«A la vez que el volumen craneal de los homínidos
sufría este incremento espectacular, sobrevino otra transformación asombrosa de
la anatomía humana. Tal y como ha observado el anatomista británico sir Wilfred
Le Gros Clark, de la Universidad de Oxford, se produjo una remodelación total de
la pelvis. Con toda probabilidad se trató de una adaptación para facilitar el
parto de la generación de individuos dotados de una consistente masa cerebral.
Si en la actualidad se produjera otro agrandamiento sustancial de la banda
pélvica en la región del conducto natal, las mujeres verían muy dificultada la
tarea de caminar. (Al nacer, las niñas poseen una pelvis y una abertura ósea
mucho más grande que la de los niños; al llegar a la pubertad, la pelvis de la
adolescente vuelve a sufrir un notable agrandamiento.) La aparición paralela de
estas dos efemérides evolucionistas ilustra fehacientemente cómo opera la
selección natural. Las madres que habían heredado pelvis dilatadas pudieron
engendrar criaturas dotadas de cerebros grandes que una vez llegadas al estado
adulto y a causa de su intelecto superior competían ventajosamente con la
descendencia, menos dotada cerebralmente, alumbrada por madres con una abertura
pélvica más reducida. En los tiempos pleistocénicos el individuo que poseía un
hacha de piedra era quien tenía más probabilidades de salir victorioso en una
disputa. Y lo que es más importante, era mejor cazador. Pero la invención y la
construcción ininterrumpida de hachas de piedra exigía mayores volúmenes
cerebrales.
Que yo sepa, el alumbramiento es normalmente doloroso en una sola de los millones de especies animales que pueblan la tierra: la del ser humano. Posiblemente ello sea consecuencia del reciente e incesante incremento de la capacidad craneal. El cráneo de los hombres y mujeres de nuestros días posee doble capacidad que el cráneo del H. habilis. El alumbramiento es doloroso porque la evolución del cráneo humano ha sido espectacularmente rápida y reciente. El anatomista norteamericano C. Judson Herrick aludió al desarrollo del neocórtex en los siguientes términos: "Su formidable crecimiento en la última fase filogenética constituye uno de los ejemplos más llamativos de transformación evolutiva que conoce la anatomía comparada". El cierre incompleto del cráneo al nacer, la hendidura de la cubierta ósea llamada fontanela, es con toda probabilidad una adaptación imperfecta a esta reciente evolución del cerebro». Los dragones del edén (1978) [Extracto del libro escrito por Carl Sagan] Enlace permanente |
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