La jubilación del profesorado: un paso atrás en el
progreso de la educación
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Algunas personas que están
cerca de la edad de jubilación presentan dos comportamientos opuestos. Unas se
comportan como “prejubiladas”, perdiendo el interés por sus actividades
cotidianas y pensando casi exclusivamente en lo poco que les queda para “ser felices”,
para abandonar el “infierno donde trabajan”. Otras personas parece que desean
estirar el tiempo que les queda, como si quisieran dejar algún legado en la
organización donde han pasado, en muchos casos, casi toda su vida trabajando.
Pero lo que verdaderamente
importa es como se comporta el contexto de la persona que se va a jubilar. No
me refiero a que se le haga una pequeña fiesta de despedida o se le regale un
reloj con una tarjeta firmada por el resto de sus compañeros. Me refiero a cómo vemos la
jubilación de nuestr@s compañer@s: como un conocimiento que se perderá
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Ço como un despacho que quedará libre para ocuparlo.
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Ço como un despacho que quedará libre para ocuparlo.
El profesorado trabaja con
conocimiento y trata de que el alumnado lo adquiera a través del aprendizaje. Un profesor o profesora que se
jubila es una importante pérdida de conocimiento que ya nunca volverá a
recuperarse. Por ello, se debería intentar que esa experiencia
y conocimiento quedase en el centro donde trabaja y que fuese accesible para
toda la comunidad educativa.
Sería interesante disponer
de un protocolo donde, por ejemplo, profesorado recién llegado tuviese una
etapa de interacción con profesorado veterano a punto de jubilarse y que,
además, se tratara de recuperar y compartir lo máximo de esa
experiencia. Sería una especie de “e-mentoría de la experiencia”.
No estaría nada mal que las
universidades y demás centros formativos tuviesen un servicio para que, de
forma voluntaria, el profesorado cercano a la jubilación pudiese explicitar y
divulgar su experiencia y conocimiento.
En la canción de Avicci
“Make Me Up” dice “Despiértame
cuando todo haya terminado, cuando sea mayor y más sabio” (si
lo prefieren hay una excelente versión latina).
Literalmente es lo que debemos hacer, cuando
el profesorado sea mayor y más sabio tenemos que despertar su ilusión por
compartir, por dejar su huella para siempre. Eso sí que sería una fiesta de
jubilación y un reconocimiento a su labor.
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