El día 29 de marzo UGT y CCOO saldrán a la calle a
protestar, no contra las abrumadoras cifras del paro en España, que eso les
tiene sin cuidado como hemos visto en los últimos años, sino porque los partidos de izquierda asociados han
decidido recuperar el poder perdido. no través los votos sino a través de la
algarada y la reivindicación sindical.
Especialmente la protesta es contra el
Gobierno porque estos sindicatos de “clase” ven peligrar la situación de
privilegio que han gozado desde hace muchos años en detrimento de otros
sindicatos más especializados y preparados para la defensa de sus afiliados.
CSIF y USO que ya han manifestado sus reticencias a secundar esta huelga que
tiene visos de ser precipitada e inoportuna.
Desde el primer día, estos
sindicatos han buscado el enfrentamiento con el PP por razones estrictamente
ideológicas, esto es, que no pueden consentir que la derecha mande en este país.
El atrevimiento de un
gobierno que ha prescindido de la voz de Méndez y Toxo para unas reformas
laborales después de haber consentido su pasteleo durante largos años con una
patronal que tampoco responde a la realidad del país que lo tomar las riendas
sobre cómo ha de conducirse el país en términos políticos, sociales, económicos
y, eventualmente, laborales.
Setenta y siete días con sus setenta y
siete noches han aguantado estoicamente los sindicatos de izquierdas antes de
convocarle a Rajoy su primera huelga general. Aunque la estaban preparando desde
hace días. La prueba son los carteles de convocatoria ya expuestos en los
locales donde presuntamente tenían que acudir sus delegados a aprobarla. En el
salón de actos de UGT-Madrid, donde se ha celebrado el Comité Confederal del
sindicato, ya habia colgada una pancarta en favor de la huelga que reza así: "Quieren acabar con todo. 29 de marzo:
huelga general".
La paciencia sindical se ha colmado en
tan breve espacio de tiempo como consecuencia de que el gobierno se ha atrevido
a intentar poner remedio a la catástrofe laboral heredada de la izquierda y,
además, a hacerlo sin pedir permiso a las dos centrales sindicales. Lo que viene
es el cambio del modelo sindical y de sus prerrogativas.
Entre las muchas contradicciones de
los sindicatos de izquierdas, destaca el hecho de que se convoque un paro masivo
laboral precisamente cuando hay menos gente trabajando. Técnicamente, la huelga
consiste en que los empleados no acuden a su puesto de trabajo, derecho
imposible de ejercer por los más de cinco millones de españoles que abarrotan
actualmente las oficinas de empleo, gracias sobre todo a un gobierno socialista
con el que los dos principales sindicatos convocantes comparten
ideología.
Ven que están a punto de ser colocados
en el lugar que realmente les corresponde y eso les tiene aterrorizados. De su
capacidad para seguir timando a los trabajadores españoles el próximo día 29 va
a depender no la paralización de la reforma laboral que ya es imparable, sino su
propio futuro como sindicatos hegemónicos. Ese día España no se juega nada. Ellos
todo. Allá con su responsabilidad aquellos que decidan seguirles el
juego.
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