Se repite con otro escenario la condena a un año de cárcel a Juan Piqué Vidal por blanquear 2000 kg. de cocaína; La Gran Corrupción: OPERACIÓN TACOS.
Otro 'escenario'; la cárcel Brians bajo la presidencia de Artur Mas, citado por el Supremo mañana 20 por los presuntos delitos de 'malversación y prevaricación, más rebelión, sedición y desobediencia', y Germá Gordó, el pancatalanista implicado en el Caso 3%, como Consejero de Justicia, advirtiendo que con el obligado OK de un juez de Vigilancia Penitenciaria, ¿un independentista de los que citaba el juez y senador independentista Santi Vidal?
Sin duda Mestre, patricio barcelonés de destacadísimo nivel, no utilizó la vulgar corrupción comprando su 'tercer grado' en el 'habitual mercado', sino que debió acudir a la cúspide, a los amigos con que antaño 'trató' y hasta le ¡¡¡condecoraron!!!, amén de toda clase de concesiones ¿pagadas?
Parecido al cumplimiento de condena de Piqué Vidal, pero con la diferencia que la Audiencia anuló el primer 'tercer grado', pero igual a las varias concesiones a Javier de la Rosa en que también se recurrió a la Audiencia de Barcelona, pero que con total chulería confesara al diario ARA que él había cumplido 'menos prisión' de lo que la gente creía. ¿Tres o cuatro años de los 15 condenado?
Advierto que se ha de ser un inconsciente como yo para volver sobre el particular, pues si ya es peligroso repetirme miles de veces contra LA GRAN CORRUPCIÓN catalana que abarca desde 1977 hasta la actualidad con Puigdemont gozando del dinero negro 'catalán' en su mansión de Waterloo, particularizar contra el gran narcotráfico barcelonés y su enlace en la política 'independentista' roza la insensatez, solo justificable ante mí mismo por mi edad que me impermeabiliza ante amenazas de todo tipo, o hasta de simples hackers.
Una noticia que me ofende y cabrea por evidentes razones, a mí y miles de catalanes, y que sin duda traspasa la simple compraventa de beneficios penitenciarios para catalogarse como digna de la más podrida Barcelona. Unos hechos y maneras que no interesan a nuestros hipócritas independentistas, ni menos a TV3 o a los 300 medios subvencionados a pesar de que sus 'salidas diarias' se habían comentado en la prensa madrileña ¿otro de los 'ataques a Cataluña? Si ayer comenté repitiendo un título ya ulilizado hace años 'Barcelona capital europea de la droga', me apetece insistir. Publica OKDIARIO:
La Generalitat dio un indulto encubierto al mayor narco del puerto de Barcelona...
"La Conselleria de
Justicia de la Generalitat que dirigía Germà Gordó concedió un indulto
encubierto al que está considerado como el mayor narcotraficante del puerto de
Barcelona, José Mestre Fernández, que ha sido director general del principal
operador de contenedores del puerto, Terminal Cataluña (TerCat).
Un Porsche y obras de Picasso y Miró
La fortuna ha sonreído
al narco Mestre, en todos los sentidos. Es propietario de una de las
residencias más deslumbrantes de Barcelona, situada en Pedralbes, que la
familia puso a la venta en 2014 por 30 millones de euros. Durante el registro,
la Policía halló una colección de arte con obras originales de Picasso y
Miró, y una flota de coches de lujo que incluye un Rolls Royce y un Porsche
Cayenne.
Tan afortunado como Javier de la Rosa
El ex director general
de TerCat ingresó finalmente en la cárcel de Can Brians el 27 de diciembre de
2014. Pero sólo ha cumplido un año efectivo de la condena de nueve años de
cárcel que le impuso el Tribunal Supremo. Transcurridos doce meses, en la
Navidad de 2015, comenzó a salir a diario de la prisión, donde sólo permanece para
dormir.
De este modo, Mestre no podría haber disfrutado del tercer grado (que le permite salir a diario de prisión), hasta cumplir al menos cuatro años y medio de cárcel. Y sin embargo, Servicios Penitenciarios de la Generalitat concedió esta medida de gracia al responsable del mayor operador de carga del puerto de Barcelona, tras cumplir sólo 12 meses de sus nueve años de condena. Sólo otro preso ha gozado de un trato tan favorable en las prisiones de Cataluña, Javier de la Rosa, acusado de financiar a los partidos de casi todo el espectro político a través del dinero de KIO."
