miércoles, 23 de marzo de 2016

La jubilación del profesorado: un paso atrás en el progreso de la educación

La jubilación del profesorado: un paso atrás en el progreso de la educación

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Fotografía by A. Fidalgo
Algunas personas que están cerca de la edad de jubilación presentan dos comportamientos opuestos. Unas se comportan como “prejubiladas”, perdiendo el interés por sus actividades cotidianas y pensando casi exclusivamente en lo poco que les queda para “ser felices”, para abandonar el “infierno donde trabajan”. Otras personas parece que desean estirar el tiempo que les queda, como si quisieran dejar algún legado en la organización donde han pasado, en muchos casos, casi toda su vida trabajando.
Pero lo que verdaderamente importa es como se comporta el contexto de la persona que se va a jubilar. No me refiero a que se le haga una pequeña fiesta de despedida o se le regale un reloj con una tarjeta firmada por el resto de sus compañeros. Me refiero a cómo vemos la jubilación de nuestr@s compañer@s: como un conocimiento que se perderá
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Ço como un despacho que quedará libre para ocuparlo.
El profesorado trabaja con conocimiento y trata de que el alumnado lo adquiera a través del aprendizaje. Un profesor o profesora que se jubila es una importante pérdida de conocimiento que ya nunca volverá a recuperarse. Por ello, se debería intentar que esa experiencia y conocimiento quedase en el centro donde trabaja y que fuese accesible para toda la comunidad educativa.
Sería interesante disponer de un protocolo donde, por ejemplo, profesorado recién llegado tuviese una etapa de interacción con profesorado veterano a punto de jubilarse y que,  además, se tratara de recuperar y compartir lo máximo de esa experiencia.  Sería una especie de “e-mentoría de la experiencia”.
No estaría nada mal que las universidades y demás centros formativos tuviesen un servicio para que, de forma voluntaria, el profesorado cercano a la jubilación pudiese explicitar y divulgar su experiencia y conocimiento.
 En la canción de Avicci “Make Me Up” dice “Despiértame cuando todo haya terminado, cuando sea mayor y más sabio” (si lo prefieren hay una excelente versión latina). Literalmente es lo que debemos hacer, cuando el profesorado sea mayor y más sabio tenemos que despertar su ilusión por compartir, por dejar su huella para siempre. Eso sí que sería una fiesta de jubilación y un reconocimiento a su labor.