Un guardia civil de Tráfico: "Estamos al servicio del poder y no del
pueblo"
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Asqueado, hastiado y avergonzado. Así se siente un guardia civil de
Tráfico que ha decidido abandonar la Agrupación haciendo públicas sus
razones en una carta enviada a la web El Antirradar. En su misiva, el agente enumera las
penurias de un colectivo en el que cada vez más miembros están optando por
pasarse al Servicio Rural aun sabiendo que cobrarán menos y trabajarán con
peores medios, además de p oner en negro sobre blanco las razones de la conocida
mala relación entre la Guardia Civil y la Dirección General de
Tráfico. Afán recaudatorio, represión, descontrol, falta de moralidad…
la lista de denuncias no tiene desperdicio.
En el texto se expone de forma recurrente la percepción de que la DGT ha
utilizado a la Guardia Civil como instrumento represivo frente
al ciudadano, en lugar de dedicarse a prevenir accidentes o a favorecer la
relación con los conductores. Como consecuencia, afirma, “la gente conduce
literalmente acojonada, agarrotada”. A su entender, este tipo de actitudes han
provocado que entre los ciudadanos cunda la percepción de que los guardias
civiles son “unos impresentables que solo se dedican a atracar a los
conductores”.
La acusación llega al punto de señalar que lo importante ya no son las vidas
que se salv an sino el impacto económico, y denuncia que el Director General de
la DGT, Pere Navarro, está inmerso en “una carrera para cumplir
criterios estadísticos” en la que se aplican “creativos juegos de contabilidad”
para reducir las cifras oficiales de víctimas.
El agente sostiene que entre los miembros de la Agrupación no se comparte la
“criminalización” de los conductores, y lamenta que en los
reportajes promocionales solo se destaquen radares y controles en lugar de
acciones habituales como el auxilio en carretera, la colaboración con
ambulancias o las visitas a los heridos en los hospitales para devolverles
efectos personales perdidos. Una serie de servicios que “parece que al señor
Director General no le interesan”.
Cada día con menos honor
Un aspecto que resulta especialmente doloroso para el autor de la c arta es
el hecho de que la Guardia Civil tenga que esconderse, haciendo
“verdaderos malabares para ocultar el coche o los trípodes”,
llegando incluso a “disfrazarlos de arbustos”.
Agazapados en las cunetas de “carreteras tercermundistas”, el agente siente
que los miembros del Cuerpo han perdido el honor inherente a
vestir el uniforme de la Guardia Civil y le duele tener que ver a sus compañeros
“saltando como conejos a la carrera” para no ser atropellados en controles de
alcoholemia situados a traición en tramos sin luz ni visibilidad.
Sin complementos por no sancionar
Otro aspecto denunciado en la carta son los “parches” y “chapuzas” tras los
recortes en las retribuciones, que provocan que en un mismo destacamento de
quince guardias haya notables diferencias de sueldos y de servicios.
Particularmente sangrante es el caso de los complementos de
productividad que reciben unos agentes y otros no, en función de que
hayan tenido la ‘suerte’ de cruzarse con un conductor borracho al que detener.
Por último, en la carta se acusa a Pere Navarro de ser el peor
director general que ha pasado por Tráfico, solo preocupado por “salir
en la tele todos los días” presumiendo de cumplir unos objetivos que se han
obtenido “disfrazando la realidad” y pagando el coste de deteriorar gravemente
la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil.
Debido a su experiencia, el agente concluye que la DGT ha creado una
Agrupación “al servicio del poder y nunca del pueblo”, obligada
a “dar la cara ante unos ciudadanos reventados y hartos de sostener con su
bolsillo los desmanes de gobernantes ineptos”.
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