Y a más abundancia publicado hace ¡¡¡10 años!!!:
De este modo, Mestre no podría haber disfrutado del tercer grado (que le permite salir a diario de prisión), hasta cumplir al menos cuatro años y medio de cárcel. Y sin embargo, Servicios Penitenciarios de la Generalitat concedió esta medida de gracia al responsable del mayor operador de carga del puerto de Barcelona, tras cumplir sólo 12 meses de sus nueve años de condena. Sólo otro preso ha gozado de un trato tan favorable en las prisiones de Cataluña, Javier de la Rosa, acusado de financiar a los partidos de casi todo el espectro político a través del dinero de KIO."
Y a más abundancia publicado hace ¡¡¡10 años!!!:
La Gran Corrupción: 16, LA MODELO. 1983 hasta mayo.
lagrancorrupcion.blogspot.com/2008/02/16-la-modelo-1983-hasta-mayo.html
19 feb. 2008 - 16. LA MODELO. 1983 hasta Mayo. Rafael del Barco Carreras.
Algunas de las duras situaciones de mis últimos meses de cárcel,
como en la vieja mili, desaparecieron quizá por la libertad, de golpe, por
sorpresa, sin esperarla. Pero antes aun sucedieron leves incidencias en los
pasillos entre cancelas donde me movía, de esas que ni siquiera se registran en
partes oficiales, pero que alteran el ánimo. Abrazar a mi amigo Koldo, devuelto
a La Modelo después de un año en Madrid, me costó una reprimenda del capitán de
la guardia civil que le rodeaba y tuve que excusarme ante un Jefe de Servicios
con lo de que la amistad no iba más allá de mis partidas de frontón, y con que
los amigos en aquel lugar los imponían las circunstancias y la obligación de la
mejor de las convivencias.
Una pieza, Koldo, el jefe de la ETA que entró con su grupo en el
Cuartel de Berga a robar armas, y huidos por las montañas detuvieron a varios,
entre ellos su compañera. Tan romántico como Camacho que tras su fuga por el
túnel de la enfermería “raptó” a su entregada novia, Koldo falsificó una
documentación de abogado y solo se le ocurrió entrar armado en la cárcel de la
Trinidad a visitar a su compañera con la idea de tomar rehenes y liberarla.
“Cuando me cercó la Guardia Civil exigí mi entrega a la Policía Nacional…”, me
contaba. Yo le solía contestar que lo de Berga y la Trinidad demostraba que su
cabeza no funcionaba del todo bien. Me perdonaba esa, y muchas otras de mis
ocurrencias contra la ETA, como que las huestes vascas de los ejércitos de los
reyes de Castilla o del Imperio Español formaron la España, o sea, que ellos,
las tribus vascas, cántabras y astures, y no los andaluces, mis ancestros,
formaron lo que hoy es España, de la que pretendían salir matando a diestro y
siniestro. O que me olía no estaban muy bien informados porque algunos de los
secuestros de industriales, por lo que yo sabía de finanzas, familiares y
bancos les darían dinero pero para que se los quedaran. Todo me lo admitía,
discutía y reía, contestando que solo de un ácrata y anarquista aguantaría ese
discurso. Un fallo dejarme llevar y abrazarlo esposado entre no menos de seis
guardia civiles cuando esperaba la tramitación de la entrada. Ningún problema
cuando con otros presos de vuelta, o entrando y saliendo al clínico, como
Xiqui, el kíe de la Sexta en mis inicios, que tras varios meses de su fuga por
el túnel de la panadería, entraba en camilla con la pierna recompuesta entre
hierros ortopédicos. Las cosas normales en otros tiempos, departir con “amigos”
mientras esperaban estampar las huellas y demás trámites de ingreso, ya ni se
me ocurrirían, apenas si bajaba al pasillo de estrada a la cárcel. Los últimos
meses intentando desaparecer. El Jefe de Servicios me perdonó el impulso, no
cursaría un parte. Nunca lo hicieron, mi expediente impecable.
Hasta mayo, si la tensión Interior bajaba, la mía subía a niveles
de infarto. Asociarme con mi compañero de frontón y de “destino”, Camacho, me
situaba en el punto de mira de varios clanes internos, que aunque desechos por
traslados, seguían activos. Es una tontería alegar que a “rey muerto, rey
puesto” y que si los kíes y cabos perdían dominio a manos de nuevos y más
funcionarios, el “mercado de la droga” con abundantes beneficios creaba de
nuevos a enorme velocidad. El futuro me demostraría por mis otras dos condenas
que mi nombre se limpió y mi recuerdo impecable entre presos y funcionarios.
