24 de enero 2011: Los acontecimientos durante el fin de semana han mostrado la fuerza del movimiento revolucionario en Túnez y han revelado la debilidad del gobierno de unidad nacional. La organización de una “Caravana de Liberación” tiene el potencial, si es combinado con un movimiento de manifestaciones y huelgas de masas, para derribar al gobierno.
“Varias docenas de policías, algunos llevando ropa de paisano y otros en uniforme con brazaletes rojos, llegaron hoy [viernes 21] al sindicato obrero regional en Ben Guerdane [en la frontera con Libia], para exigir la conformación de un sindicato para defender sus derechos morales y materiales”, informó Hssine Betaïeb, un sindicalista de la UGTT, a la agencia de prensa AFP. “Nos han dicho que sea cual sea la forma que tome el régimen, nunca jamás usarán violencia en contra del pueblo”.
Esto es muy significativo. Está claro que en una fuerza policial de 120.000 personas existen distintas capas: desde el torturador brutal pasando por la cruel policía antidisturbios, hasta el policía de tráfico, etc. Algunos desean desasociarse del régimen de Ben Ali a fin de protegerse a sí mismos. Otros se han contagiado del ambiente revolucionario predominante y están sacando a la luz sus agravios acumulados. Lo cierto es que el aparato del Estado en Túnez, los cuerpos de hombres armados en defensa de la propiedad privada del que habló Engels, ha sido extremadamente debilitado por los acontecimientos revolucionarios, aunque aún no ha sido destruido por completo.
Esto se demostró gráficamente cuando la manifestación del sábado llegó hasta la oficina del Primer Ministro, que estaba protegida por una cerca de alambre de espinos y por la presencia de policías antidisturbios. Enfrentados con miles de manifestantes enojados llevando banderas tunecinas y una bandera de Che Guevara los policías sólo podían suplicar a los manifestantes: “Hagan lo que quieran pero por favor no irrumpan en la oficina del primer ministro”. Si hubiera existido un liderazgo claro, habrían podido tomar control de la oficina del primer ministro. El gobierno está realmente suspendido en el aire, enfrentado al movimiento revolucionario que se desarrolla.
El viernes 21, Gannouchi dio un discurso en la televisión en vivo, rogando al pueblo que lo permitiera gobernar. Además de todas las promesas que había hecho, añadió que las víctimas de la represión serían compensadas y que renunciaría a la política completamente después de que tuvieran lugar las elecciones. Dijo, “Mi papel es sacar a mi país de esta fase temporaria, e incluso aunque me nominaran, lo rehusaré y renunciaré a la política”. Añadió que él había “vivido y sufrido” como cualquier tunecinos bajo la dictadura. ¡Vaya hipocresía viniendo de alguien que fue ministro de Ben Ali durante más que 20 años!
Estos incidentes reflejan la verdadera correlación de fuerzas en el país: el gobierno a la defensiva,pidiendo al pueblo que confíe en él, las masas en las calles tomando el poder en sus propias manos, pero aún careciendo de la coordinación nacional y el liderazgo claro que les permita tomar el poder de una vez por todas.
El movimiento sindical
El viernes hubo otra reunión del Comité Central de la UGTT. Existe una clara escisión en el organismo sindical entre aquellos que eran leales a Ben Ali hasta el último momento pero que han sido forzados hacia la oposición por el movimiento de masas, y un número creciente de federaciones sindicales (incluyendo a los empleados de correos y maestros) y organismos sindicales regionales que están más a la izquierda y que están jugando un papel importante en el movimiento. Fue una reunión del CC de la semana pasada, lo que forzó al Buró Ejecutivo a retirar su decisión de unirse al gobierno de Gannouchi de “unidad nacional”. Había rumores de que el Ejecutivo estaba considerando reincorporarse otra vez en el gobierno, pero fueron totalmente derrotados en la reunión del CC el viernes.
El sindicato emitió una declaración exigiendo “la disolución del gobierno y el establecimiento de un gobierno de coalición nacional que responda a las exigencias de los manifestantes, los partidos políticos, las ONGs y la población entera”. La declaración afirmaba además que la UGTT está “comprometida a continuar la lucha legítima sea con huelgas o con manifestaciones pacíficas hasta la recomposición del gobierno según las condiciones establecidas por la UGTT.” En realidad, la dirección nacional de la UGTT va por detrás de los eventos ya que los organismos regionales de los sindicatos ya están haciendo llamados de huelgas generales regionales y exigiendo que los discursos sean seguidos por la acción.
