Traductores y sordos se preparan para armar la marimorena en el Senado
Cuando servidora creía que el espectáculo de sus señorías en el Senado con el cable del pinganillo colgándoles de la oreja ya no daba para más, aparece la CNSE y la monta, con razón
Los senadores, que son todos ellos, salvo algunas excepciones bien conocidas, políticos de recio carácter y probada seriedad nunca pudieron llegar a imaginar que llegaría un día -concretamente el 18 de enero de 2011- en que se convertirían el hazmerreír de la población. Si confiaban en que el triple mortal dialéctico de Rubalcaba esa misma mañana intentando endosarle al PP la culpa de la agresión al concejal de Cultura de Murcia -que ya es de nota- les quitara protagonismo, iban dados. Esa foto congelándoles para la posteridad con el gesto de estar sacándose el cerumen de la oreja por culpa del maldito pinganillo, tiene un pase complicado.
Y si hubiera sido para bien, pues mira, se hace y ya está. Se pasa uno el sofocón del momento y a otra cosa mariposa. Pero no, la ocurrencia de llevar las lenguas oficiales a la Cámara Alta no les está reportando a sus señorías mas que disgustos.
De entrada no habían transcurrido ni cuarenta y ocho horas cuando supimos que los traductores, gremio del que nadie podrá decir que no estén espabilados, se preparan para pedir un aumento de sueldo del 3%. Ahí es nada. A este ritmo, para Semana Santa pueden estar cobrando el salario mínimo interprofesional, pero al día. No ha trascendido las razones con las que piensan sustentar su aspiración al redondeo de los 515 euros que cobran por sesión, pero la situación es grave.
Una hipotética huelga de traductores en el Senado sería una catástrofe. Los senadores vascos podrían salir a la tribuna y contar todo el repertorio de chistes de Marianico el Corto, que no se iba a dar cuenta ni Anasagasti que de euskera sabe lo mismo que la Pantoja. Y eso en el mejor de los casos, porque en el peor los traductores pueden dedicarse como protesta a traducir lo que les sale del moño, y donde Pío Garcia Escudero dice "váyase señor Zapatero", ellos colocar un "el pan se va a poner a diez euros la barra" sin que nadie pueda decir ni mu porque sería reconocer que lo de los interpretes es la patochada que es y que se están gastando los dineros públicos sin ton ni son.
Como las fatalidades no suelen venir solas, a la encerrona de los traductores, se le suma ahora la protesta, esta sí, con toda la razón del mundo, de la La Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) que se queja de que a ellos nadie les traduce nada cuando lo cierto es que la lengua de signos también está reconocida como oficial. Para un colectivo que de verdad necesita de intermediarios para comunicarse y que se estima que es tan numeroso como la mitad de la población del País Vasco, van sus señorías, y se olvidan. Bochornoso error que pone en evidencia que tras este hito histórico (nacionalistas dixit), hay muy poquitos gramos de sentido común y toneladas de ideología.Exactamente igual que lo de Rubalcaba.