Innovación educativa versus normativa educativa
¿pueden convivir?
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Cualquier profesión incluye
un conjunto de tareas características, junto con una regulación más o menos
detallada para realizarlas. Independientemente del nivel educativo, el
profesorado debe realizar un conjunto de tareas que se podrían agrupar en tres tipos:
actualización de contenidos de las asignaturas que imparte, comunicación con el
alumnado y renovación de metodologías para que se produzca aprendizaje.
Actualización de contenidos
Este tipo de tareas suele
llevar tiempo cuando el profesorado se enfrenta a una determinada asignatura
por primera vez. Sin embargo, si el profesorado imparte la misma asignatura año
tras año no se suele dedicar mucho tiempo a la actualización si no hay razones
externas para ello. Esto puede suceder porque los conocimientos son básicos o
porque, aunque los contenidos en el mundo real evolucionen, el programa de la
asignatura se renueva de forma más lenta. La regulación que rige este conjunto
de acciones es el denominado programa
de la asignatura. En muchos casos el profesorado se tiene que
limitar a impartirlo (sin posibilidad de cambiarlo) y en otros casos puede
hacer propuestas que se deben aprobar por los sistemas de gestión por un
conjunto de años. Se entiende que el profesorado realiza correctamente este
conjunto de tareas mientras imparta completamente el temario establecido.
Comunicación con el
alumnado
La tarea más habitual es la
conocida como tutorías. Básicamente son acciones de tipo reactivo (es decir, el
primer paso lo tiene que dar el alumnado, acudiendo a la tutoría). Existe una
regulación que marca el número de horas semanales que debemos dedicar a tutoría
(en el caso de la universidad española son 6 horas). Se entiende que el
profesorado realiza bien este trabajo si, en el horario preestablecido, se
atiende al alumnado que vaya a la tutoría.
En este caso, la normativa
no tiene en cuenta los canales basados en las tecnologías para establecer
comunicación con el alumnado. El uso de correo electrónico, redes sociales y
web 2.0 es habitual (para una parte del profesorado), pero su uso no se tiene
en cuenta para determinar si se cumple bien o no este tipo de acciones ni para
determinar la dedicación del profesorado. Por este motivo su uso es opcional;
es decir, ningún profesor (por normativa) está obligado a utilizarlo, es más,
hay profesorado que puede tener problemas administrativos si los utiliza.
Metodologías para que se
produzca aprendizaje
Debido a la estructura de
la formación presencial (aulas masificadas), las metodologías básicas son:
lecciones magistrales, clases de problemas, sesiones de laboratorio y, de forma
opcional, trabajos individuales o en equipo. La normativa establece clases
teóricas y prácticas, sin especificar qué metodologías se deben utilizar para
realizar las mismas. Por tanto, el profesorado puede impartir las clases
teóricas y prácticas utilizando lección magistral y eso es suficiente para
cumplir la normativa. El profesorado, por normativa, no está obligado a
utilizar, ni tan siquiera a conocer, las metodologías más innovadoras y/o
eficaces.
Los medios que la
administración pone a disposición del profesorado para ejercer estas actividades
son: programas de formación (opcionales), un ordenador conectado a internet (en
algunos casos en modo compartido), un aula (con pizarra y cañón de proyección)
y cierta libertad para elegir las metodologías, tecnologías y recursos
didácticos que el profesorado considere oportunos.
El profesorado que lo es
por vocación utiliza esa “libertad de acción” para formarse en metodologías y
tecnologías, innovar con su alumnado y buscar soluciones a problemas de
aprendizaje que pueden surgir en su aula.
El profesorado que lo es
por trabajo cumple la normativa y punto. Esto supone cierto inmovilismo, que no
es criticable ya que la administración lo permite. Lo que sí es criticable es
que, en algunos casos, se dediquen a poner palos
en las ruedas del profesorado que lo es por vocación y utilice la
propia normativa para impedir la innovación educativa en sus centros de
trabajo.
En cualquier otra profesión
la sociedad no dejaría que esta situación se produjese. Sin embargo, el
desconocimiento que tiene la sociedad del esfuerzo y trabajo que realiza el
profesorado innovador, hace que básicamente se meta en el mismo saco al
profesorado innovador y al profesorado “normativo”. Por este motivo es
importante divulgar a la sociedad la importancia, del trabajo que realiza el
profesorado innovador, para el futuro desarrollo del alumnado.
¿Es usted
un profesor o profesora vocacional? ¿dedica mucho tiempo y esfuerzo para
mejorar los resultados de aprendizaje de su alumnado? ¿innova? Si la respuesta
es SÍ, cuénteselo al mundo.
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