Crisis, rescate… ¿Sirve para algo no llamar a las cosas por su nombre?
El Gobierno está empeñado en no usar la palabra 'rescate' para hablar de la ayuda europea de 100.000 millones a la banca española. Recuerda a Zapatero tratando de eludir la palabra 'crisis'. Pero, ¿sirve realmente de algo utilizar eufemismos y no llamar a las cosas por su nombre?
El ministro de Economía, Luis de Guindos, que fue el encargado de anunciar que el Gobierno de España tenía “intención de solicitar financiación europea para recapitalizar los bancos”, matizó rápidamente que “esto no tiene nada que ver con un rescate, es apoyo financiero”. También Mariano Rajoy vendió el rescate bancario como un logro, pero en ningún momento se refirió al aporte de 100.000 millones a la banca española como rescate. “No voy a entrar en debates nominalistas”, zanjó el presidente.
Incluso, el Gobierno ha dado orden al equipo de comunicación del Palacio de La Moncloa de no hablar y de no emplear el término ‘rescate’. Al igual que está haciendo el presidente del Gobierno o el ministro de Economía, tienen que usar otro tipo de palabras cuando hablen de la ayuda europea que recibirán los bancos españoles que lo necesiten: ‘Préstamo en condiciones ventajosas’, ‘Apoyo financiero’ o ‘Crédito’ son algunas de las posibles alternativas. La indicación ha partido directamente de la secretaría de Estado de Comunicación: el personal que atiende a los periodistas en las llamadas telefónicas que realizan a La Moncloa no puede emplear el término –véalo aquí-.
La prensa internacional no encajó bien la insistencia del Gobierno español de evitar la expresión rescate, a pesar de confirmar que solicitará dinero a la Unión Europea para sanear el sistema financiero. Algunas de las críticas que se lanzaron al Ejecutivo fueron: “Tú dices tomate, y yo digo rescate” (Time), “Rajoy y De Guindos han ofrecido un espectáculo cómico” (The Economist), “Sencillamente, no lo llames rescate” (The Economist), “Rajoy ha fallado como comunicador” (New York Times) o “Rajoy y De Guindos se resignan a ser muertos vivientes”, dando a entender que ninguno de los dos esta dispuesto a pasar por la humillación del rescate para marcar distancias claras con sus homólogos de Grecia, Irlanda y Portugal. (Financial Times). España no ha sabido vender fuera el rescate a la banca. Y es que tampoco los medios europeos están ofreciendo una versión similar a la sostenida por el Gobierno español –pinche aquí-.
El consenso de los expertos en materia lingüística es claro. El eufemismo, o lo que es lo mismo, el no llamar a las cosas por su nombre, resulta bastante efectivo. Es una palabra o expresión políticamente aceptable o menos ofensiva que sustituye a otra de mal gusto o tabú, que puede ofender o sugerir algo peyorativo al oyente.
Los eufemismos son muy empleados en el lenguaje políticamente correcto para evitar posibles ofensas a grupos de individuos. Son comunes en la política para camuflar o hacer que suenen más naturales las políticas impopulares, o reducir el impacto al comunicar una crisis económica, como en este caso. También tienen la intención de desorientar, evadirnos, o evitar hacernos conscientes de una realidad cruda y desagradable.
Eso si. Su efectividad es limitada. Según apunta el catedrático de Lengua Española en la Universidad de Navarra, Manuel Casado, mientras el eufemismo si resulta útil para convencer al gran público -aquel que se queda simplemente con los titulares de los periódicos- no está tan clara su garantía con las personas más familiarizadas con el lenguaje especializado, en este caso, del mundo económico y financiero. Es un público mucho más difícil convencer y persuadir a través del eufemismo.
Y es que en los mercados, el efecto cosechado ha sido totalmente el contrario. Ha contribuido a generar mayor incertidumbre entre los inversores internacionales, que se muestran escépticos porque no conocen todavía la letra pequeña del acuerdo europeo para ‘salvar’ a la banca española. Se reclama una respuesta de la Unión Europea a la crisis, una verdadera apuesta por el euro. Y no quieren cambios de rumbo bruscos cada cinco minutos.
También el director del Máster de Comunicación Institucional y Política de la Universidad Carlos III de Madrid, Álvaro Matud, opina que el recurso al eufemismo sirve de mucho. Le da una importancia vital al nombre que se le da a las cosas. Y defiende que la intención del Gobierno no es mentir, ni negar la realidad. Su objetivo es contextualizar y desdramatizar al máximo. Busca que los ciudadanos activen en su cerebro un tipo de reacciones positivas, desmarcándose de la palabra rescate, que puede rápidamente dar lugar a una sensación negativa, si le viene a una persona a la mente la situación en la que han acabado países como Grecia, Portugal e Irlanda. Viene a decir que no es lo mismo presentarle al ciudadano una botella medio llena, que medio vacía.
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