Palabras constitutivas de delito. Tendremos que empezar
a preguntarnos cuáles no lo son
by Ramón
Cerdá
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Cuando digo yo que la libertad de expresión va a menos cada día,
creo que no exagero en absoluto. Siempre hay alguien dispuesto a afirmar que
las palabras son constitutivas de delito (las de los demás, por supuesto). Por
lo visto hay muchos de esos que dicen defender la libertad que solo la quieren
para ellos y prefieren que los demás estén amordazados a perpetuidad. Y ahora
no estoy hablando de la ley mordaza. Me refiero a la denuncia (¿cómo no van a
estar saturados los juzgados?) presentada por el colectivo de juristas «Drets»,
contra el expresidente del Gobierno, Felipe González, por haber comparado el proceso
político actual de Cataluña con el de Alemania de los años treinta y con el
fascismo italiano, en un artículo publicado en El País el pasado 30 de agosto.
Según estos señores de «Drets», lo que dijo Felipe González son
palabras constitutivas de delito porque incurren en la banalización del nazismo
y del fascismo, además de vulnerar de manera flagrante la integridad moral y el
honor de los catalanes comprometidos con el derecho a decidir.
¿Hasta qué punto pueden ser esas palabras constitutivas de
delito?
El propio colectivo de «Drets» ya advierte públicamente que se
muestra pesimista en relación a la posible actuación que tenga la fiscalía con
respecto a la denuncia y aprovechan para arremeter contra el sistema añadiendo
que este pesimismo viene dado por la nula voluntad de perseguir penalmente este
tipo de conductas en el contexto del Estado español.
Y no es que yo esté defendiendo, ni a Felipe González, ni a sus
palabras que, entre otras cosas, me importan bien poco. Pero lo que sí defiendo
es su derecho a decirlas o publicarlas sin que estos señores vayan de inmediato
con una denuncia a la fiscalía. Si nos ponemos así, es más que probable que
muchas de las palabras con las que nos obsequia Mas a diario, sean también
palabras constitutivas de delito... ¿No?
Ramón Cerdá
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