La forma de derribar al gobierno sería convocando una huelga general nacional y paralizando la economía del país. En Jendouba por ejemplo, la UGTT ha convocado una huelga regional para el miércoles 26. El sindicato de maestros ha convocado una huelga nacional indefinida “hasta que caiga el gobierno” empezando hoy, lunes 24, que es el día en que las escuelas y universidades reanudan las actividades. Según Nabil Haouachi, de la dirección nacional del sindicato de maestros de primaria, la huelga ya es un “éxito sin precedentes”. Confirmó una participación muy alta en todo el país con “tasas de participación de 100% en la huelga en Médenine (Sureste), Sidi Bouzid, Kasserine (Oeste central), Béja, Jendouba (Noroeste) y Kairouan (Centro)… y 90% en Zaghouan (cerca de la capital) donde no hay tradición de sindicatos y también una huelga muy fuerte en Túnez (la capital)”.
El ejecutivo nacional de la UGTT, está de hecho más preocupado por la “restauración de la normalidad” que por el auténtico derrocamiento del ridículo gobierno de unidad nacional. En una declaración adicional el secretario general hace un llamado “a que todos los obreros respondan a todo intento de detener la actividad de nuestro orden económico y mantener el modo normal de actividad y vigilancia para asegurar el buen funcionamiento y gestión de las empresas, y renueva el llamado a todas las fuerzas progresistas y democráticas a mantener lo que se ha logrado mediante el levantamiento de nuestro pueblo, para evitar todo riesgo de eludir a éstos y sus objetivos.”
Los informes que llegaron a finales de la semana pasada indicaban la reanudación de la producción en los principales centros industriales del país para el viernes, queriendo decir que habían sido paralizados, o bien por acciones de huelga o bien por el caos general causado por los acontecimientos revolucionarios, durante casi una semana.
Como informamos el viernes, los trabajadores en las empresas estatales y en otras que han sido privatizadas han estado discutiendo toda clase de acciones directas (huelgas, ocupaciones, sentadas de protesta, peticiones) para exigir sus derechos y, en particular, para expulsar a los gerentes más corruptos y aquellos vinculados al clan Ben Ali-Trabelsi.
Además de los ejemplos que ya relatamos (Seguros STAR, el Banco Nacional de Agricultura, Tunisie Telecom, la Agencia Tributaria, etc.), también hubo movimientos de huelga y ocupaciones en la Compañía Nacional del Agua donde los trabajadores ocuparon las instalaciones de la empresa exigiendo la destitución de los gerentes y directores vinculados al viejo régimen. En Béja, los trabajadores y médicos del hospital local se manifestaron exigiendo la remoción de símbolos del partido RCD en el local. También en la región de Béja hubo informes de campesinos ocupando tierras que dijeron que les fueron confiscadas por el sobrino de Ben Ali.
Los sobrecargos de Tunisair marcharon a la oficina central de la compañía en la región industrial de Charguia, exigiendo la destitución del Presidente Ejecutivo pero también la regularización de sus contratos. Trabajadores de la Oficina de Aviación Civil también exigieron la destitución de su director, el cual dijeron que había estado involucrado en la entrega de propiedad pública y de concesiones del aeropuerto a los parientes de Ben Ali. En Monastir, los trabajadores del aeropuerto anunciaron la ocupación de las instalaciones hoy (lunes 24). Las reivindicaciones políticas contra la corrupción y por la destitución de los gerentes, etc., se han unificado con las reivindicaciones sociales por mejores sueldos y condiciones, etc.
El movimiento está afectando no sólo a los sectores tradicionales de la clase obrera, sino también a los profesionales “liberales”, capas de rangos medios, etc. En la capital Túnez, científicos y demás personal en la Ciudad de Ciencias también decidieron ocupar las instalaciones hasta que fuera destituido el director. Miles de trabajadores del sector cultural (artistas, trabajadores de teatro, técnicos de cine, escritores, etc.) se reunieron el sábado en la noche fuera del Teatro Nacional para exigir la dimisión del gobierno y rendir homenaje a los mártires de la revolución.
