PARADOS DE LARGA DURACION
Y la lacra administrativa
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Que la administración funciona mal, muy mal, es algo sabido,
pero lo que nos demuestran cada día es la total falta de voluntad por solucionar
las cosas que son fácilmente solucionables. Lo que resulta ridículo y abusivo
(entre otras miles de cosas) es que los PARADOS DE LARGA DURACION se vean
obligados a incluir en sus declaraciones de renta las ayudas (miserables para
más detalle) recibidas por su paupérrima situación económica.
Sería de toda lógica y no hace falta ser ningún Einstein para
llegar a esa conclusión, que este tipo de ayudas, tanto las dirigidas a los
PARADOS DE LARGA DURACION como a otros colectivos en otras circunstancias similares,
estuvieran exentas de ser declaradas. ¿Qué sentido tiene dar una ayuda de
subsistencia para luego obligar a declararla en la renta con las posibles
detracciones fiscales que eso puede acarrear en según qué casos?
Pero la lógica nunca se ha llevado bien con la administración, y
quienes nos administran nunca han tenido voluntad de solucionarlo. En el fondo
prefieren que todo esté mal y embarrullado, entre ciénagas donde las
interpretaciones sean múltiples y dispares porque eso les da a ellos más
seguridad. El administrado lo tiene más difícil si las leyes son absurdas y si
se modifican a menudo y se enrevesan con reales decretos. La administración se
regodea en su propia m..... porque es como se siente a gusto.
Según la Ley del IRPF, las ayudas a los PARADOS DE LARGA
DURACION constituyen un hecho imponible según reciente consulta vinculante de
17 de septiembre de 2013 realizada ante la Dirección General de Tributos. Según
ellos no es posible otra interpretación, pero lo que no tienen en cuenta es que
es absurdo y que sin duda no era esa la voluntad política cuando se
establecieron las ayudas. Evidentemente no pensaron en ello (en este país poca
gente piensa). Pero que no pensaran en ello entonces, no justifica que después
de renovar reiteradamente las ayudas año tras año a los PARADOS DE LARGA
DURACION no hayan hecho ninguna enmienda a la ley que de manera clara y justa
deje estas rentas fuera de la declaración como exentas.
En fin, que admito que pudieran haberlo omitido la primera vez,
pero que sigan diciendo que no cabe más interpretación que la de declarar las
rentas, me pone enfermo.
¿Alguna vez se instaurará el sentido común en nuestra querida
Hacienda? ¿Quién no se ha planteado alguna vez la insumisión fiscal ante tanto absurdo y
abuso?
Ramón Cerdá
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