Liquidación final
Autor:
Manuel Meiriño, Abogado del SUGC Por los derechos Humanos de la Guardia Civil.
Hace unos días estuvo en un
instituto de Santiago el escritor Petros Markaris, el cual, a través de su
trilogía de novelas policíacas, relata la situación de corrupción,
desesperación, caos económico, frustración ciudadana y rabia de su país. El
escritor y periodista siciliano Leonardo Sciascia desveló en una rigurosa trama
policíaca (El día de la lechuza) los poderosos mecanismos de coerción y de
ejercicio del poder por parte de la Mafia en los ayuntamientos a través de la
construcción y de las concesiones municipales; y en su última novela, Una
historia sencilla, detalla de manera complicada, pero breve, las relaciones
entre la Mafia, el narcotráfico y la corrupción, derivados a su vez de su
íntima relación con el poder político y económico. Sciascia mantenía que el
Estado italiano no existía como tal. El sustento son los grupos de poder.
Polemista empedernido, Sciascia afirmó: «Si no hay Estado, no hay razones de
Estado, salvemos pues a Aldo Moro».
Un periodista de investigación,
Antonio Salas, publicaba hace pocos meses una extensa novela, Operación
Princesa; un relato crudo y terrorífico con múltiples historias simultáneas del
mundo de la droga, blanqueo de dinero, asesinatos, tráfico de armas y mujeres,
así como las altas tramas de corrupción en las esferas del Estado y de la
Administración. El autor, por medio de un personaje, de manera soterrada, le
hace un homenaje a la titular de un juzgado de instrucción de Lugo. Esperemos
que Antonio Salas no siga el mismo camino de Roberto Saviano, quien manifestó recientemente
a la prensa que había arruinado su vida.
No quiero olvidarme de otra gran
novela, Pan e coitelo, de un excelente escritor ourensano, Bieito Iglesias, que
describe los comportamientos del poder de nuestras instituciones autonómicas en
el epílogo del fraguismo.
Un país como España, donde casi
el 100 % de su ciudadanía cree que la corrupción está extendida por todo el
aparato de la Administración del Estado y que sus políticos, como gestores del
interés público, son una carga y no una solución a sus problemas, un país así,
tiene una grave crisis.
Conocedores de esta realidad,
nuestros dirigentes nos dan soluciones inspiradas en el gatopardismo: «Si
queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie».
España tiene un problema muy
grave y su solución está en la enseñanza de padres y abuelos: honestidad,
humildad, honradez y, sobre todo, sentido común. Si eso nos falta el día de
mañana, nuestros hijos y nietos nos señalarán como responsables de haber
heredado no una sociedad democrática, sino una inmensa cloaca. Volveríamos a la
emigración -cualificada, pero emigración-, el máximo desgaste de una sociedad,
al desgarro de un país que se hundiría definitivamente y sin una segunda
oportunidad.
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Publicado por José Carlos: para La verdad en tu asesoria EIA el 3/02/2014 02:11:00 p. m.
Publicado por José Carlos: para La verdad en tu asesoria EIA el 3/02/2014 02:11:00 p. m.
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