Pero en aquel momento ni el ambiente “oficial” andaba muy seguro en cuanto a
mí. Un tal Pena, secretario del Director Camacho, me interrogó sobre los
rumores del millón de pesetas contra los de la COPEL, pero concretando. Al
parecer la fábula se la atribuyó Pedro Baret Sabater en huelga de hambre
porque consideraba que su prisión preventiva se alargaba demasiado. No
confundir con su hijo Pedro Baret Herrero, también encarcelado por la
misma estafa, que creó una curiosa banda de “guaperas” estafadores,
convirtiendo en célebre a su madre por tragarse en una comisaría el talón que
incriminaba al hijo, y que moriría años después de sobredosis. Baret pretendía
“politizar” su situación, se convertía en adalid o mentor espiritual de la
COPEL. El tema quedó congelado, yo nunca había amenazado ni a Baret con quien
hacía meses no tenía ningún contacto, ni a nadie, pero como los del “Consorcio”
significaban según la prensa el Franquismo y la mayor estafa desde Matesa, pues
quien mejor.
También pasarían muchos años hasta no entender el verdadero
trasfondo de lo que entonces me pareció otra de las absurdas locuras que
envolvían mi vida. Dos o tres años después, ya en libertad, en uno de mis
viajes me sorprende en la librería del aeropuerto un libro de Pedro Baret
y Federico Gallo (ver Internet “Mi verdad y algo más”, 1983) contando su
vida y estancia en prisión. Se convertía en guía espiritual de los motines y
reivindicaciones, y a mí en poco menos que jefe de la reacción, una especie de
extrema derecha pro Sistema, y sin más me hacía financiero por un millón de
unos supuestos asesinos a sueldo que debían acabar con su jefatura. De nuevo mi
obsesión por leer todo lo que se publicaba sobre los ya muy famosos personajes
redondearía mis sospechas. En 1998 el ex secretario de Piqué Vidal, Antoni
Piñol, publica un libro, “La toga manchada de Piqué Vidal”, y leo,
tras las sociedades creadas con el ex guardia civil Sebastián Martínez
Ferraté, “Privacy” y “Enterprise of Investigación”, “Nos encontramos
también Ona, Institut d´Imatge i Comunicació, con el fabuloso periodista y
mejor persona que fue Federico Gallo”. Después cita sociedades creadas con
el nombre de los futuros Juegos Olímpicos… digo yo que pensaría participar en
la gran tarta. De inmediato comprendí lo que solo atribuí a una fábula de un
fantasioso Baret, arrimando el ascua de la complicada situación interior a su
sardina, su particular huelga de hambre para obtener la libertad con fianza,
que se la concederían. Un caso pringoso el de Baret con alguien de la Caixa y
del Banco Central de por medio, pues de lo contrario era imposible su “estafa”,
que se diluiría en el tiempo y la corrupción barcelonesa.
No sería una fantasía a estas alturas de la vida pensar que
alguien aprovechaba el río revuelto para que, ante un complejo juicio en el que
Del Barco soltaría su bilis, mejor si desaparecía. El “bueno” Federico Gallo,
personaje del Franquismo como Baret, amigo y colaborador de Juan Piqué Vidal.
Ya pocos recuerdan al celebérrimo comunicador que llegó a Gobernador Civil. Y
que uno más de los destacados personajes de los “medios” barceloneses de los 70
trabajara para Piqué Vidal, o sea, De la Rosa, nada especial si toda la prensa
barcelonesa gozaba de créditos del Banco Garriga y Nogués bajo la dirección de
Javier, y como se demostraría con varios periodistas en nómina, caso Feliciano
Baratech de la Vanguardia.
Pero si lo del millón de pesetas se olvidaba a nivel oficial, y
aunque seguiría transcribiendo los informes de Doña Pilar, unos días antes del
juicio, surgió lo que al parecer era inevitable. Una mujer joven, sicóloga me
dijo, me levantó airada de mi mesa de trabajo, echándome de la oficina. Estaba
solo, y salí al pasillo de “jueces”. Allí me encontró Doña Pilar que por
tradición nunca llegaba antes de las diez. Me tranquilizó, simplemente, se
completaría el equipo técnico y ningún preso podría inmiscuirse en su trabajo.
Yo, que ya me veía de nuevo en el Interior, regulé el ataque de adrenalina.
Fregar la sala de visavís, pasillos y oficina calmaría mis inquietudes.
