EL SUMARIO DEL POETA MIGUEL HERNÁNDEZ
"Fallamos que debemos condenar y condenamos al procesado a la pena de muerte"
Carlos Fonseca.- 28/02/2010
El poeta Miguel Hernández
Un golpe de suerte. Fue eso, un error burocrático, el que hizo que la mañana del 15 de septiembre de 1939 las puertas de la prisión madrileña de Torrijos se abrieran para Miguel Hernández como una bocanada de libertad, cuando la maquinaria del nuevo Estado ultimaba los trámites para la celebración del consejo de guerra que habría de juzgarle. Tras visitar a varios amigos en la capital, que recibieron con sorpresa su inesperada liberación y le recomendaron que se marchara de España, Miguel regresó una vez más a Cox (Alicante) en busca de Josefina y de su hijo, el pequeño Miguelillo, que aún no había cumplido un año. El poeta estaba convencido de que todo se había aclarado, y que tras cuatro meses de encierro la justicia ya no tenía nada contra él.
El 6 de octubre el director de la prisión recibió el escrito ordenando la entrega del poeta a la fuerza pública para ser juzgado al día siguiente por el Consejo de Guerra Permanente número 6. Sólo pudo informar de su libertad. Descubierto el error que había excarcelado a tan significado enemigo de la causa nacional, el juez del Tribunal Especial de Prensa, Manuel Martínez Gargallo, ordenó su inmediata detención. Para su tranquilidad, ésta ya se había producido en Orihuela el 28 de septiembre anterior a manos de conocidos fascistas de la Orihuela, que no podían entender que se encontrara libre.
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