“España tiene un problema de credibilidad”, dice Bruselas. En realidad
significa que llevamos años pidiendo sin parar y tenemos tanta deuda
acumulada, que los intereses que pagamos para saldarla se nos comen por los
pies. Nuestro endeudamiento es insostenible y es improbable que podamos
liquidarla.
Los mercados analizan la realidad, derruido el dorado de la construcción,
España no da ninguna muestra de tener un objetivo que dirija la recuperación.
PP, PSOE sólo se entienden cuando se trata de proteger sus intereses, no
demuestran autoridad, ni siquiera para fulminar a los corruptos de sus partidos,
han agotado los recursos en tonterías, y crear empleo en estas circunstancias
es casi una utopía.
La varita mágica que tenía preparada Rajoy es la misma que la de Zapatero:
obedecer a Merkel, mortificando a la población mientras se protege a la banca.
Recortes, impuestos, subida en los servicios básicos y poco crédito. Nos piden
arrimar el hombro, pero ni con el cuerpo entero vamos a ser capaces de sostener
la actividad diaria del país y además pagar la deuda. ¿Pero cómo va a creerse
nadie que unos habitantes empobrecidos tienen la fuerza de Sansón?.
Se ve de lejos que las reformas deberían haber ido por otro lado, pero
obedecemos a pies juntillas lo que Alemania manda. Sospecho que es tarde para
que nadie nos tome en serio. Intuyo que estamos lejos de la recuperación
económica pero cerca de un terreno abonado para fanáticos y mesías y es en este
punto donde ahora deberíamos redoblar esfuerzos.
Intervenciones para solucionar el descontento social deberían ser la máxima
prioridad en estos momentos.
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