VISTO EL ‘CASO GÜRTEL’, EL MARTES SERÁ JUZGADO POR LA MEMORIA HISTÓRICA
Garzón sugiere que irá al Tribunal de Derechos Humanos si le condenan
El juez Baltasar Garzón, durante su turno de
última palabra en el juicio (Efe). Carlos Fonseca
Baltasar Garzón, al salir de la Sala tras el visto para sentencia del
presidente del tribunal, se mostró satisfecho con el desarrollo de su primer
juicio, el de las escuchas de la Gürtel. Desde este momento, dijo, “es la hora
del tribunal”. Previamente, dispuso de doce minutos para ejercer su derecho al
uso de la última palabra. Miró al tribunal y, con un tono pausado, aseguró que
asumía “todas y cada una de las decisiones que tomé reflexivamente y en
cumplimiento estricto de la legalidad”, según su interpretación de las normas
legales y de los Convenios Internacionales en la lucha contra la delincuencia
transnacional y la corrupción.
Antes de situarse frente a los siete magistrados que le han juzgado por
intervenir las comunicaciones en prisión entre los jefes de la trama Gürtel
(Francisco Correa y Pablo Crespo) y sus abogados, Garzón se
despojó de su toga para dirigirse al banquillo de los acusados.
Allí, de pie frente al tribunal, dijo que si hacía uso de la última palabra
era “porque es la última vez que puedo hacerlo ante un tribunal de justicia
español (pausa) en este caso”. Una frase enigmática que puede aludir tanto a su
decisión de recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en el caso
de ser condenado, al no disponer de una segunda instancia, o a la certeza en su
fuero interno de que va a ser condenado.
Garzón explicó que llevaba 25 de sus 31 años de carrera judicial como titular
del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional para
enfatizar su conocimiento del Derecho y, a continuación, afirmó rotundo que la
intervención de las comunicaciones entre los jefes de la trama Gürtel y sus
letrados era necesaria en ese momento de las investigaciones, y que no se
vulneró el derecho a la defensa. “Se protegió, y las intervenciones se hicieron
con arreglo a la ley e intentando conciliar los derechos fundamentales en
juego”.
Garzón rebatió también a las acusaciones, que por la mañana habían afirmado
que la fiscal del caso, y no él, realizó el expurgo del contenido de las citadas
conversaciones para eliminar todo lo que no tuviese relación con la causa (su
abogado, Baena Bocanegra, dijo que se expurgó el 99,7% de lo grabado).
“El juez no puede prescindir del Ministerio Fiscal, y mucho menos estando la
causa declarada secreta –dijo el juez-. El expurgo fue ordenado y controlado por
mí con conocimiento del fiscal, que colaboró en ello, pero no me sustituyó”.
El magistrado no pasó por alto la afirmación que por la mañana había hecho el
letrado de la acusación José Antonio Choclán citando a Voltaire: “La
razón de Estado es la excusa de los tiranos”. “Se ha dicho algo muy fuerte
-rebatió Garzón-, se ha aludido a la razón de Estado, y la única que entiendo es
la razón democrática de los ciudadanos”. El acusado no quiso ser menos que el
letrado y echó mano de una cita de Willy Brandt: “Abrir la puerta a la
primera injusticia, es dejarla abierta para siempre”.
Antes de que interviniera Garzón lo hizo su letrado con una exposición
apasionada de hora y cuarto que acompañó de gesticulaciones con las manos y
frecuentes cambios en el tono de voz para enfatizar algunas de sus afirmaciones.
No se puede decir que estuviera demasiado acertado, porque arrancó con un
prolongado prefacio en el que recordó a su padre (también magistrado); expresó
su respeto personal y admiración al excelentísimo tribunal y a los dignísimos
letrados de la acusación, y abusó de frases pomposas, como cuando dijo: “Por mis
venas corre sangre de judicatura”.
Tampoco olvidó el sentimentalismo: “Garzón está sufriendo, lo sé y me consta
(…) Está en juego la honradez y honorabilidad de un juez”. Su mayor acierto,
aunque ya lo había expuesto el fiscal en la sesión de la mañana, fue poner como
ejemplo de que su defendido no había prevaricado el caso del juez de Sevilla que
instruyó el caso por la desaparición y asesinato de Marta del Castillo.
También él ordenó la intervención de las comunicaciones de los letrados de los
acusados, sin que en su caso se le hubiese acusado de vulnerar el derecho de
defensa ni abierto ninguna información.
“Confío en ustedes porque confío en la justicia -concluyó su exposición
dirigiéndose al tribunal-. El señor Garzón es un buen juez, en el mejor sentido
de la palabra, y desde esa invocación deposito mi fe en ustedes”.
El martes, el juicio por las fosas del franquismo
Tras el visto para sentencia del presidente del tribunal, Joaquín
Giménez, los magistrados mantuvieron una reunión por espacio de media hora,
aproximadamente, para intercambiar impresiones, lo que hizo pensar que incluso
pudieran adelantar el fallo a la noche de ayer. El presidente de la Sala se
encargó de desmentirlo y aseguró que la resolución tardará aún unos días, lo
que, aparentemente, descarta que se produzca antes de que el próximo martes 24
el juez Garzón vuelva a sentarse en el banquillo de los acusados por las
exhumaciones de las fosas del franquismo.
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