El ministro de Fomento, José Blanco, ha comenzado ya su gira por la Galicia electoral. Las municipales están a la vuelta de la esquina y está obligado. Uno no pone en duda la intención e interés de nuestro ministro gallego de que, si pudiera, nos llenaría de realizaciones y superaría a su antecesora Magdalena Álvarez que barrió todo lo que pudo para su tierra andaluza y casi todo para su Málaga natal. Pero a José Blanco le ha tocado la era de la crisis y no hay un euro para las obras. Ni pacto del Obradoiro ni farrapos de gaita. Simplemente ,no hay dinero.
Con todo, en su papel de ministro y como gallego también, no le toca otra cosa que llevar a cabo su gira por Galicia para, por lo menos, apuntalar a algunos de sus candidatos socialistas. Su presencia inaugurando unos kilómetros de la largamente esperada autovía del Cantábrico, no es solo el comienzo de su tour que desarrollará puntualmente como un artista su gira. Ya anunció buenas nuevas para A Coruña, luego será Santiago o Lugo, Pontevedra, Vigo y no sabemos si saltará Ourense con el lío de su estación del AVE. Porque ese será uno de sus temas, el dichoso AVE, la autovía Lugo -Santiago, aeropuertos, puertos que llenarán de promesas los medios de comunicación. Los afines y los contrarios.
Pero mucho me temo que por mucho énfasis que le ponga don José al tema, el ciudadano de a pie no se cree nada. Sin ir más lejos , oteando desde el monte Vixiador cual centinela de la ría de Vigo, nadie se cree que la ampliación del puente de Rande se lleve a cabo pronto, que la autovía Pontevedra-Vigo verá puesta su primera piedra y nada más. Que vendrá, si puede venir, porque está sin confirmar, dentro de unos días, con el arquitecto Maine a Vigo con la buena nueva de la galáctica estación del AVE que proyecta el norteamericano, que a ver quien se la paga y que su colega alcalde a su lado, prometerá por su nick, por la cobertura de su móvil y por el niño Jesús, que las obras empezarán ya. Como todo.
Porque los ciudadanos pasan de promesas cuando saben, por ejemplo, que las tuneladoras para llegar a Vigo están paralizadas, que solo cuatro obreros están trabajando en las obras de la estación provisional de Guixar cuando deberían estar acabadas hace seis meses y con el traslado en marcha. No dirá ni pío sobre el AVE a Portugal porque está en vía muerta y sin saber que ha pasado con la subvención europea. Que las obras de ampliación del aeropuerto van al ritmo de las pirámides de Egipto y no se les ve fin. En fin, promesas, promesas, promesas.
Ya está bien. Y sabemos que todo ello es por falta de dinero, porque, repito, creemos en la intención del señor ministro pero no se puede sacar donde no hay. Ya estamos concienciados de que todas esas grandes realizaciones tardarán años y años en ejecutarse. Por ello, el señor ministro debería ocuparse en pequeñas cosas, en comparación con estas y que llevarían su sello para siempre.
Por ejemplo, la tercera ronda de A Coruña, los accesos a Santiago y la conexión de la Cidade da Cultura con la AP-9, terminar el puente sobre el Miño en Lugo y varios ejemplos más y en Vigo, por concretar, humanizar la entrada a la ciudad por la avenida de Madrid, de su competencia, suprimiendo una autovía pura y dura que llega al corazón de la ciudad, por una avenida de realce como tal. Y son cuatro euros comparados con miles de millones de los otros. Si no hace ni eso, ¿cómo les vamos a creer en lo otro?
José Blanco viene a dar el do de pecho ayudando a su depauperado partido cara a las municipales. Quizás le sirva de ensayo porque dentro de un año, justamente, estará haciendo otra campaña ante las generales en su último año como ministro, según dicen todos los augurios. Y en un año pocas cosas podrán ser exhibidas. En cuanto al AVE, ojalá el señor Blanco lo utilice dentro pocos años pero, eso sí, mucho nos tememos, los ciudadanos de a pie como usted y como yo que no será así. Es el lado amargo de la política.
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