Nuevo Número de al Toro Por los Cuernos
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España un país cuyos ciudadanos asumieron el cambio de la dictadura a
la democracia sin saber muy bien en qué consistía, al menos la mayoría de su
clase media y trabajadora. Inquietudes políticas siempre hubo, más de élites
que de obreros, pero la represión de la dictadura hizo estéril cualquier
oposición. El dictador Franco murió en la cama, habiendo preparado el relevo de
su heredero a título de Rey, padre del actual jefe del Estado. Con toda la
emergente clase política apostando por el paraíso que supondría la democracia,
todos amigos y hermanos, fraternidad, paz, trabajo, solidaridad, nada de odio
ni pasado, construyeron un sistema con rasgos y careta de democracia pero que
era una sustitución de la dictadura por la partidocracia, sustituyendo los partidos
a Falange y al régimen y elaborando una arquitectura institucional que les
permitiera decenas de miles de puestos de trabajo, salarios, privilegio sin
límites que era un derroche de recursos en un país pobre con muchos millones de
pobres, que hoy cuarenta años después siguen viviendo con dificultades para
pagar la luz, llegar a fin de mes o disponer de una de las subvenciones que se
reparten por distintos criterios.
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Que un régimen de dictadura es en sí mismo inmoral por falta de
legitimidad nos parece indiscutible. Esta convicción no nos hace caer en el
pensamiento imperante de la clase política de izquierdas (IU, Podemos,
nacionalistas de izquierda), respecto a tratar de cambiar ahora el resultado de
una guerra civil cerrada hace 80 años. Aquello pasó, ganaron los nacionales,
los fascistas, e impusieron sus normas y su represión. Quien crea que de haber
ganado los comunistas rusos España habría sido un paraíso tienen infectadas las
neuronas o de sectarismo, o de ignorancia. Durante los años anteriores a la
guerra hubo campos de concentración, torturas, fusilamientos y actuaciones tan
brutales como las que llevó después a cabo a dictadura. Por ello, debatir en
términos de “buenos” y “malos” como pretende un sector de la izquierda
reviviendo heridas de odio está condenado al fracaso.