Mafias y el 'timador ocasional' tratan de defraudar 521 millones al seguro
La necesidad económica agudiza el ingenio para la picaresca y defraudar a las
compañías de seguros se está convirtiendo en una práctica habitual entre
clientes, que apurados por los bajos ingresos, y sin miedo a ser pillados,
inventan siniestros o exageran algunos existentes. Las reclamaciones
fraudulentas detectadas por las compañías ascendieron a 521,4 millones de euros
el año pasado.
Gracias al "olfato" y laboriosas investigaciones, propias o encargadas a
detectives privados, redujeron la factura final a 157,1 millones y ahorraron
364,28 millones, tras poner en evidencia la trampa. Son datos de Investigación
Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA) con los
casos detectados -se escapan los siniestros que no despertaron sospechas o era
"antieconómico" constatar su irregularidad-.
Estafadores oportunistas
Darse de baja por invalidez y seguir trabajando, ocultar enfermedades graves
al contratar la póliza, reportar un televisor de plama inexistente en un robo
falso en el domicilio e, incluso, fingir un fallecimiento o incendiar el propio
negocio forman parte del catálogo de estafas. La problemática ha sido
históricamente creciente con las mafias que viven de sacar tajadas al seguro,
pero se dispara en los últimos años con la entrada también en escena de "no
profesionales" y "oportunistas", movidos por apuros económicos. Los casos
aumentan un 71% desde 2008 y suben de 76.759 a 130.959 en los últimos cuatro
años.
El sector pone los medios para atajar, sobre todo, indemnizaciones de serie o
relevantes. La patronal aseguradora Unespa ha creado, por ejemplo, un fichero
para combatir el fraude en el seguro de automóviles. Un caso frecuente provocado
por mafias son automóviles indemnizados como siniestro total que retornan al
mercado tras una completa reparación y vuelven a ser asegurados en otras
compañías. Otro, también de grupos organizados, es comprar coches de alta gama,
nuevos y siniestrados, asegurar el primero, cambiarle el bastidor, simular un
accidente para cobrar el importe íntegro del coche y presentar el accidentado
como prueba.
La dificultad para atajar algunos incidentes crece si el taller hace la
vista gorda o está conchabado con el cliente y, por ejemplo, pasa
reparaciones bajo un siniestro de daños anteriores al choque.
Entre las estafas en automóviles, un 23
por ciento son en siniestros simulados y el 27,8 por reparar daños anteriores a
la colisión. En daños personales, el 23 por ocultar dolencias al contratar la
póliza.
La crisis y la falta de concienciación abona el terreno para que la situación
vaya a más, pese a las advertencias de las aseguradoras de que los mayores
costes en siniestros acaban perjudicando a todos porque encarecen el precio
medio de las pólizas. Y crece el timo sin reproche social. Un tipo de estafas
que, incluso, se comparte con amigos o en la barra del bar como un logro para
sacar un sobresueldo o evitar poner del propio bolsillo el dinero para ciertas
reparaciones.
El mejor inicio de su proliferación es que el fraude "low cost", de coste
inferior a los 500 euros, se ha triplicado en apenas dos años. Los casos
detectados suben de 10.826 a 32.506, y en autos de 5.545 a
18.993.
Aceptado socialmente
Las compañías hacían la vista gorda por cuestiones financieras: investigar
casos pequeños acarrea costes más gravosos que asumir sin discusiones el
siniestro. Pero su proliferación ha hecho saltar las alarmas porque muchos miles
ya es un coste importante y si se admite socialmente, será más difícil de
erradicar. Denunciar el robo de un tablet, el ordenador o móvil smartphone que
no es propio es un ejemplo.
Con la investigaciones, el seguro ha evitado de media 2.400 euros en estafas
en seguros de automóviles, 9.600 euros en siniestros de daños personales o casi
13.000 euros en otros de vida, accidentes y salud
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