Mientras tanto, en Siliana, donde el pueblo revolucionario ha creado consejos locales y regionales y ha decidido tomar el poder, marcharon el sábado en una manifestación de masas hacia la oficina del gobernador regional. El gobernador tuvo que escaparse bajo la protección del Ejército y las masas siguieron adelante con la ocupación del edificio gubernativo. Con sus acciones han demostrado sus declaraciones que iban en serio y que siguen con una determinación firme. Siliana ahora está bajo el control del pueblo revolucionario. Recomendamos a nuestros lectores ver el video de este glorioso episodio de la revolución tunecina.
“Caravana de Liberación”
Después de una semana de huelgas regionales y manifestaciones de masas en contra del gobierno, un sentimiento creciente de ira se desarrollaba entre unas secciones del movimiento. Podían sentir que el gobierno de Gannouchi les estaba robando la revolución a los obreros y la juventud y que hacía falta algo para poner fin a esto.
La iniciativa vino de la juventud revolucionaria en Sidi Bouzid, y se extendió rápidamente a todo el país. Han organizado una “Caravana de Liberación” que ha marchado hasta la capital con el propósito de “derrocar al gobierno”. Al principio iban a ir en marcha caminando hasta Túnez, pero los jóvenes se impacientaron y decidieron ir conduciendo para llegar más rápido. Ya para el domingo en la tarde, unos 1.000 jóvenes de Sidi Bouzid, Regueb y otros pueblos y ciudades del interior habían llegado a la capital y acamparon en el jardín frente a la Kasbah, el sitio de la oficina del Primer Ministro. “La Kasbah es la Bastilla de Túnez, y la derribaremos como los sans-culottes destruyeron la Bastilla en 1789”, dijo uno de los manifestantes. Otro añadió: “Hemos derrocado a Ben Ali, pero todavía no hemos derrocado su sistema”.
La concentración era una clara violación del toque de queda impuesto por el gobierno, pero no había mucho que pudiera haber hecho la policía o el ejército a estas alturas (véase el vídeo). Había informes de caravanas similares viniendo de otros pueblos y ciudades del país, pero también de maniobras del Ejército para pararlos, incluso llegando a enfrentamientos. El sábado por la tarde, manifestantes de Borj Cedra y Soliman, al sur de la capital Túnez fueron bloqueados por el Ejército cuando estaban de camino hacia la capital, pero aparentemente los dejaron pasar después de discutir. Ese mismo día, el ejército intentó detener a tres camiones y a una serie de coches que salían de la ciudad minera de Gafsa hacia la capital. Después de que los jóvenes amenazaran con volver a Gafsa y declarar una huelga general, el ejército los dejó pasar. Una situación parecida ocurrió en Kasserine, cuando el ejército también bloqueó la caravana saliendo para la capital e incluso hicieron disparos de advertencia contra la multitud. Después de un forcejeo los jóvenes lograron abrirse camino.
Temprano esta mañana (lunes 24), hubo enfrentamientos entre la policía y los manifestantes fuera del edificio del Primer Ministro. El ejército y la policía acordonaron la Kasbah. Según algunos reportes, el ejército se puso entre los manifestantes y la policía y disolvió la escaramuza con disparos de advertencia al aire.
Podemos ver en estas escaramuzas cómo el gobierno ya está probando el terreno, tratando de reafirmar su autoridad y comprobando la fortaleza del movimiento y cuánto pueden usar las fuerzas represivas contra éste. Hasta el momento, todos los informes de principalmente pequeños enfrentamientos entre el Ejército y la policía y el pueblo revolucionario han terminado con las masas imponiendo su voluntad.
Es crucial que los comités revolucionarios, que ya han surgido en los vecindarios, ciudades y regiones, establezcan firmes vínculos con los soldados de base, y les animen a conformar sus propios comités para la vigilancia revolucionaria. Lo mismo debería hacerse con los oficiales de policía para que establezcan sindicatos.
