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miércoles, 16 de mayo de 2012

Feijoo pide llorando que los amos de las cajas devuelvan el dinero, pero y los políticos de la casta corrupta, con pensiones vitalicias como le quedará a él y sus prestaciones sociales, qué Alberto tú eres diferente.


NUÑEZ FEIJOO CASI LLORANDO POR LA CAJA GALLEGA

Feijóo se lo ha exigido por carta a MAFO

Los ex amos de las cajas gallegas deben devolver sus obscenas indemnizaciones

El botín expoliado a las Cajas debe ser recuperado

Javier González Méndez, 15 de mayo de 2012 a las 10:07
Alberto Núñez Feijóo ha sido el primer presidente autonómico que ha dado un puñetazo en la mesa del mundo financiero español. El pasado viernes declaraba en el programa "La Ventana", de Gemma Nierga, que le había pedido por escrito al Banco de España que se les exija a los gestores de las Cajas gallegas la devolución de las obscenasindemnizaciones percibidas.
Más vale que lo pida él, que le hagan coro De Guindos y Rajoy, que lo respalde sin la mínima objeción Rubalcaba y los partidos representados en El Congreso, que se lo plantee el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Poder Judicial, no vaya a ser el diablo de que al pueblo se le acabe la paciencia.
Esta ley del embudo en el que la parte estrecha de la ejemplaridad le toca siempre a los débiles y anónimos ciudadanos, y se va ensanchando paulatinamente ante los poderosos, los protegidos, los "blindados", está matando a la democracia. La convierte en una palabra vacía de contenido. La usan como disculpa y como parapeto inexpugnable los cobardes que ahora gritan desde todas las tribunas: ¡la patria está en peligro!
Se puede resistir a un Rajoy, a un De Guindos, a un Feijóo anunciando cada día que los ciudadanos se aprieten un agujero más los cinturones, pero sólo si empiezan a rodar cabezas. Si los que han desplumado a éste país empiezan a devolver los botines. Si el PSOE entona el mea culpa por las acciones y omisiones de Zapatero y PP y Rubalcaba juntos le dan una patada en el culo al tal MAFO, lo inhabilitan a perpetuidad, no le conceden reducción de pena y no le aplican la tibia legislación vigente que le ha permitido hacer de su capa un sayo y del sistema financiero español una red de cuevas de ladrones.
¿Quién regula al Gobernador del Banco de España, que a su vez es el regulador de la cosa financiera? ¿No les da vergüenza a todas las generaciones de diputados que han pasado por el Congreso, haber dejado tantos vacíos legales, tantos agujeros negros en la relación entre la Banca y sus usurarios? ¿Pueden mantenerle la mirada a cualquiera de las centenares de miles de víctimas de las Participaciones Preferentes? ¿Qué coño estuvieron haciendo, legislatura tras legislatura, en los sagrados escaños de las Cortes Españolas?.
No vale mirar para otro lado mientras los Gayoso, los Méndez, los Varela y los Pego se plantean vivir tan ricamente, y nunca mejor dicho, habiendo recibido compensaciones multimillonarias por nefastos y perversos servicios prestados a la comunidad. ¿Cómo se le puede pedir a una sociedad desmoralizada que levante el ánimo, que afronte el oscuro futuro con entereza, si se puede cruzar por las calles de sus ciudades con esos tipos que han cogido el dinero y se han echado a correr impunemente?
¡Que lo devuelvan todo, un euro tras otro! Y luego que le den las gracias a un pueblo generoso si les exime de la cárcel. Sin disculpas de legislaciones vigentes; sin principios de no retroactividad; sin esa trampa de las garantías jurídicas que siempre permite irse de rositas a los nuevos aristócratas en esta vieja sociedad medieval española. La presunción de inocencia es una hermosa figura que se merecen las personas que permiten dudar a la sociedad de su presunción de culpabilidad.
Pero en la Cajas de Ahorros gallegas ha habido demasiado dolo, demasiada nocturnidad, demasiada alevosía, demasiado uso y abuso de información privilegiada, demasiada publicidad engañosa, demasiado contrato blindado, demasiado nepotismo, demasiado ventajismo, como para que ahora le tiemble el pulso a cualquiera de los poderes de Montesquieu.
¡Qué saludable sería que Abel Caballero, el alcalde de Vigo que intentó elevar a los altares a Fernández Gayoso y José Luís Pego, reconociese ahora que sus héroes de antaño se han convertido en villanos que se lo han llevado crudo, que disfrutan de sus exilios dorados y que pasan olímpicamente de los humildes damnificados que se han dejado sus ahorros en la trampa de las Preferentes. Pero Abel es uno de los suyos. Él sabrá por qué guarda silencio. Por qué practica el repugnante papel de silencioso escudo humano.
O Rajoy y De Guindos obligan al Banco de España y a Europa a devolver a las víctimas lo que le han robado los verdugos, o las víctimas acabarán entrando en erupción volcánica y sitiarán las casas donde los miserables financieros atesoran sus botines, usurpados en una guerra sucia de guerrillas burocráticas, de letras pequeñas, de complicidades con las respectivas "fuerzas vivas" de sus ciudades. Después, que nadie se rasgue las vestiduras.
Por lo menos Feijóo ya ha movido ficha. MAFO ya tiene una carta del Presidente de la Xunta exigiendo que los Gayoso, los Varela, los Méndez y los Pego se queden, si quieren, con el rosario de su madre, pero devuelvan todo lo demás.
 
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