Mi mundo, el pasillo de jueces, la sala de visavís y las oficinas
de Doña Pilar, vedadas cuando se “trabajaba”, entraron en cierta paz y
tranquilidad sin la actividad del joven Camacho. Si las “novias” de los “bos”
franceses dejaron de incordiar al romperse el canal por donde entraban a
“jueces”, que no provenía del mismo por el que obtuvieron el primer visavís a
los pocos días de su ingreso en prisión, resultando del simple añadido en las
listas que una vez firmadas en la dirección pasaban a manos de Camacho para su
“aviso y salida”,
Un momento delicado, con el juicio a la vista que anulaba la
solución del 503 y 504 sobre el límite de la prisión preventiva, y por tanto la
segura condena, de nuevo el “tercer grado” de Doña Pilar se mostraba la única
esperanza. Ni siquiera me planteaba trato especial. Tres años, suponían con las
redenciones ordinaria y extraordinaria, más del tiempo necesario para la
concesión de un “tercer grado”, incluso de una pronta libertad condicional,
pero un traslado a penales sin que Doña Pilar pudiera intervenir complicaría el
proceso. El ambiente cambiaba a demasiada velocidad, la psicóloga, la primera
en La Modelo, no parecía dispuesta a concesión de ningún género. Apenas los
buenos días. Y si Don Daniel ya diera por sentado que los negocios de la
“oficina técnica” eran de dominio común en la Dirección, ahora con nuevos
miembros, el proceso se complicaría. No se cortaba un pelo, al tropezarse
conmigo por el pasillo, en achacarme el error de dejar el economato, y aunque
me contestaba a mi mismo que siempre sería necesario alguien que fregara el
suelo, o acercar la silla tapizada en rojo “para autoridades”, tipo el fiscal Carlos
Jiménez Villarejo, única autoridad al que recuerdo acercársela cuando tomé
las funciones del cesado ordenanza, Camacho, no me tranquilizaba.
Contrapartida, Ana seguía apareciendo, pero menos. Las guardias se complicaban,
disminuyendo también el coste de las “invitaciones” en el Bar Modelo.
Un par de meses de relativa tranquilidad. Pilar, si bien me
parecía que se retraía en manifestarse conmigo con la ventaja de suprimir mis
servicios mecanográficos, me insistía que lo del juicio era buena noticia ya
que a una condena de doce años con tres cumplidos le seguiría un tercer grado,
y a la calle. Si la “minirreforma”, así se la denominó, del Código Penal no
tenía más objetivo que vaciar las cárceles, aunque los Socialistas la mostraban
como uno de sus grandes avances hacia el control y democratización de la
Justicia (que por cierto después ampliarían los plazos), los “terceros grados”
formarían parte de esa filosofía y yo entraba en los postulados necesarios.
Toda una esperanza. Llegar al juicio, vivo, era una cuestión de prudencia y
suerte. Los controles interiores se reforzaron, lo que añadido a la esperanza
de libertad en una gran mayoría, mejoró en mucho la convivencia. El trabajo,
fregar pasillos y oficinas, no solo no agobiaba sino que me permitía leer y
escribir la mayor parte del día, a la par que una activa relación pública con
alguno de los muchos abogados que visitaban a sus clientes. El “todo iba a
cambiar” de Don Daniel se hacía visible a diario con nuevos funcionarios, y si
tras la actitud hostil de la nueva “sicóloga” esperaba más reacciones, ni las
hubo, ni nadie parecía tener ningún interés en el “ordenanza” de la “Oficina
Técnica”. De mi celda, fuera del circuito normal interior, después del toque de
diana, a mi trabajo tras la primera cancela, y después del cierre al anochecer,
de nuevo a la celda.
Antes del Juicio aun
oiría a mis abogados hablar sobre la posibilidad del Tribunal de Derechos
Humanos de Estrasburgo, donde aseguraban que las prácticas del Sistema
Español eran no solo mal vistas sino que las primeras sentencias contra el
Reino de España se dejaban sentir entre los políticos, repitiendo los
socialistas sus promesas de cambio en la Justicia, incluso entre los propios
profesionales, jueces, fiscales y abogados, que deberían cambiar no solo sus
hábitos sino mucho más su mentalidad. Gonzalo Quintero se atribuía haber
participado en varias ponencias y redactados sobre el nuevo Código Penal, del
que la mini reforma era una manifestación primera. Un nuevo Código Penal que
tardaría 13 años creando no pocos problemas, endureciendo las condenas y
otorgando más arbitrariedad funcionarial, aboliendo las redenciones por el
trabajo, pero sin cambiar la filosofía de la Justicia Española. Si en las
arbitrariedades del Franquismo decidían uno o dos personajes, según la
importancia del caso, ahora decidirían entre varios, pero muy sujetos a esos
uno o dos.
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