Somos seres emocionales pensantes, sin embargo muchas veces la
emoción nubla nuestra razón, siendo la emoción la que comanda nuestro actuar
ante una determinada situación, sin pasar antes por el filtro de la razón. Y
comúnmente cuando esto sucede, solemos tener resultados no deseados e
inclusive tener que llegar a recoger agua derramada.
Uno de los mayores desafíos de los Líderes es aprender a
gerenciar sus emociones. El reto actual de las Organizaciones es ser
dirigidas y conformadas por personas que posean destrezas emocionales para
asumir el compromiso de construir empresas más humanas, y simultáneamente,
hacer más productivo y satisfactorio el ambiente de trabajo.
¿Qué crees que pueda pasar si un Gerente llega al trabajo en
la mañana molesto, lleno de rabia por algún percanse experimentado en el camino
y descarga esa rabia en alguno de sus colaboradores?. Seguramente el Gerente
se sentirá por un momento aliviado porque ya descargó su molestia -claro está
sin tener una visión de las consecuencias- sin embargo el colaborador por su
parte se puede sentir humillado, maltratado e irrespetado... cuando vemos
este tipo de casos entendemos porque hoy en día muchas personas no se llevan
bien con sus jefes, entendemos la fuga de talentos de las organizaciones y
entendemos inclusive porque muchos de estos trabajadores toman represarias
hasta legales como forma de venganza hacia este jefe y a la final la empresa
pagando los platos rotos. De hecho sin irnos muy lejos, este ejemplo muchas
veces también sucede en las familias, donde hay una descarga emocional injusta
con los seres más amados y los que más nos aman.
En sí no existen emociones positivas o negativas, todas tienen
un toque de luz y oscuridad dependiendo de la forma en que nosotros las
gerenciemos. Gerenciar nuestras emociones no significa dejarlas de sentir,
suprimirlas o esconderlas, eso sería dañino tanto emocional como físicamente.
Gerenciar nuestras emociones implica ser asertivo y esto no es más que
aplicar lo que decía el sabio filósofo Aristóteles: "Cualquiera puede
ponerse furioso, eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en
la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de
la forma correcta... eso no es fácil". Y esto no sólo aplica con la
rabia sino con todas las emociones que nos caracterizan, porque una alegría
también debe ser asertiva. La buena noticia es que con algo de práctica,
constan cia y alineados a vivir en conciencia y no en automático, llegar a
este nivel de asertividad es posible.
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