los canales de vídeo más
independientes del barco retransmitió un programa en donde se dijeron cosas
espeluznantes al respecto de la autoría material e intelectual del golpe. La
amenaza de que la verdad se extienda en todo el barco es muy inquietante.
Por último, está por ver cómo afectan estos dos
asuntos a unas encuestas de popularidad que sin ser alarmantes si se analizan
fuera del contexto actual, sí lo son, y mucho, si se considera desde dónde
parten. La popularidad de Juan Carlos I y de la Casa Real ha perdido en una
década la tercera parte del apoyo popular, pasando de un 7,5 sobre 10 a un
4,9.
Del resultado de las tempestades anteriores
dependerá en buena medida el de esta última que, a fin de cuentas, es la amenaza
fundamental, especialmente si se tiene en cuenta que el hecho sucesorio, momento
crítico extremo en todo sistema hereditario, comienza a estar naturalmente
presente en toda aproximación al futuro.
Cómo tienen que estar las cosas para que uno de
los megáfonos más favorables al patrón se haya sacado de la manga una encuesta
que contradice los datos sedimentados durante lustros por el Centro de
Investigación del navío, y para que toda la tripulación, casi sin excepción, le
dedicase una ovación de más de dos minutos en la gala inaugural de esta nueva
singladura.
Por otra parte es lógico, pues toda la
tripulación sabe que el capitán es la piedra angular de este sistema de gobierno
basado en el blindaje de la tripulacion respecto al pasaje y en el reparto de
prebendas (consenso). Todos son conscientes de que el día que el pasaje en su
totalidad disponga del poder de la información y de la libertad de elegir a su
tripulación la mayoría puede terminar lanzada por la borda.
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