Pese a los muchos contratiempos que han asaltado el tortuoso camino de
Coro Cillán en su afán por extraer algo de luz sobre el 11-M,
la juez no está dispuesta a arrojar la toalla tan fácilmente. Las diseñadas
maniobras, desveladas por LA GACETA y que le han minado
personal y profesionalmente, parece que no han hecho mella en la titular del
juzgado nº 43 de Madrid y, más al contrario, ha encontrado un acicate para
seguir adelante en el esclarecimiento del atentado más atroz ocurrido en la
historia de España.
Con ese indisimulado ímpetu, Coro Cillán afronta una semana
cargada de novedades, no exenta de cierta tensión, que desembocará, como plato
fuerte, en las declaraciones del próximo viernes: la fecha señalada en rojo por
la propia juez. Ese día, 13 de enero, comparecerán en el juzgado, si no hay de
por medio ninguna oculta artimaña, cinco de los implicados –más o menos
protagonistas– o, al menos, cinco testimonios clave, que pueden dar
salida a tanto hecho aún por esclarecer.
A primera hora, Cillán tomará
declaración a dos guardias civiles, en la actualidad destinados en Vigo, y que,
directa o indirectamente, pudieron conocer mucho de lo gestado esa mañana por
los responsables policiales y algunas de sus decisiones. A continuación,
la titular del 43 de Madrid llamará a otro testigo. Un ex
policía, actualmente en prisión, que hace unos días hizo llegar una
carta manuscrita al juzgado en la que desgranaba las supuestas maniobras
políticas orquestadas los días anteriores al atentado y que Coro Cillán ha
considerado vitales.
La maratoniana jornada terminará con la participación, como ya adelantó este
periódico, de los dos expertos en explosivos que se reunieron en secreto con
Manzano el día de los atentados.
Los explosivos
Los dos técnicos eran empleados
de la compañía Maxam Europe SA y esa mañana se reunieron con el que fuera jefe
de los Tedax en la Unidad Central de Canillas. Lo curioso del
caso es que nada se supo de esa cita hasta que el propio Manzano mencionó su
existencia durante el macrojuicio que el magistrado Gómez Bermúdez presidió en
la Casa de Campo de la capital. La importancia del encuentro estriba en que de
él se extrajo la crucial conclusión de que los cartuchos que supuestamente se
encontraron en la furgoneta Renault Kangoo eran Goma
2-Eco y no Titadyne, con las consecuencias por todos conocidas en la
atribución de los atentados.
Por otro lado, las partes personadas en el caso siguen adelante con sus
iniciativas con el objetivo de que no quede muerta la línea de investigación. El
pasado 2 de diciembre, el sindicato de funcionarios Manos Limpias
presentó en el juzgado un escrito en el que solicita a su titular la
apertura de diligencias con la toma de nuevas declaraciones. Coro Cillán
aceptará con toda seguridad el requerimiento, con lo que aumentará la
cascada de comparecencias. El sindicato solicita que la magistrada llame a
cuatro policías: José Antonio González Clares, destinado en la
fecha de los atentados en la comisaría de Puente de Vallecas, vinculado con las
personas mencionadas en la causa y, por tanto, en relación directa con los
hechos; Carlos Germán, quien intervino en la inspección de la
mochila de la comisaría de Puente de Vallecas; Eduardo Blanco González, jefe de
la Unidad Contra las Redes Ilegales de Inmigración; y Santiago Cuadro Jaén.
Resta por fijar la fecha para la declaración del agente Germán Rodríguez
Castiñeira, el policía nacional que apareció mencionado en la revelación que
hizo en Lugo el testigo protegido número uno del caso. La secretaria judicial de
Cillán impidió, con su ausencia, dicha comparecencia.
En la avalancha de
iniciativas, el Sindicato Unificado de la Guardia Civil también se personó como
acusación particular en las diligencias abiertas por el juzgado madrileño contra
Sánchez Manzano.