El sucesor de Rubalcaba se puede llamar Arangüena pero no Rubalcaba: ¿O no?
José Luis Gómez
Editor de MUNDIARIO. Autor del libro 'Cómo salir de esta'. Columnista de Europa Press y de El País. Colaborador de TVG, Radio Galega y La Región. Dirigió Capital, Xornal y La Voz de Galicia. Ex director editorial de Grupo Zeta. Este site compila artículos publicados en MUNDIARIO, El País, OTR/Europa Press, El Periódico de Catalunya, Capital, Xornal.com, Xornal de Galicia y Forum desde 2000.
El abogado Pablo Arangüena, en Las Médulas. / Facebook
El influyente diario El País -se supone que en serio- titula: "Patxi López sobre las primarias del PSOE: 'No me pondré de perfil'”. Y, cualquiera sabe si en serio o no, también publica este otro titular: "Susana Díaz tendrá un papel satisfactorio en la cumbre". En la cumbre del PSOE, se entiende, eso que llaman conferencia política.
Menos mal que no salen también en El País estas otras personas que rodean a Rubalcaba y que apenas saben hablar, por mucho que les hayan dicho que vocalicen des-pa-ci-to mensajes con los que acostumbran solemnizar auténticas obviedades.
Viendo los telediarios, es posible -incluso probable- que muchos españoles piensen que realmente en el PSOE no hay nadie con nivel para relevar a Rubalcaba, rodeado como está por unas personas que en tiempos de Felipe González estarían haciendo fotocopias de los comunicados, en el mejor de los casos.
Por eso mismo, tal vez está tan extendida la idea de que en el PSOE no hay nadie para liderar el partido. Y no es verdad. Claro que hay socialistas en España preparados y con buena imagen. Lo que no hay es voluntad de abrirles el paso por parte de una dirección que, siendo sinceros y educados, da pena; porque lo que realmente da es otra cosa que nos vamos a callar.
Es todo tan absurdo y surrealista en el PSOE de Rubalcaba que ahora nos cuentan que un líder amortizado promueve la redacción de nuevas ideas que tendría que 'vender' el vencedor o vencedora de las primarias, y que además no toca hablar de Cataluña ni de primarias.
Tamaño disparate político -toda una nueva modalidad de ponerle puertas al campo- equivale a pensar que el futuro del cine pasa por un buen guión para Faye Dunaway o Glenda Jackson pero no para Jennifer Lawrence o Natalie Portman. Y de Scarlett Johansson, ni hablar, claro. Mejor, volvamos a la ochentera Shirley MacLaine.
Todo esto también viene a cuento de algo que, de manera absolutamente espontánea, acaba de suceder en MUNDIARIO con un perfil sobre el abogado socialista Pablo Arangüena, escrito por el también socialista Ángel Burgos Veiga, que es un comentarista emergente de este periódico.
Fue todo un bombazo en visitas y no solo eso: muchísima gente se puso a comentar en las redes sociales las bondades de Pablo Arangüena, que dicho sea de paso es un abogado brillante que le da mil vueltas a cualquiera de estos -y de estas- que nos dicen que pueden liderar el PSOE.
A pesar de que su perfil es bueno, si se observa desde fuera, desde dentro sabe que tiene más posibilidades de escalar el Everest sin oxígeno que de ser algo más que un pequeño agitador político en el PSOE, que es lo que ha venido siendo cuando ha tenido tiempo y ganas.
Así, es prácticamente imposible oxigenar la política española, y el PSOE, en concreto, padece una anoxia incurable, que se reproduce, de forma parecida, a niveles autonómicos y locales. Antes, el nivel presidente lo marcaba Felipe González; en el nivel ministro podían estar Maravall o Solana; de secretario de Estado, nada menos que De la Dehesa; de nivel presidente autonómico hablábamos de Maragall, y de nivel alcalde, del propio Maragall, de Tierno Galván o de Francisco Vázquez, en sus buenos tiempos.
Por caridad con los de ahora -salvo excepciones como Gómez Besteiro-, mejor no hagamos ningún paralelismo. No pongamos nombres para no humillar públicamente a nadie.
Pero si el PSOE, sus militantes y sus votantes lo desean deben de saber que Pablo Arangüena existe, y que hay más como él.
En realidad, son muchos los socialistas que saben que hasta que no haya una catarsis total en el PSOE no tienen nada que hacer. Y no es menos cierto que, aunque ven esa catarsis como algo casi imposible, siguen ahí, esperando el milagro y tratando de fomentarlo cuando tienen tiempo. @J_L_Gome
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