La
perito judicial italiana tacha a Juana Rivas de "manipuladora"
La madre de Maracena
tiene, en fin, una comprensión "de la realidad deficiente", y es
"totalmente inconsciente del daño psicológico generado" por ella
misma a sus hijos, de 4 y 12 años, apartándolos de su padre entre 2016 y 2017
-hechos por los que ha sido
condenada en España a cinco años de cárcel-.
Los durísimos
entrecomillados son obra de la psicóloga encargada de valorar quién debe
quedarse a los niños por el magistrado de Cagliari que
juzga la causa. Se llama Ludovica Iesu,
es doctora en Psicología, su dictamen es presuntamente imparcial y ha elaborado
un demoledor informe tras realizar 32 entrevistas y pericias durante cinco
meses, entre febrero y julio de este año.
Sus
conclusiones, a cuyo contenido ha tenido acceso EL
MUNDO: que es Arcuri quien debe cuidar a los niños
porque Rivas es "incapaz de comprender las emociones profundas de sus
hijos" y llega incluso a "confundir sus propias necesidades con las
de sus hijos". Por todo ello, recomienda que los niños se queden de forma
estable con el padre y que la madre sólo los vea en vacaciones.
Minuciosa reconstrucción
El alcance
del informe no es, conviene aclarar, habitual en las pericias regladas en
España. Lo que en este país suele despacharse en ocasiones en pocos días ha
llevado aquí cinco meses y 177 páginas de minuciosa reconstrucción del
nacimiento, auge y destrucción de la relación de Rivas y
Arcuri, y del efecto de todo ello sobre sus hijos.
Y
entrevistas, tanto de la perito del juez como de los de cada una de las dos
partes, con los niños y sus padres, familiares de ambos lados, profesores y
pediatras de los niños, psicólogos que les han tratado antes... Hasta se han
realizado varios encuentros y dinámicas de juego de los niños con cada uno de
sus padres.
Arcuri,
"aunque muestra rasgos narcisistas y dificultad para transmitir sus
emociones, es un padre preocupado de las necesidades de sus hijos y dispuesto a
escuchar (como surge de los testimonios de profesores, pediatra y educador en
casa )", reza el informe, que entra después en el conflicto que mantiene
G., el hijo mayor, con el padre: "En interacciones con su hijo
G. demostró habilidad para contener la agresión verbal, a pesar de la
frustración que su hijo tiene".
Instrumentalización de los menores
Para la
psicóloga, el crío, de 12 años, sufre lo que en Italia aún se
llama síndrome de alienación parental, y en España se denomina
"interferencia": la inclusión instrumental de los hijos en el
conflicto entre los padres, obligándoles a tomar partido por una de las partes.
Para la defensa de Rivas,
no hay evidencias científicas de la existencia de dicho concepto -"no está
aceptado por la comunidad científica internacional", sostienen-, y por
ello G. habría referido aún abusos de su padre al juez italiano en la vista del
pasado martes.
La psicóloga,
en este aspecto, se alinea con Arcuri y cree que el hijo, separado de su padre
junto a su hermano pequeño durante 13 meses entre 2016 y 2017, está tomando
partido por la parte que percibe como más débil, su madre, pero que ésta
"confunde sus propias necesidades con las de sus hijos".
El informe llega a señalar que Rivas
"manifestó gran capacidad manipuladora contra los menores" por
ejemplo cuando, al ir a declarar ellos ante los peritos, "los presentó
como 'amigos' de la madre, proponiendo una mistificación de la realidad".
El perito de Rivas lo rebate
Las
conclusiones de Iesu son rebatidas, también duramente, por Miguel
Lorente, forense de la Universidad de Granada,
en un informe solicitado por Juana Rivas. Lorente asegura que la psicóloga ha
obviado, "hasta parecer molesta", la violencia supuestamente
sufrida por Rivas por parte de su ex marido. La acusa también de
subjetiva a la hora de valorar el caso, de hacerlo con base a prejuicios
-Arcuri fue condenado por agresión a su mujer en 2009 y posteriormente tuvieron
al hijo pequeño-.
También de
obviar cartas en las que el padre admite los malos tratos y promete cambiar.
Acusa a la psicóloga, además, de obviar los malos tratos sufridos por Rivas a
la hora de calibrar a esta "como mujer patológica". Además, le acusa
de haber cometido errores metodológicos a sabiendas para favorecer a Arcuri.
Sin embargo
la psicóloga Ludovica Iesu, encargada por el juez de la pericia, en efecto no
entra a valorar si se produjeron los episodios denunciados por Rivas, pero se
permite señalar que, aunque no puede "entrar en los méritos de la violencia
de género reportada y probablemente sufrida por la señora Rivas, ya que está
fuera de la pregunta formulada [por el juez], cree necesario aclarar que las
declaraciones de G. [el hijo mayor] sobre una agresión del padre a él parecen
más conectadas a un conflicto parental que no a una experiencia real del
niño".
'Inconsciente del daño que causa'
Acerca del
estado mental y emocional de Rivas, el informe es devastador: "La señora
es totalmente inconsciente del daño psicológico que ha generado la separación
de los niños de un año de su padre". Cuando se le preguntó por ese periodo
respondió que "estaban bien". "Se ha demostrado incapaz de
comprender el estado emocional de los niños, y para entender una condición
psicólogica diferente de la suya". También se le acusa de dificultar
constantemente el vínculo de los hijos con el padre: "Los ejemplos de la
no protección de la figura paterna por la madre son numerosos. No reconoce
ninguna calidad, aunque sea básica, al señor Arcuri".
Llega el
informe a presentar a Rivas como una persona dependiente y necesitada de algún
tipo de tutela: "Siempre necesita una referencia externa que tome
decisiones en su lugar. En el pasado ese papel fue desempeñado por el señor
Arcuri", sostiene la psicóloga, que vincula a Rivas "desorganización
del pensamiento" dado que su "narración pierde conexiones lógicas y
manifiesta una importante labilidad emocional y una prueba de la realidad
deficiente".
Más aún. Enumera la psicóloga varios
extremos declarados por Rivas y contradichos luego por la realidad. La perito
no enuncia la palabra mentira, pero hacia ahí se dirige. Por ejemplo, aseguró
en sede judicial que un profesor de G. le había asegurado que perdería el curso
a causa de absentismo escolar, y acto seguido el profesor lo desmintió.
Por ejemplo,
que su hijo pequeño D. estaba sufriendo daños por
parte de su padre, cuando "los pediatras han dejado claro que el niño en
absoluto estaba en situación peligrosa". Por ejemplo, manifiesta que un
doctor determinado le sugirió "robar" a sus hijos, dicho doctor lo niega
en sede judicial. Incluso refiere que llamó en determinadas ocasiones y a
determinadas horas a sus hijos, y después los registros telefónicos lo
desmienten, apunta el demoledor informe. La defensa de Rivas niega estos
extremos y asegura que están retorcidos y forzados por Iesu.