La situación de doble poder entre el gobierno y el pueblo en las calles no puede durar indefinidamente. Lo que falta es un liderazgo claro del movimiento. Una huelga general a escala nacional, la coordinación de los comités revolucionarios y la conformación de comités de soldados podría llevar rápidamente al derrocamiento del gobierno de Gannouchi y a su sustitución por un gobierno revolucionario auténtico que convocara una asamblea constituyente. No se puede descartar que la UGTT, bajo la enorme presión desde abajo, pueda ser forzada a convocar tal huelga general.
Hoy, lunes, ha habido de nuevo manifestaciones de masas en la mayoría de las ciudades. En Regueb y Sidi Bouzid esta vez fue una marcha de mujeres, mientras que en la ciudad minera de Gafsa, los estudiantes y maestros marcharon juntos contra el gobierno. También tuvo lugar una manifestación masiva en Kef.
Pero aún queda por preguntar: ¿quién va a reemplazar al gobierno actual? Una asamblea nacional de representantes elegidos de los comités revolucionarios y de los lugares de trabajo y sindicatos locales podría elegir un gobierno en el que confíe el pueblo revolucionario. Si esto no se consigue, se están abriendo distintas opciones.
Ya ha habido intensos rumores del establecimiento de un nuevo gobierno tras la iniciativa de algunos políticos “de confianza” del pasado que aún pueden disponer de cierta legitimidad y que no están directamente contaminados por la asociación con Ben Ali. Se ha hablado de la conformación de un “Comité para la Canalización de la Revolución” por gente de la era de Bourguiba, como Ahmed Mestiri, Ahmed Bensalah y Mostafa El Filali, que ya están dialogando con las “ONGs, organizaciones de sociedad civil y la UGTT”.
Un analista político que defiende el gobierno actual ha “advertido” que la alternativa a éste es que intervenga el Ejército: “Con la continuación de las marchas populares, organizadas por el ala izquierda de la UGTT, terminaremos con un ‘18 Brumario à la Tunisienne’ con llamados a que el ejército tome el poder”. Esto no se puede descartar y probablemente es uno de los motivos por el cual el alto mando hasta el momento ha mantenido una actitud discreta y ha cultivado su imagen como una institución al lado del pueblo.
Sin embargo, hasta el momento la correlación de fuerzas está completamente a favor de la revolución. El verdadero poder está en manos de las masas en “las calles”. El Estado se ha debilitado enormemente con los soldados rasos y la policía simpatizando con el movimiento de masas. El gobierno suplica a las masas, les ruega que le permitan gobernar. Pero el movimiento sigue marchando adelante implacablemente. Por todas partes, en las oficinas, las fábricas, en las oficinas de la televisión, la radio y la prensa, los trabajadores han tomado el control.
En estas condiciones no existe ninguna fuerza que pueda impedir a los trabajadores y jóvenes tunecinos tomar el poder. Está ahí para ser tomado. Lo que falta es un partido de la clase obrera que esté dispuesto a dirigir a todas las capas oprimidas de la sociedad a llevar a cabo la revolución. Una huelga general de todos los trabajadores con la toma de todas las fábricas y oficinas, una huelga de escolares y estudiantes universitarios con la ocupación de todas las escuelas y las universidades, en combinación con un llamado a las bases de los soldados y policías barrerían a un lado todos los residuos del viejo régimen de Ben Ali.
A menos que se haga esto, la élite dominante tunecina se reorganizará detrás de otros personajes políticos, menos manchados. Incluso echarán a un lado a este ridículo gobierno actual si es lo que hace falta para apaciguar a las masas. Introducirán personajes de la oposición, incluso a gente que ha estado exiliada, con tal de que los nuevos políticos acepten la existencia del capitalismo en Túnez. En la medida en que esta élite corrupta y podrida siga controlando las palancas claves de la economía, podrá ganar tiempo y prepararse para un retorno en condiciones más favorables en el futuro.
Lo que se requiere es una ruptura conclusiva. Democracia sí, pero tiene que venir acompañada de la expropiación de esta élite. Es la única manera de asegurar que nunca jamás vuelvan. Lo que hace falta es una dirección clara que plantee tal perspectiva y resuelva la situación decisivamente a favor de las masas revolucionarias, empujando a un lado a este gobierno y con él los residuos del viejo régimen. Jorge Martin
|