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sábado, 1 de noviembre de 2014

Malos tiempos para la lírica


Malos tiempos para la lírica

Manuel MeiriñoMás de Manuel Meiriño
·         Noite de ánimas

Germán Coppini, un excelente artista recientemente fallecido, puso letra y música a un single mítico del pop español: “Malos tiempos para la lírica”. La lírica en la antigua Grecia era un género que se cantaba, y era acompañado por un instrumento llamado lira; pero también la Grecia clásica fue el origen de la democracia, la filosofía, la ciencia, el arte dramático; o lo que es lo mismo, la razón de ser de Occidente. Un genio del arte dramático contemporáneo, Bertold Brecht, definió magistralmente lo que es un periodo de convulsiones como el que nos ha tocado vivir: “ La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”. 

El dramaturgo alemán afirmó de la manera más ácida y combativa que “robar un banco es un delito, pero más delito es fundarlo”. La realidad financiera de este país supera con creces los peores augurios de Brecht en relación con la banca, o los letras del gran Coppini cuando tatareaba aquello de “trabajo de banquero bien retribuido…. “. Dos personajes del mundo financiero hispánico y galaico, de cuyos nombres no quiero acordarme, han superado cualquier forma de lirismo para adentrase en el arte dramático más nihilista y putrefacto, superando las versión de Di Caprio en su interpretación en el film El lobo de Wall Street, pero de una manera más cutre, casposa y miserable, en el línea de las películas de Santiago Segura. 

Para un individuo cuyo único mérito y capacidad fue ser compañero de una persona importante del país, y que sus logros fueron quebrar una caja de ahorros y estafar a un gran número de sus clientes, su destino tiene que ser lo que decidió un juez, de acuerdo a la legalidad vigente: Soto del Real. Pero en España, donde la realidad siempre supera la ficción (o como dicen los castizos, donde los pájaros disparan a las escopetas), se da como verdadera otra legalidad vigente: “Los jubilados que compraron preferentes no eran ignorantes financieros”. Posteriormente, mostró sin ningún pudor sus aventuras y aficiones a lo largo y ancho de este mundo en la revista Interviú.

El otro, más cercano a nosotros, conocido por su flamante flequillo, fue también a la zaga del anterior; arruinó y saqueó con el incalculable apoyo familiar, el único instrumento financiero propio de desarrollo que nos quedaba. Y no contento con eso, endosó a nuestros padres y abuelos a cuenta de sus ahorros de toda una vida algo tan rentable como preferentes y subordinadas. Y, por todo ello, de acuerdo con la única legalidad vigente, se le gratificó por sus servicios prestados con veinte millones de euros. La ciudanía, hastiada al no poder aplicar a esta enfermedad terminal vigente en la sociedad el tratamiento médico adecuado que es el Derecho Penal, ha optado por la indiferencia y el estigma social contra los causantes de esta situación.

Terminamos ya. Germán Coppini, genial músico y mejor ser humano, coincidió conmigo en un instituto de Vigo, aun siendo más joven, a finales de los años 70. Siempre me acordaré cuando militaba de adolescente en el anarcosindicalismo, y leía poemas como éste:

En mi combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero solo esto último me impulsa a escribir.
Bertold Brecht: “Malos tiempos para la lírica” 
 
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