LAS REVUELTAS EN VARIOS PAÍSES ÁRABES SE HAN VALIDO DE LA RED
Internet y las redes sociales, escenario
y arma de las nuevas revoluciones
Una manifestante contra Mubarak muestra un cartel que parodia su amistad con Ben Ali en Facebook
La Red se ha revelado como un eficaz instrumento para los revolucionarios que se enfrentan los gobiernos árabes que en las últimas semanas están sufriendo duras sacudidas sociales. La existencia de redes sociales que facilitan la comunicación entre los disidentes no ha sido determinante para las revoluciones, pero desde luego sí ha sido “un factor clave”, que ha conseguido “efectos que los medios de comunicación tradicional no alcanzan a desarrollar”, como asegura Arturo Guerrero Enterría, investigador del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos y autor de la tesina El ciberislam en español.
En efecto, redes como Facebook, Twitter o Youtube han protagonizado las revueltas de Túnez, Yemen o, especialmente, Egipto que se han producido desde principios de año. A pesar de que estos países tienen unaimplantación muy irregular de Internet (desde el 0,421,80% de Yemen hasta el 10,43% de Marruecos), han sido los jóvenes los impulsores de las propuestas y son precisamente ellos los principales usuarios de estas herramientas sociales.
Antes de las protestas las utilizaban básicamente para fomentar sus relaciones sociales, pero ahora se han dado cuenta de su fuerza como catalizadores sociales. Por Facebook se han convocado muchas de las manifestaciones y se han puesto en contacto cientos de activistas para organizarse; por Twitter se ha retransmitido la revolución en directo minuto a minuto, por Youtube se han visto las imágenes que ninguna televisión conseguía captar o se atrevía a emitir.
Ahmed Hijazi, editor de la web MundoArabe, justifica esta explosión internauta explicando que “en los últimos 10 años, ha habido un aumento sustancial en sitios web de crítica social y política que, a su vez, ha permitido que muchos jóvenes e iniciativas particulares puedan expresarse en los medios digitales lejos de la prensa oficialista”. Esto ha ayudado a dar a conocer nuevas opciones a los jóvenes amordazados por las dictaduras, disidentes que no han dudado en echarse a la calle en cuanto han visto una pequeña chispa de revolución.
Según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2005), más del 60% de la población árabe tiene menos de 40 años de edad y de esta cifra casi un 70% son menores de 30 años. Estos factores, unidos a las altas tasas de paro y de pobreza en los países que se han levantado contra sus gobiernos, forman un caldo de cultivo perfecto para la respuesta social.
Adolfo Plasencia, director del programa de TV Tecnópolis y profesor de conceptos multimedia en un postgrado de la Universidad Politécnica de Valencia, expone una metáfora de lo que significan estas redes sociales: “Si Facebook fuera un país, sería el cuarto más poblado del mundo. La comunidad de usuarios de Skype es más numerosa que la población del tercer país más poblado del mundo”.
El guerrillero que cambia el fusil por la blackberry
Plasencia apunta a este uso de internet como nueva arma del revolucionario: “En el París de Mayo del 68 los manifestantes más aguerridos llevaba en su manos adoquines y cócteles Molotov para enfrentar al poder de la policía. En Túnez y Egipto llevaban smartphones con cámara, teclado y conexión móvil a Internet.”
Además de la ayuda de Google, el intento de Mubarak de ponerle puertas a internet funcionó sólo a medias. Efectivamente muchos egipcios se quedaron incomunicados, pero lo mismo ocurrió con bancos, aeropuertos y medios de comunicación, algo que no favorecía al régimen porque contribuía a aumentar el caos.
Para más inri, con esta actuación Mubarak alimentó el llamado “efecto Streisand”, que se da cuando un intento de censura u ocultamiento de cierta información fracasa o es incluso contraproducente para el censor, ya que ésta acaba siendo ampliamente divulgada, recibiendo mayor publicidad de la que habría tenido si no se la hubiese pretendido acallar. En este caso, el hecho de que Mubarak intentara ‘cortar’ Internet sólo sirvió, como asegura Hijazi, “para encender aún más los ánimos”.
Incluso, como suele ocurrir en las situaciones límite, la falta de recursos agudizó el ingenio de los disidentes y, como recuerda Guerrero, las dificultades de acceso a Internet fueron suplidas a través de la utilización de otros métodos, ”algunos antiguos como es la utilización de la telefonía fija y otro tipo de tecnología que se creía obsoleta como son los faxes y los modems telefónicos”.
Plasencia da por hecho que los gobernantes de estos países, aferrados a un modo de vida anclado en el pasado, “no se imaginaban la potencia y velocidad que se ocultaban de los efectos sociales de una multitud conectada”.
El héroe llegó de Google
La Red, campo de batalla
Como explica Guerrero Enterría, además de servir para potenciar la comunicación entre disidentes y convocar las protestas, internet se ha convertido a sí mismo en un nuevo escenario de confrontaciones.
También ha servido de campo o escenario de confrontación, ya que en la propia red se han sucedido actuaciones online por ambos bandos para mermar la capacidad de actuación del adversario. Así, gobernantes y ciudadanos han recurrido a la censura, al bloqueo de páginas web, a la manipulación de la información e incluso al desarrollo de nuevas aplicaciones creadas ad hoc (como Speak2Tweet o los grupos de Facebook) para ‘la lucha’.
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