La mayoría de
las comunidades autónomas están en manos del Partido Popular, por lo que evitar
el descontrol debería ser cosas de niños y hacer una legislación para el control
no es difícil.
A nadie le sorprende que ahora se destape el
descontrol y abusos de las comunidades autónomas. En algunos casos se han
llenado de funcionarios con cometidos difusos y, en muchos otros, sin cometidos
de ningún tipo; pero había que dar empaque, forma, criterio y disimular al
máximo, es más, había que dar la forma de un Estado, aunque se duplicaran o
triplicaran funciones. Ahí tienen las barbaridades del País vasco y de Cataluña:
policía autonómica, embajadas, pretensiones de Hacienda autonómica, competencias
en Justicia,… y muchas otras atrocidades que no tienen sentido. Incluso, en las
comunidades de vía lenta y estrecho pensamiento, como Castilla-León, existe un
sinfín de competencias duplicadas y triplicadas con un gasto adicional
incomprensible e innecesario; no hay más que echar una ojeada a las
Universidades y a la educación no universitaria para comprobar la mala
planificación, que ahora se empieza a reconocer porque no llega el dinero.
Por cuestiones como las indicadas, las autonomías
españolas son el verso suelto de la política nacional y la fuente de sospechas
de la Unión Europea. No hay más que estar mínimamente informados para comprobar
que los altos ejecutivos del BCE han indicado que “una de las principales
causas de la desconfianza de los mercados hacia España residía en la falta de
control por parte del Gobierno hacia las cuentas de las autonomías, y que
controlar de una manera efectiva y eficaz esas cuentas y el destino del
presupuesto que gestionan es fundamental para generar confianza”.
Ahí es nada: la propia Constitución española
puesta en entredicho; claro que, muchos de nosotros, hace años que venimos
pidiendo su modificación y modernización. Millones de españoles se dejaron
embaucar en 1978 y, pasada una treintena larga desde su aprobación, no admiten
que las cosas se gastas, ajan, envejecen y desfasan. Tienen que venir otros
para hacernos ver la estupidez que mantenemos vigente. Hay tres cuestiones
fundamentales que nuestra Constitución ya no puede soportar más: todo lo
referente a los sindicatos, las comunidades autónomas y la sucesión.
En este momento, la mayoría de las comunidades
autónomas están en manos del Partido Popular, por lo que evitar el descontrol
debería ser cosas de niños y hacer una legislación para el control no es
difícil, independientemente de lo que diga la izquierda, siempre dada a poner
palos al progreso e interferir en el futuro esperanzador de la ciudadanía y del
empleo.
No hay que llevarse las manos a la cabeza por la
intervención de las comunidades autónomas por parte del Banco Central Europeo.
Ante todo debe hacerlo el Gobierno central pero, llegado el caso y si demuestran
ineficiencia como hasta ahora, debe ser el BCE quien controle a las comunidades
autónomas. Y debe hacerlo con prontitud, dureza y nula improvisación.
¿Cuáles son los principales errores de las
autonomías? Pues miren ustedes: el tremendo y descontrolado tamaño de las
mismas; la ineficacia y demostrada ineficiencia de su administración y
burocracia; el consumo de ingentes cantidades de dinero mal utilizado; el
desprecio por los servicios básicos: educación y sanidad; el brutal tamaño de
personal para no llegar a ninguna parte reconocida; el afán de consumo y presión
hacia el Estado central; la duplicidad, y a veces triplicidad, de funciones
ineficaces e inútiles; el abuso y enfrentamientos con el estado central y el
error de querer ser Estado, nación o país, cuando solo son regiones
administrativas, sin más.
Todo lo indicado en el párrafo anterior lleva a
un gasto desorbitado y descontrolado. La eliminación del déficit y la salida de
la crisis pasan por adelgazar de forma inmediata e importante ese caudal. No
afrontar la realidad y pretender echar más dinero público en las comunidades
autónomas supone seguir metiendo dinero en un saco roto, inservible, trasnochado
y agónico.
A nadie debe sorprender que desde distintas
entidades, fundaciones y organizaciones españolas se haya pedido a Bruselas su
urgente intervención, al no hacerlo el propio Estado central; máxime cuando se
ha descubierto la ignorancia socialista en la gestión y el abuso administrativo
de la derecha política y financiera.
La España de las autonomías no da más de sí, por
eso nos sorprende que hasta ‘la Joya de la Corona’ de Castilla y león –
la actual alcaldesa de Zamora – apoye la existencia de las autonomías;
posiblemente no por credo firme y sí por no molestar al todavía presidente
Herrera Campo, Juan Vicente, quien — dicho sea de paso — puso todas las
cortapisas posibles para que Rosa Valdeón Santiago fuera ministra del primer
Gobierno de Mariano Rajoy. Ya saben, al buen entendedor…
Jesús Salamanca Alonso
Criterio Liberal.
Diario de opinión Libre.
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