Conocía el libro y he recordado sus argumentos en la última charla Ted de
Sheryl Turkle. La autora de “Vida en la pantalla”, que en otros momentos mantuvo
un discurso más positivo respecto a la relación entre sociabilidad humana e
internet, me recordaba la necesidad de profundizar en el aspecto de la
Sociabilidad aumentada.
Alone Together, “Solos cuando estamos juntos” vuelve sobre el argumento de
que Internet nos aísla, de que propicia un tipo de relaciones mucho menos
auténticas que las que un día tuvimos.
En primer lugar, en este paraíso actual para los datos me gustaría observar
uno que me parecía interesante. Y es que el vídeo en youtube deja
un “insight” que no nos puede dejar indiferentes: “this video is most popular
with” male and females 45-54 and males 55-64” (este video es más popular entre
mujeres de 45 a 54 años y hombres de 55 a 64). … desde luego no se puede sentir
nostalgia de algo que no se ha tenido y parece que el tipo de miedos hacia esa
Internet deshumanizadora proviene en mayor medida de las generaciones cuyos
procesos de socialización, simplemente, no han sido los mismos.
Desde luego podemos ver el vaso medio lleno y medio vacío. ¿Solos
cuando estamos juntos o juntos cuando estamos solos? Lo que no termino
de entender es en qué punto se puede entender la conexión a cualquier tipo de
red “social” y por tanto formada por personas, como una forma de aislamiento de
las mismas. “Esperamos más de la tecnología y menos de los demás”, dice la
autora refiriéndose a tecnologías sociales… ¿Esperaríais algo de un
Facebook vacío? Esperamos tanto de las tecnologías precisamente porque
nos acercan a los demás, esperamos más de las personas a través de las
tecnologías, le respondería.
¿Habéis perdido excelentes amigos siempre dispuestos a sacrificarse por
vosotros en lo real por culpa de las tecnologías o precisamente son esos los que
más interacciones os provocan en vuestra red? ¿Tenéis la seguridad de que en
caso de necesidad es imposible que alguien en lo virtual os solucione el
problema? Muchos podemos contar experiencias en ese sentido.
El respeto y la libertad para decidir
Toca, aunque cueste si uno/a se ha socializado en un contexto distinto,
ampliar las categorías, abrazar la riqueza sin descalificar lo que se desconoce,
sin tachar de poca auténticas las relaciones que derivan de los procesos de
socialización en la sociedad red de los individuos conectados de hoy.
No creo que ni Turkle ni Putman para los medios tradicionales, ni tantos
otros/as que han alimentado la tendencia natural de la población más adulta a
pensar que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, tengan derecho a decidir para el
resto si las relaciones que decidimos establecer en internet son más o
menos “auténticas” o “satisfactorias, siendo estos dos aspectos
absolutamente subjetivos.
En todo caso, si Internet nos cambia a mejor o no a mejor dependerá de los
valores con que definamos esa mejoría. Y si hay algo que está por encima de los
valores, que es un a priori para los mismos es, creo, la libertad de
elegir. Somos más libres cuanto mayores, más ricas y variadas
son nuestras opciones (la zona de desarrollo próximo de Vygostsky nos
habla de ello, las teorías del empoderamiento también) y desde ese punto de
vista es indudable que las redes sociales en internet nos amplían,
aumentan las posibilidades de socialización pero en ningún caso obligan a nadie
a su adopción.
Las tecnologías en sí mismas sirven para aumentar infinitamente las
posibilidades de conectar, por lo menos las de la web social y es contradictorio
decir que aíslan. Si aíslan, en todo caso, no de las relaciones sociales sino de
la relación social “física”, es porque se ha preferido, haciendo uso de una
libertad que creo que los teóricos del aislamiento subestiman, así. Soy libre
de preferir relaciones virtuales a reales, libre incluso de decidir lo que es o
no real para mi en el complejo ámbito de las relaciones sociales.
Hablaremos pronto del complejo binomio entre extroversión en introversión,
del nuevo introvertido conectado (el extrovertido, probablemente, no necesitó de
las tecnologías para conectar) que acentúa todavía con más fuerza algo que
muchos psicólogos ya intuíamos: que son muy pocos los tipos puros y muchos los
matices.
Sociabilidad aumentada
Hiperrelaciones, Neorelaciones, una de las analogías que en mayor medida me
ayuda a explicarlo es la que me llevó a empezar a hablar de “Sociabilidad
aumentada”. Tanto la sociabilidad humana, parte esencial de nuestra naturaleza
como las posibilidades de socialización en el mundo offline siguen ahí y el
hecho de añadirles una capa que se puede o no elegir no implica que se
desvirtúen. No lo entendemos así en el caso de la realidad aumentada: ¿Podrían
dejar de restaurarse antiguas obras culturales porque existe la realidad
aumentada que puede embellecerlas?
Del mismo modo no tiene sentido pensar que la sociabilidad aumentada
desvirtúe lo que continúa siendo su esencia: la irrenunciable pulsión social del
ser humano.
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