Hoy como ayer... “el mejor que haiga”
En todos los grandes
desastres y cuando pareciera que “el dinero desaparece”; surgen como gigantescas
bengalas ostentosas, los que poseedores de ese dinero “desaparecido”, hacen gala
de que para ellos no hubo depresión, no hubo crisis, no hubo incluso guerra...
“los buitres aprovechan todo de los cadáveres” y eso, que en la vida natural es
real (hay buitres especializados en cada parte del cadáver a devorar y hasta los
huesos son ingeridos, deglutidos y convertidos en excremento) en la vida de la
especie humana, es lo mismo si bien de diferente forma o
manera.
¿Dónde está la
prosperidad que había no hace mucho en nuestro entorno?... “en el bolsillo y la
panza de esos (otros) buitres especuladores, financieros, acaparadores y
controladores del dinero, o como quiera que se puedan denominar esos seres
miserables y a los que debemos la situación que padecemos, puesto que “le
dinero” no se ha destruido... no se ha publicado ni un solo caso de destrucción
de billetes de banco. El dinero está recorriendo “una especie de círculo
vicioso”, fuera del cual... “todo se va convirtiendo en miseria; mientras los
gobiernos aprietan cada vez más al indefenso gobernado, para sacarle cuanto más
puedan de sus ingresos o ahorros.
Mi larga vida me
ha permitido vivir dos grandes depresiones que ocurrieron; la primera de ellas
fue la que dejó en España la terrible guerra civil... tras la cual, muchas
gentes tenían que ir al campo... “por yerbas comestibles”, para con ellas hacer
guisos y poder comer... “algo caliente”; “lo viví de la mano de mi muy querida y
admirada abuela materna, con la que empecé a ver lo crudo y real de la vida,
para aquellos que no tenían otros recursos que sus brazos”... no me extiendo en
más miserias que sabría contar, pero el que las vivió lo entenderá y los que no
las vivieron, que imaginen... “se quedarán cortos”...
seguro.
Pues bien en esa
situación miserable en extremo de la España de entonces; había cantidad de
buitres a los que les sobraba el dinero; bien por los despojos que toda guerra
deja tras de sí, por el “estraperlo” que decíamos en España, a lo que en otros
países se denomina “mercado negro”; o bien por el contrabando de todo tipo de
bienes imprescindibles para vivir, puesto que hasta lo había en las
medicinas.
Al estar todo intervenido (hasta
el trigo o el aceite) racionado hasta el pan y todo depender de “bandadas de
otros buitres”, para que todo circulara por los mercados... de aquella cantidad
de millones de desamparados españoles de la época, que tenían que
comer, ciscar, vestir, calentarse y aunque mínimamente hasta consumir
electricidad; eran extraídas cantidades ingentes de dinero, que se acumulaban en
pocos bolsillos (de alguna manera lo que ahora ocurre) y surgió así, una pléyade
de “nuevos ricos” (algunos riquísimos) que junto a los que ya había, eran los
que podían disfrutar de todo lo que les apeteciera, puesto que los mercados
(nacional o extranjero) siempre surten de todo... a todo aquel que puede
pagarlo. “He visto estas navidades, en escaparates, botellas de vino y otros
licores, a precios que asombran por lo caros; y si están allí es por que hay
clientes, para estos y otros manjares costosísimos”.
Aquellos nuevos
ricos... quisieron destacar incluso más que los ya existentes; y cuando llegado
el momento su poder adquisitivo ya era grande; se ponían al habla con el agente
vendedor de automóviles (todos o casi todos se vendían en Madrid, puesto que
allí estaban “las llaves de todo”) y con el orgullo que da el dinero a quienes
ni tienen puta idea de para lo que sirve el papel moneda... al recibir la
pregunta, de qué tipo de coche (automóvil) querían... aquellos decían... “el
mejor y más grande que haiga... por dinero no se preocupe
usted”.
Y así y aunque la
gasolina (entonces el diésel no existía aquí) estaba racionada y aquellos
“haigas” consumían grandes cantidades; mientras la inmensa mayoría de españoles,
íbamos andando, menos en burro, algunos en bicicleta... y los coches y
motocicletas eran escasísimos... aquellos nuevos ricos, paseaban su grandes
“carros” (que dicen en la América de habla española) con todo el orgullo
imaginable en tales seres... “muchos de ellos nacidos en la miseria de esas
mayorías antes mentadas”.
¿Y por qué les
cuento todo ello a mis lectores? Pues por lo siguiente.
“El Audi A8, uno de
los coches más exclusivo de la marca de los cuatro aros y berlina de
representación por excelencia de la casa alemana, cuesta en su versión más
económica 73.320 euros. Y es que la crisis no toca a todos por igual. Ni
siquiera parece haber rozado al segmento de los coches de lujo. Los
fabricantes vendieron 2.456 turismos de alta gama el pasado ejercicio, un 83,15%
más en 2010. Un auge que contrasta con el desplome del conjunto de
matriculaciones, que cayeron en un 17,7% en los últimos doce meses... el
Porsche Cayenne, incrementó sus ventas un 42,2%, al superar las 1.200
unidades. El precio más económico de este vehículo en su versión de gasóleo
supera los 67.000 euros”.(El Confidencial 03-01-2012 que da muchos datos más y
todos ellos por el estilo.
Mientras esto se
publica, yo en mi entorno veo, cada vez más sitios para aparcar; más letreros en
los aparcados que indica, “se vende”; más solitarias las gasolineras... y como
en aquellas tristes épocas y en que había algunos comedores de “Auxilio Social”,
que La Falange (con el dinero público) habilitó para dar “algunas comidas a los
hambrientos”... hoy esos comedores y sostenidos por la Iglesia Católica y otras
muchas organizaciones de particulares, abundan en cualquier lugar de España,
como los denominados “bancos de alimentos” y las gentes mirando en los
contenedores cercanos a los supermercados... “a ver que pueden recoger para
poder comerlo”.
Y en esta situación, aún hay... “algunos bandidos”, que
preconizan no se qué de progreso, progresistas, progresismo... “vamos como para
correrlos a palo limpio”.
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