Del niño que comprendió su futuro
El niño, iba como siempre, de la mano de su abuelo. Parecía un día cualquiera, pero no lo era. Estaban llegando al parque, lucía el Sol y ya se podía salir sin abrigo. Seguramente habría alguna reunión del cole o de alguna comunidad, puesto que faltaban muchas madres de las habituales. Ambos las echaban en falta, aunque por distintos motivos.
El nieto, porque si no venían las madres, no venían los hijos y si no venían los hijos, no podría jugar con ellos. El abuelo, porque en ocasiones, las menos, conversaba con ellas, en otras, las más, dejaba vagar la mente y se retrotraía a veinte años atrás, fantaseando con lo que haría con la mamá de Kevin o de Paula (ya casi ninguno niño se llamaba Juan o María), se veía en actitudes y posturas que hacía décadas que no vivía.
Pero ese día, no era un día cualquiera. Era un día de esos, extraño “como un pato en el Manzanares” y quién sabe si “torpe como un suicida sin vocación”, el caso es que no había mayores por el parque y por tanto, tampoco niños (ni perros).
El nieto dio cumplida cuenta de su ración de colesterol, digo del “bollycao”. El abuelo, aprovechó para echarse un Reig 7. Finalizadas ambas tareas, el nieto descubrió que le aburría el último juego “del intento ese” (versión abuelo), Nintendo DS (versión nieto), con lo que optó por interrogar al abuelo:
- Oye abuelo ¿cómo se las arreglan los países para conseguir dinero?
- Con impuestos.
- Y eso ¿los pagan los ricos o los pobres?
- Ni los unos ni los otros.
- ¿Cómo? ¿Por qué?
- Los pobres, no pueden pagar impuestos, no tienen dinero y sin dinero es imposible pagarlos. Los ricos, tienen gente que les busca la forma de no pagar esos impuestos.
- ¿Entonces quienes los pagan?
- Los impuestos, los pagan aquellos que están entre los ricos y los pobres. Aquellos que sueñan con que a base de trabajo y esfuerzo, no llegarán nunca a ser pobres y puede que algún día sean ricos. Aquellos a los que, cuanto más impuestos les pongan, más trabajarán, para pagarlos.
- Y en España, hay mucha gente de esa.
- Si hijo mío, si quitas a los futbolistas, los banqueros, los políticos y los que salen en la tele, el resto somos gente de esa.
El niño, levantó la mirada hacia su abuelo y entonces comprendió todo.
Comprendió porque le tenía que cuidar su abuelo, mientras su padre y madre trabajaban 12 horas al día. Comprendió porque sus primos comían en casa, mientras sus padres buscaban trabajo. Comprendió porque los fines de semana su abuela hacía comida para toda la familia. Comprendió porque su abuelo por las mañanas se pasaba por todos los supermercados, hipermercados, “minimercados” o “tiendaslaesquina” comparando precios para luego pasárselos a todos.
Y claro, comprendió que su futuro, solo tenía cuatro caminos. Uno iba al Bernabéu, otro a La Moncloa, otro a Tele 5 y el último, el más tentador, al sillón de Emilio Botín. Que la fuerza os acompañe.
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