Muchas empresas quieren que se las conozca y necesitan
hacerse oír, por ello, invierten en comunicación. Pero no todas alcanzan los
objetivos fijados o, en el intento, los pierden de vista. ¿Qué se puede hacer
para evitarlo y tener éxito?.
Las
empresas quieren hacerse oír, es más, lo necesitan. Igual que las personas. Los
mismos directivos, como profesionales e incluso como individuos, quieren hacerse
oír. Para vender sus productos y servicios, para tener éxito en el mercado y
¿por qué no? para alcanzar y disfrutar sus, al menos, 15 minutos de
gloria.
Pero
no basta con que queramos que nos oigan. No sólo por eso nos vamos a hacer
escuchar o porque queramos que entiendan nos van a entender. Y, sin embargo, se
siguen destinando presupuestos escalofriantes a marketing, publicidad y
comunicación lanzando mensajes de todo tipo. La pregunta es ¿acaban siendo un
gasto o una inversión con retorno?, es decir, ¿son eficaces a la hora de
comunicar? Pues depende cómo se hayan planteado:
La
información - ¿Hay algo que decir? Sin caer en el tópico de que siempre es mejor
estar en silencio que hablar por hablar, conviene ponernos en el lugar de
nuestro receptor.
Preguntarnos
si a nosotros nos interesaría recibir la información que queremos comunicar.
Lo
interesante - ¿Es realmente información de interés? A menudo, se lanzan mensajes
por el mero hecho de estar en la palestra. Al menos que hablen de uno ya sea
bien o mal, es lo que nos mueve pero ni siquiera eso es tan sencillo.
¿Honestamente tenemos algo que decir que incluso a nosotros mismos nos
interesaría oírlo si estuviésemos al otro lado?
La
empatía - ¿Es un mensaje claro? Como receptores o interlocutores entendemos
aquello con lo que nos identificamos o que resulta aplicable a nuestra realidad.
Tenemos que poder absorber esa información y poder utilizarla y es tarea de
quien comunica elegir bien qué contar.
La novedad - ¿Aporta algo nuevo? "Cuéntame algo que no sepa" o al menos que sea dicho de manera que no hayamos oído antes y visto de ese modo llame nuestra atención, bien por la inteligencia o por la creatividad que conlleva.
La novedad - ¿Aporta algo nuevo? "Cuéntame algo que no sepa" o al menos que sea dicho de manera que no hayamos oído antes y visto de ese modo llame nuestra atención, bien por la inteligencia o por la creatividad que conlleva.
Protagonismo
- ¿Es para mí el mensaje? Cuando creemos que tenemos una información de interés
que contar, el factor “interesante” viene determinado por la persona o el grupo
que vaya a recibir nuestro mensaje. No es necesario anunciárselo al mundo, sino
más bien asegurarnos que quien vaya a recibir nuestra información, le resulte
útil.
El
código - ¿Hablamos la misma lengua? Ya lo hemos dicho antes: no porque queramos
que nos entiendan, nos entenderán. Una vez que tenemos claro qué decir y a
quién, la mejor receta es no complicarnos la vida y ser claros y directos.
El
camino - ¿dónde estás? Incluso suponiendo que hayamos llegado a esta fase de
nuestra comunicación, no resulta tan sencillo discernir dónde se encuentra
nuestro público, teniendo en cuenta que cada vez somos más y que los canales
proliferan a una velocidad vertiginosa. El trato directo, el correo tradicional,
Internet, los medios de comunicación… Haberme puesto en el lugar de mi
interlocutor y hablar su misma lengua me dará la pista para hacerle llegar mi
mensaje.
La
competencia - ¿Cómo hacerme oír entre todos los mensajes? Cada minuto se
incrementa el bombardeo de información al que se encuentra sometida la sociedad.
Sólo nos queda confiar en que transmitimos una información interesante para
quien le puede resultar de utilidad y por el canal que considera más fiable y
atractivo.
El
test – Asegúrate que con todo y eso al final has dicho lo que quería decir ya
que tenemos una oportunidad para causar una primera impresión positiva y no
conviene desperdiciarla.
El
objetivo - Seamos realistas, por último y, no olvidemos que al fin y al cabo lo
que buscamos es que nos escuchen y nos entiendan para que utilicen nuestra
información, comprando nuestro producto o contratando nuestro servicio. La
cuestión no es comunicar por ego y salir en la portada del diario nacional o
internacional más leído. Es cierto que nunca perdemos del todo la ilusión de
conocer la fama para enorgullecer a nuestros familiares y amigos. Pero, la
notoriedad en sí misma puede no ser el objetivo y aunque vayamos bien
encaminados, no debemos empezar la casa por el
tejado.
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